Tuesday, October 05, 2010

Superiores Desconocidos.-

"Hermandad Blanca versus Hombres de Negro"
Débora Goldstern


Continuando con la saga de nuestros enigmáticos Superiores Desconocidos, hoy presentamos en Crónica Subterránea, un nuevo relato sobre nuestros esquivos controladores humanos, que nuevamente tiene como escenario a la República Argentina.

Creemos que no es casual, que tantas narraciones sobre apariciones de estos misteriosos personajes, tengan a esta parte del continente sudamericano como sitio de elección. Quién haya seguido las publicaciones que venimos editando sobre el tema, reconocerá un lazo invisible vinculando a estas historias aparentemente inconexas.

Para ilustrar nuestra presunción elegimos un capítulo, del fascinante Portal 66./33 - El Código Secreto entre el Mago inglés John Dee y La Argentina, libro de nuestro colega y amigo Julio Vidal, quién fuera entrevistado por esta autora en su oportunidad, y al cual pedimos autorización para citar este capítulo, en exclusiva para los lectores del blog.

Aquí veremos como la idea de una guerra no declarada y mantenida oculta, es el eje que parece sustentar estas extrañas apariciones, desafiando por momentos toda lógica posible.



CAPÍTULO DOS

¿HOMBRE DE NEGRO O CONTACTADO?

No he podido olvidar, a pesar del tiempo transcurrido, aquel mediodía del mes de septiembre de 1993, en el hospital pediátrico de Chilecito, mientras regresaba de asistir a un recién nacido en un parto, fui llamado de urgencia para atender a seis adolescentes de entre 13 y 14 años que habían sido picados por avispas de las llamadas africanas.



El cuadro era impresionante, los seis estaban llorando, desesperados, revolcándose por el piso, con evidentes signos de reacciones alérgicas, edematizados (hinchados), con dificultad respiratoria, tres de ellos graves, con el agregado del susto generalizado en todo el personal de enfermería y sus familiares. Ante semejante situación tan repentina y con tantos pacientes graves a la vez, sobre todo en un pequeño hospital que para aquel entonces atendía una población infantil de 7000 pacientes por año, inmediatamente tuvimos que aplicar algunas dosis de adrenalina a los tres que tenían su vida comprometida por el peligroso edema de glotis (inflamación de la glotis, conducto superior de aire en la tráquea), lo que de no mejorar por la acción de la adrenalina, me obligaría a realizar una traqueotomía a cada uno, para salvar las vidas sobre todo de los tres pacientes más graves.


Gracias a Dios, en los tres hizo efecto inmediato la acción terapéutica de la adrenalina; y así se salvó la vida de aquellos muchachos, los que quedaron internados en observación, hasta el día siguiente, en mi guardia. Entre ellos estaban los hijos de dos compañeras de trabajo, auxiliares de medicina. Por información de otro colega médico, ya estaba enterado de que a una de aquellas compañeras le había acontecido años atrás un extraño hecho relacionado con los ovnis. Esa noche que estuvo internado su hijo, fue la oportunidad para preguntarle sobre su historia, y así me relató lo que recordaba sobre lo acontecido allá por el año 1979. Eloisa de N. es profesional auxiliar de la medicina, trabaja en servicios de salud en Chilecito, provincia de La Rioja desde hace más de 20 años y ésta es su historia:

Corría el mes de julio del año 1979, estaba embarazada de seis meses de mi primer hijo, (casualmente uno de mis pacientes picado por las avispas, de 14 años), y me encontraba por viajar desde la Terminal de ómnibus de la ciudad de Córdoba hacia Chilecito (la segunda ciudad más importante de la provincia de La Rioja). Por aquellos tiempos, la única empresa que realizaba este viaje salía a las 22.00 de Córdoba y llegaba a las 06.00 de la mañana a destino.


En los momentos previos al abordaje del colectivo, siempre tuve la sensación de estar siendo observada por alguien y no podía vislumbrar quién podía ser. Unos instantes antes de subir al colectivo, pude observar a un hombre alto, de tez morena, inusualmente tostado para la época (pleno invierno), de cabellos blancos peinados hacia atrás, vestido de impecable traje negro, que me observaba con una indisimulada avidez y que también parecía que iba a viajar en el mismo vehículo que yo. Me ubiqué en mi asiento del lado de la ventanilla (numerado). El espacio contiguo estaba vacío y al instante en que se puso en movimiento el ómnibus, al pie del asiento desocupado estaba el hombre de traje negro, quien amablemente me preguntó si no me molestaba que ocupara el lugar contiguo al mío.


Entre dudas y temor acepté que se sentara a mi lado. Habrían pasado unos diez minutos cuando de repente sin ningún diálogo previo me hizo una pregunta que me sorprendió:




¿Qué opina usted de la transmisión de pensamientos?




Al escuchar su extraña pregunta, no supe qué responderle al principio, luego vacilando le contesté:




Debe ser verdad que existe la transmisión de pensamientos. Inmediatamente me dijo: Piense en una palabra.




Como yo estaba del lado de la ventanilla, aunque era de noche, por la luz de la luna llena pude ver unas vacas en el campo, al costado de la ruta, antes de pasar por Carlos Paz.



Usted pensó en la palabra vacas me dijo inmediatamente.



En ese instante comencé a tener más miedo, a lo que el extraño individuo expresó: No tenga temor, todo es energía, observe...“ mientras apoyaba la palma de su mano derecha sobre el respaldo del asiento de la fila anterior".




Inmediatamente la retiró, quedando plasmada una luminosidad fosforescente que sobresalía en la penumbra del lugar con la forma y el contorno de su mano, que persistió por un par de minutos. En esos instantes mi ansiedad y temor iban en aumento. Luego, inexplicablemente me sentí tranquilizada y comenzamos a tener una conversación muy fluida que se prolongó durante casi toda la noche que duró el viaje.




Sobre los temas que tocamos, gran parte ahora no los recuerdo, pero fue una conversación amena, recuerdo que me explicó sobre el funcionamiento del aparato de ultrasonido que yo había comprado en Córdoba y que traía en ese viaje sin que yo le hubiera dicho que estaba en un paquete sobre el portaequipajes. Acertó mi edad y el nombre del perfume que usaba aquella noche. Me habló sobre la energía que emanan las pirámides, las que tienen las medidas en escala de la pirámide de Keops. También me explicó sobre las propiedades curativas de los colores, sobre todo del color naranja, entre otros temas que hoy en este momento no recuerdo.



De lo que no me he olvidado es que al estar llegando a Chilecito, me preguntó si creía en la existencia de los ovnis y la vida extraterrestres Le dije que podrían existir, entonces expresó que existe una guerra entre los hombres de la hermandad blanca y los hombres de negros, pero no hizo referencia a cuál de los bandos pertenecía y en ningún momento me dijo su nombre, y si me lo dijo, no lo recuerdo.

Lo que sigue es lo que yo nunca olvidé del relato de Eloísa:

Yo no entiendo nada de coordenadas geográficas ni de portales, pero lo que me dijo aquella vez, aun en el día de hoy no lo he podido olvidar y no sé por qué, creo que por lo fácil de recordar esos dos números, se lo repito a usted tal cual me lo dijo él: Crea usted o no, esta noche a las 22.30 va a poder ver una flota de cinco naves que van a pasar de sudeste a noroeste, vienen desde el portal del meridiano 66 paralelo 33, así que la invito a que los observe, salga al patio de su casa y mire al cielo...



Una vez que terminó de decirme esas palabras, ya estábamos llegando a la Terminal de Chilecito, eran las seis de la mañana, se despidió dándome un apretón de manos, descendió del colectivo, aparentemente sin equipaje, y se perdió por la calle La Plata, en dirección arriba hacia el oeste. Al descender, me esperaba mi esposo, le relaté rápidamente como pude lo que me sucedió. Mi esposo quiso conocerlo o por lo menos ver cómo era este hombre.



Ya en el auto, dimos varias vueltas por los alrededores de la Terminal y no pudimos dar con el extraño personaje, a pesar de que en Chilecito, en esa época y por esas horas, los pocos transeúntes que había por la calle eran fáciles de ubicar, pero no pudimos encontrarlo, tampoco pudimos observar ningún vehículo taxi o particular por la zona. Sin olvidar sus últimas palabras, aquella noche a las 22,30, tengo que confesarlo, no me animé a salir al patio, tuve miedo.... En cambio, mi marido sí salió a la hora convenida y pudo observar cinco puntos luminosos como grandes estrellas, una delante y las otras cuatro detrás, dispuestas en forma de V, en dirección sureste-noroeste, en perfecta formación, que se desplazaban lentamente sin emitir ni escucharse ningún sonido, desapareciendo por detrás de la cima del cerro Famatina (cerro de 6800 m, ubicado en la precordillera de los Andes, al oeste de la ciudad de Chilecito).

La vida de Eloísa ha continuado tranquilamente sin ningún cambio, y desde aquella vez jamás ha vuelto a ver ni saber nada sobre aquel extraño hombre vestido de negro (¿o contactado?). El proyecto original de este libro contenía esta historia y el otro relato anterior, pero lo que pudimos investigar a posteriori a través del más que importante dato de las coordenadas geográficas del meridiano 66 y el paralelo 33, dados por el supuesto hombre de negro, abrieron un insospechado e inesperado abanico de información, la que así como nos sorprendió y nos sigue sorprendiendo en cada momento, esperamos que también en nuestros lectores produzca la natural y humana sensación de estar ante una historia tan real como mágica en los entresijos misteriosos del tiempo/espacio que nos rodean, a veces imperceptible e invisiblemente.



La simpleza aparente de esta historia, casi una anécdota con visos de misterio, habría pasado desapercibida, directamente al olvido, mas un detalle en las últimas palabras del hombre vestido de negro antes de despedirse de Eloísa, quedaron resonando en mi memoria y mis oídos como una clave: (66./33) vienen del portal meridiano 66, paralelo 33 para conectar hechos aparentemente aislados en distintos lugares y en el tiempo, que presentan una conexión invisible, con una manifiesta frecuencia, siguiendo una franja geográfica de 400 Km. de ancho a lo largo del meridiano 66 Oeste (del 64 al 68) presentando una de las casuísticas más importantes, en los últimos 30 años, de avistamientos de ovnis, encuentros cercanos del primer al tercer tipo y experiencias relacionadas con el conocimientos de lugares bajo la superficie del planeta en estas regiones a lo largo de la Cordillera de los Andes. Y lo más inquietante y revelador de esta historia es su relación con el punto geográfico mencionado por el supuesto hombre de negro situado exactamente en la encrucijada del meridiano 66 (Oeste) y paralelo 33 (Sur). Después de doce años de haber escuchado este relato y por un impulso realmente inesperado, comencé a indagar en mapas de nuestro país, sobre la localización del punto, y como todo llega, después de tanto tiempo pude encontrar y localizar el lugar. Quizás en los momentos anteriores a este descubrimiento no había llegado la oportunidad del momento de su revelación, arcano misterioso en el manejo de los tiempos por la inteligencia oculta que mueve los hilos de nuestra realidad, o lo que llamamos destino.


Primera revelación o descubrimiento:

La localización del Portal del meridiano 66 oeste, paralelo 33 sur, corresponde exactamente al lugar llamado dique La Florida, en la provincia de San Luis (Argentina), donde tuvo lugar en el año 1978 un encuentro cercano del tercer tipo. Allí ocurrió el descenso de una nave y la breve caminata de su tripulante ante seis testigos calificados. A esta historia la repasaremos y la analizaremos en detalle, ya que se trata del primer encuentro cercano del tercer tipo denunciado (único en el mundo) ante las autoridades policiales argentinas, debidamente documentada y reconocida oficialmente, donde también entraron posteriormente en escena los extraños hombres de negro, lo que daría indicios sobre la supuesta contienda entre éstos y la mencionada hermandad blanca y la existencia de otros ocultos motivos bien desconocidos para el común de los mortales. Los hombres de negro y la hermandad blanca de alguna manera tienen su particular forma de medir fuerzas en aquella contienda en el cielo. Sobre el tripulante de la nave que descendió a la vera del dique La Florida en San Luis, diremos que se trataba de un individuo de cabellos rubios, tez blanca, enfundado en un traje luminoso, protegido su rostro tras una escafandra transparente de cristal, con un saludo que denotaba un mensaje pacífico al mostrar las palmas de sus manos hacia adelante, esbozando además, según los testigos, una dulce y sutil sonrisa ratificando de alguna manera sus buenas intenciones.

Casualidad o causalidad, aparentemente quienes manejan información sobre estos acontecimientos prescinden evidentemente de rutas u otros puntos referenciales, ya que las localizaciones de los lugares se basan en elementos invisibles pero permanentemente presentes, como lo son las coordenadas geográficas. Esta historia en un principio iba a ser un relato más de nuestro libro, pero las implicancias que trascienden a ambos ámbitos geográficos tan diferentes como son el dique La Florida y Chilecito, y la mención numérica, matemática y geográfica del lugar del descenso del ovni con la caminata de su tripulante en La Florida, han motivado que este relato determine la acumulación, en un solo Punto, la encrucijada del meridiano 66 Oeste y el paralelo 33 Sur, de una sucesión de insospechados e inesperados elementos que por mucho tiempo permanecieron ocultos a la vista de todos y que por ventura del destino nos ha tocado en suerte por estos momentos cruciales para el conocimiento de la humanidad, darlos a conocer al público en general.