Monday, May 04, 2009

1º de Mayo en Huete, ciudad Optense de la Alcarria española


“Crónica del Cristo de los Gitanos”.


Amanece de sol y primaveras en Huete, este día de ensimismada paz pueblerina, fruto de esforzadas epopeyas de un dúeto italo-anarquista de Saccos y Vanzettis, actores en otro continente y bajo otras banderas, que ahora empalidecen ante la placa firmada por Juan Carlos 1º Rey, donde afirma una unidad biológica y un destino universal , y pensé conmigo, valla “Plaza de la Hispanidad”, esta la de Huete, y sus aires joseantonianos a pesar de marroquíes, rumanos, chinos y rusos, pululando por Hispania

Sigo mi camino rumbo a todo lo que tenga más de 1000 años, y gasto horas entre murallas y arcos, puertas y almacenes, monasterios y capillas, que me recuerdan a Iruya, en mi lejana Salta de Argentina.

Es primero de mayo, y las buenas gentes se dividen entre los toros y el futbol, y de repente ya casi pasadas las 6 de la tarde escucho guitarras y saetas, busco y no encuentro, miro y veo un garaje cerrado, algunas niñas gitanas cotillean en la acera, y tímidamente pregunto si hay fiesta en casa?

Salen dos gitanos de buen porte, fuertes y entrado de carnes, diría el héroe de Lepanto, y luego de minucioso examen, estas gentes del Santo Oficio Pauliciano me invitan a entrar al sarao.
Un Hombre de 40 años y su esposa, montados en improvisado pulpito, dejan oír emocionantes relatos de lo que Cristo hizo en sus vidas, y el hombre, a quien llaman de Hermano Rafa, suelta el más bello sermón que escuchara en años; Donde hay un viejo Abraham a punto de cortar el cuello del infante Isaak, y la leña traída desde casa, las piedras acumuladas, el filo de la tarde, y una voz del cielo que interrumpe el sacrificio, ………….la comunidad formada por casi un igual número de hombres y mujeres, levantan las manos y se sumergen en hondos suspiros, salmos y plegarias gitanas al Cristo Levantino.

Mis cicerones, Pastores Manolo y Eduardo observan mis acciones, son guardianes de las almas, y yo apenas un extraño, que se presento como Cristiano, pero Católico, aunque Ortodoxo, en fin, alguien al menos dos veces sospechoso de herejía Ultramontana o al menos Patripasiana.
Si mostrara mi pasaporte y credenciales como Obispo, o aun mas como Arzobispo Metropolita, del Holy Sinod American Orthodox Catholic Church, tal vez hubiera en esa tarde alcanzado la palma del martirio.

Termina el culto en esa pequeña Iglesia Pentecostal de los gitanos de Huete, lugar donde se canta a Cristo y se guardan rígidas leyes mosaicas, en el pueblo entre tanto, la algazara de propios y enteados, va envolviendo Huete, son jóvenes de negro, vienen de Cuenca y traen sus gritos de guerra y la música afro-rapp para templar el espíritu, son muy jóvenes, los hay de todo pelaje, sexo y condición, pero casi todos huelen a hierba recién quemada, y alguna carita boba, denuncia el rancio aroma del bazuco de coca terminado.

Son las 9 de la noche, y el pueblo se repite, calle a calle, recordándome a Lorca, pero guardo en mis oídos los cantos gitanos y siento las manos firmes de Manolo y Eduardo, mis inconfundibles Pastores Gitanos, últimos bogomilos de una era que termina, vuelvo al Hostal del Duque a cenar una sopa que justifique mi sed de vino colquense y luego vendré a escribir mis crónicas de Huete, donde el Señor nos trajo a levantar su tabernáculo, a astear otra vez a tope esta bandera azul, bonaria, porque al igual que el Campeador, nunca admitimos la derrota, y aquí clavó el Maestre Mosquera su adarga, y no habrá marrano que nos quite del ruedo.

+ ++Alfredo.
Capellán Bonario