WILLIAM KELLY nació en mayo de 1821 en Millisle, condado de Down, Irlanda del Norte. Huérfano desde temprana edad, se vio obligado a ganarse su sustento, y en 1840 llegó a ser instructor privado de la familia del Seigneur de Sark. Hacia fines de 1841, su conciencia fue alcanzada por la convicción de que era un pecador a través de la lectura personal de Apocalipsis 20:12, sin que mediara ningún instrumento humano. Por ese entonces conoció a los «hermanos», con quienes no tardó en unirse. Durante treinta años mantuvo estrechas relaciones con las islas del Canal de la Mancha, residiendo mayormente en la isla de Guernsey, donde, desde 1841, existía una pequeña congregación. En 1870 se trasladó a Blackheat (Londres).
Kelly fue un graduado del «Trinity College» (Universidad de Dublín) donde obtuvo los más altos honores en Lenguas Clásicas, y fue reconocido no solamente como un erudito de conocimientos y capacidad singulares, sino como un controversista de formidable calibre. Su primera publicación fue un breve tratado impreso en Guernsey en 1844 en el que explicaba su cambio de posición al reunirse al solo nombre del Señor. Además de ayudar al Dr. S. P. Tregelles mediante sus eminentes investigaciones como crítico textual de la Biblia, publicó, en 1860, una edición crítica del Apocalipsis, sobre la cual el Profesor Heinrich Ewald, en un recomendatorio artículo escrito en el Jahrbücher de Göttingen, declaró que fue la mejor pieza de cuño inglés que jamás haya visto sobre la materia.
Tales estudios fueron llevados a cabo simultáneamente con la publicación de un periódico intitulado The Prospect (La esperanza) desde 1848 hasta 1856, dedicado al estudio de la profecía. En enero de 1857 emprendió la redacción de la revista The Bible Treasury (El Tesoro de la Biblia), la que continuó hasta su muerte, cincuenta años más tarde. Como redactor del Bible Treasury, entró en correspondencia con hombres de talla tales como el deán Alford, el Dr. Robert Scott (el lexicógrafo, a quien Kelly convenció de la verdadera fuerza del vocablo griego que la Versión Autorizada inglesa vierte erradamente por «cerca» en 2.ª Tesalonicenses 2:2), Principal Edwards (quien confesó a Kelly su conversión al punto de vista premilenario), el Profesor Sanday de Oxford, y otros tantísimos teólogos famosos de aquel entonces. Mientras los miembros eclesiásticos más jóvenes abrazaban las funestas ideas de la Alta Crítica, el Archidiácono Denison afirmaba incansablemente que el Bible Treasury era la única revista religiosa que merecía ser leída entonces, e insistía en que el editor permanecía inflexible en su censura de lo que para él eran opiniones de la Biblia que deshonraban a Cristo.
Su biblioteca —la cual, tras su muerte, fue donada a la biblioteca pública de Middlesbrough ante la sugerencia del entonces Arzobispo de York— tenía mucho renombre. Contaba con más de 15.000 volúmenes, sumando un peso de 17 toneladas, lo que demandó una extensión del edificio de la biblioteca pública para su acomodamiento. Incluía los grandes códices (algunos en facsímil), todos los grandes políglotos, las obras completas de los Padres de la Iglesia y de los grandes escolásticos, además de numerosos y valiosos volúmenes de todas las ramas del saber: Ciencia, Filosofía e Historia. Especialmente rica en Obras Clásicas, Historia Eclesiástica y Teología. Sus escritos reflejan una íntima familiaridad con todas estas obras.
Fue un prolífico escritor. Publicó, además de numerosos tratados, más de 40 volúmenes que provocaron la admiración de los medios universitarios y eclesiásticos, lo cual le valió para entrar en relación con las notabilidades de la ciencia y de la sabiduría secular, con la consiguiente influencia que esto produjo en algunos. Escribió comentarios (unos expositivos, otros en forma de conferencias) de todos los libros de la Biblia, en los que incluyó su propia traducción del texto bíblico, la cual pone de manifiesto su notable dominio de las lenguas originales. Entre sus primeras obras podemos nombrar sus Lectures on the Church of God (Conferencias sobre la Iglesia de Dios) y sus Lectures on the New Testament Doctrine of the Holy Spirit (La doctrina del Nuevo Testamento sobre el Espíritu Santo, diez conferencias). También sus conferencias sobre el Pentateuco, sobre el libro del Levítico (actualmente en seis volúmenes), sobre los Profetas Menores, y su extensa obra God’s Inspiration of the Scriptures (La divina inspiración de las Escrituras) que escribió a los 82 años. Abarcó todo el Nuevo Testamento con una serie de 26 volúmenes, entre los cuales hay 4 introductorios y dos sobre el Apocalipsis: Lectures on the Revelation (Conferencias sobre el Apocalipsis; 1860) y Revelation Expounded (Exposición de Apocalipsis; 1901), los cuales, junto con los estudios del Antiguo Testamento, contribuyeron enormemente a la edificación de los creyentes de habla inglesa. Importantes son también sus comentarios sobre Génesis caps.1 a 2:3 (In the Beginning & The Adamic Earth, En el principio y la tierra adámica), Expositions of the Prophecies of Isaiah (Estudios de las profecías de Isaías) y sus últimas palabras sobre «Cristo viene otra vez», donde reivindica la originalidad de J. N. Darby. respecto al «arrebatamiento de los santos», la que había sido objetada por un autor estadounidense.
Se tomó también el trabajo de buscar copias de todos los escritos de J.N.D., —lo cual le llevó varios años—, los cuales fueron en su mayoría originalmente publicados en forma de folletos y muchos de ellos en francés, alemán e italiano, a los cuales, después de traducirlos al inglés y adjuntarlos a los ya existentes en ese idioma, clasificó sistemáticamente sacándolos nuevamente a luz en una serie de 35 volúmenes que intituló The Collected Writings of J. N. Darby (Colección de escritos de J. N. Darby). C. H. Spurgeon, el famoso predicador inglés contemporáneo de Kelly, al examinar su ministerio escrito, dijo de él en su Guide to Commentaries (Guía a los comentarios bíblicos): «Tenía una mente que abarcaba el universo.» Mas a pesar de su lustre
intelectual y de su reconocida categoría en el terreno del saber, su gozo consistía en reunirse con los hermanos más sencillos y humildes, poniendo su corazón en las reuniones del carácter que fueran y siendo accesible a todos. Un incidente conocido sobre Kelly cuenta de una visita que le hicieron un grupo de autoridades de la Universidad de Dublín. Durante la entrevista, uno de los profesores, tras examinar su monumental y valiosa biblioteca y discerniendo su erudición y capacidades extraordinarias, le dijo que le esperaba una gran fortuna si echaba mano de las oportunidades ofrecidas a personas de sus calificaciones. Su respuesta fue breve y concluyente: «¿Para qué mundo?». Como Moisés, estimó más grande, más rico el vituperio de Cristo que cualquier recompensa terrenal, teniendo la mirada puesta en el galardón (Hebreos 11:25-26). Breves momentos antes de partir a la presencia del Señor, en su lecho de muerte, dijo a uno que estaba a su lado: «Hay tres cosas reales: la cruz, el odio de parte del mundo y el amor de Dios.»
Un clérigo de avanzada edad, que acudía desde hacía mucho tiempo a él en busca de consejo, al oír de su fallecimiento escribió: “Fue varón de verdad y temeroso de Dios, más que muchos” (Nehemías 7:2).
Durmió en el Señor el 27 de marzo de 1906 en Exeter, Inglaterra
Kelly fue un graduado del «Trinity College» (Universidad de Dublín) donde obtuvo los más altos honores en Lenguas Clásicas, y fue reconocido no solamente como un erudito de conocimientos y capacidad singulares, sino como un controversista de formidable calibre. Su primera publicación fue un breve tratado impreso en Guernsey en 1844 en el que explicaba su cambio de posición al reunirse al solo nombre del Señor. Además de ayudar al Dr. S. P. Tregelles mediante sus eminentes investigaciones como crítico textual de la Biblia, publicó, en 1860, una edición crítica del Apocalipsis, sobre la cual el Profesor Heinrich Ewald, en un recomendatorio artículo escrito en el Jahrbücher de Göttingen, declaró que fue la mejor pieza de cuño inglés que jamás haya visto sobre la materia.
Tales estudios fueron llevados a cabo simultáneamente con la publicación de un periódico intitulado The Prospect (La esperanza) desde 1848 hasta 1856, dedicado al estudio de la profecía. En enero de 1857 emprendió la redacción de la revista The Bible Treasury (El Tesoro de la Biblia), la que continuó hasta su muerte, cincuenta años más tarde. Como redactor del Bible Treasury, entró en correspondencia con hombres de talla tales como el deán Alford, el Dr. Robert Scott (el lexicógrafo, a quien Kelly convenció de la verdadera fuerza del vocablo griego que la Versión Autorizada inglesa vierte erradamente por «cerca» en 2.ª Tesalonicenses 2:2), Principal Edwards (quien confesó a Kelly su conversión al punto de vista premilenario), el Profesor Sanday de Oxford, y otros tantísimos teólogos famosos de aquel entonces. Mientras los miembros eclesiásticos más jóvenes abrazaban las funestas ideas de la Alta Crítica, el Archidiácono Denison afirmaba incansablemente que el Bible Treasury era la única revista religiosa que merecía ser leída entonces, e insistía en que el editor permanecía inflexible en su censura de lo que para él eran opiniones de la Biblia que deshonraban a Cristo.
Su biblioteca —la cual, tras su muerte, fue donada a la biblioteca pública de Middlesbrough ante la sugerencia del entonces Arzobispo de York— tenía mucho renombre. Contaba con más de 15.000 volúmenes, sumando un peso de 17 toneladas, lo que demandó una extensión del edificio de la biblioteca pública para su acomodamiento. Incluía los grandes códices (algunos en facsímil), todos los grandes políglotos, las obras completas de los Padres de la Iglesia y de los grandes escolásticos, además de numerosos y valiosos volúmenes de todas las ramas del saber: Ciencia, Filosofía e Historia. Especialmente rica en Obras Clásicas, Historia Eclesiástica y Teología. Sus escritos reflejan una íntima familiaridad con todas estas obras.
Fue un prolífico escritor. Publicó, además de numerosos tratados, más de 40 volúmenes que provocaron la admiración de los medios universitarios y eclesiásticos, lo cual le valió para entrar en relación con las notabilidades de la ciencia y de la sabiduría secular, con la consiguiente influencia que esto produjo en algunos. Escribió comentarios (unos expositivos, otros en forma de conferencias) de todos los libros de la Biblia, en los que incluyó su propia traducción del texto bíblico, la cual pone de manifiesto su notable dominio de las lenguas originales. Entre sus primeras obras podemos nombrar sus Lectures on the Church of God (Conferencias sobre la Iglesia de Dios) y sus Lectures on the New Testament Doctrine of the Holy Spirit (La doctrina del Nuevo Testamento sobre el Espíritu Santo, diez conferencias). También sus conferencias sobre el Pentateuco, sobre el libro del Levítico (actualmente en seis volúmenes), sobre los Profetas Menores, y su extensa obra God’s Inspiration of the Scriptures (La divina inspiración de las Escrituras) que escribió a los 82 años. Abarcó todo el Nuevo Testamento con una serie de 26 volúmenes, entre los cuales hay 4 introductorios y dos sobre el Apocalipsis: Lectures on the Revelation (Conferencias sobre el Apocalipsis; 1860) y Revelation Expounded (Exposición de Apocalipsis; 1901), los cuales, junto con los estudios del Antiguo Testamento, contribuyeron enormemente a la edificación de los creyentes de habla inglesa. Importantes son también sus comentarios sobre Génesis caps.1 a 2:3 (In the Beginning & The Adamic Earth, En el principio y la tierra adámica), Expositions of the Prophecies of Isaiah (Estudios de las profecías de Isaías) y sus últimas palabras sobre «Cristo viene otra vez», donde reivindica la originalidad de J. N. Darby. respecto al «arrebatamiento de los santos», la que había sido objetada por un autor estadounidense.
Se tomó también el trabajo de buscar copias de todos los escritos de J.N.D., —lo cual le llevó varios años—, los cuales fueron en su mayoría originalmente publicados en forma de folletos y muchos de ellos en francés, alemán e italiano, a los cuales, después de traducirlos al inglés y adjuntarlos a los ya existentes en ese idioma, clasificó sistemáticamente sacándolos nuevamente a luz en una serie de 35 volúmenes que intituló The Collected Writings of J. N. Darby (Colección de escritos de J. N. Darby). C. H. Spurgeon, el famoso predicador inglés contemporáneo de Kelly, al examinar su ministerio escrito, dijo de él en su Guide to Commentaries (Guía a los comentarios bíblicos): «Tenía una mente que abarcaba el universo.» Mas a pesar de su lustre
intelectual y de su reconocida categoría en el terreno del saber, su gozo consistía en reunirse con los hermanos más sencillos y humildes, poniendo su corazón en las reuniones del carácter que fueran y siendo accesible a todos. Un incidente conocido sobre Kelly cuenta de una visita que le hicieron un grupo de autoridades de la Universidad de Dublín. Durante la entrevista, uno de los profesores, tras examinar su monumental y valiosa biblioteca y discerniendo su erudición y capacidades extraordinarias, le dijo que le esperaba una gran fortuna si echaba mano de las oportunidades ofrecidas a personas de sus calificaciones. Su respuesta fue breve y concluyente: «¿Para qué mundo?». Como Moisés, estimó más grande, más rico el vituperio de Cristo que cualquier recompensa terrenal, teniendo la mirada puesta en el galardón (Hebreos 11:25-26). Breves momentos antes de partir a la presencia del Señor, en su lecho de muerte, dijo a uno que estaba a su lado: «Hay tres cosas reales: la cruz, el odio de parte del mundo y el amor de Dios.»
Un clérigo de avanzada edad, que acudía desde hacía mucho tiempo a él en busca de consejo, al oír de su fallecimiento escribió: “Fue varón de verdad y temeroso de Dios, más que muchos” (Nehemías 7:2).
Durmió en el Señor el 27 de marzo de 1906 en Exeter, Inglaterra