Friday, April 11, 2008

LA REINA DE HOLANDA.-

LA REINA-ABUELA DE TODOS LOS HOLANDESES, QUE DESPUÉS DE REINAR SUPO OCUPAR SU LUGAR EN LA HISTORIA RETOMANDO SU TÍTULO PRINCIPESCO……..
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Juliana I de los Países Bajos (Juliana Emma Louise Marie Wilhelmina van Oranje-Nassau); Nacida 30 de abril 1909 fallecida 20 de marzo 2004) fue la reina de los Países Bajos desde la abdicación de su madre en 1948 hasta su propia abdicación en 1980. Después de su abdicación retomó el título que utilizaba antes de ascender al trono.
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Nacida en la ciudad de La Haya, era hija del Príncipe Enrique, Duque de Mecklenburg-Schwerin, y de la reina Guillermina de los Países Bajos. Era nieta por vía paterna del gran duque Federico Francisco II de Mecklenburg-Schwerin y de la princesa María de Schwarzburg-Rudolstad. Por vía materna era nieta del rey Guillermo III de los Países Bajos y de la princesa Emma de Waldeck-Pyrmont. Fue nombrada princesa de los Países Bajos desde su nacimiento y se le aplicó el tratamiento de Alteza Real.
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Pasó su infancia en el Het Loo Palace, en Apeldoorn, el Noordeinde Palace y el Huis ten Bosch Palace en La Haya. Su tutor Jan Ligthart la educó en una pequeña escuela creada para ese propósito en Noordeinde Palace, a la que asistió desde los seis, y donde recibió una educación elemental con otros niños de su edad. Entre estos niños se encontraban la Baronesa Elise Bentinck, la Baronesa Elisabeth van Hardenbroek y Miek de Jorge.
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Como la constitución holandesa especificaba que debía estar preparada para acceder al trono desde los 18 años, la educación de la princesa Juliana se realizó de forma más acelerada que la de sus compañeros. Después de cinco años de educación primaria, la princesa recibió su educación secundaria y su preparación pre-universitaria de tutores privados.
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El 30 de abril de 1927, la princesa Juliana celebró su 18º cumpleaños. Según la constitución, oficialmente había alcanzado la mayoría de edad y estaba preparada para asumir prerrogativas reales si fuese necesario. Dos días después su madre la instaló en el “Raad van State” (Consejo de Estado). Era un mujer joven, tranquila e introvertida de rasgos sencillos cuya madre, de profundas creencias religiosas, no le permitía utilizar maquillaje, y que no parecía una princesa real típica. De todas formas, la familia real tenía el apoyo popular de los holandeses.
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Ese mismo año la princesa comenzó su carrera como estudiante en la Universidad de Leiden.
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Durante sus primeros años universitarios realizó estudios de sociología, jurisprudencia, economía, historia de las religiones, historia parlamentaria y derecho constitucional. Durante sus estudios también realizó cursos sobre la cultura de Surinam y las Antillas holandesas, la Constitución de los Países Bajos, relaciones internacionales, derecho internacional, historia general, y derecho europeo. También estudió bajo la tutela privada del profesor Christiaan Snouck Hurgronje sobre los fundamentos del Islam, una religión practicada por muchos habitantes de las colonias holandesas.
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En consonancia con la costumbre de las monarquías de la época, la reina Guillermina también comenzó a buscar un marido adecuado para su hija. Sin embargo fue difícil encontrar un príncipe protestante de una familia noble que se adaptase a las tradiciones de la estrictamente religiosa corte holandesa. Los príncipes del Reino Unido y Suecia fueron “vetados”, pero otros declinaron o fueron rechazados por la princesa. Después de encontrarse con su Serena Alteza, el Príncipe Bernardo de Lippe-Biesterfeld en 1936 con ocasión de la celebración de los Juegos Olímpicos de Invierno en Baviera, el compromiso matrimonial fue aceptado y preparado por su madre. El Príncipe Bernardo era un atractivo y joven hombre de negocios y aunque no era un playboy, era una persona bastante mundana con un estilo de vida dinámico y nada tradicional. Sin embargo, la princesa Juliana se enamoró perdidamente de su prometido, un amor que duró toda su vida y que resistió la separación de ambos durante la Segunda Guerra Mundial así como sus periódicas enemistades y las relaciones extramaritales y los hijos ilegítimos del Príncipe, conocidos públicamente.
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En un documento legal que establecía exactamente lo que el príncipe alemán podía y no podía hacer, y la cantidad de dinero que podía esperar como esposo de la única heredera de la gran fortuna de la familia real holandesa, la astuta reina Guillermina no dejó ninguna laguna legal que dejara a su hija desprotegida. El documento fue firmado y el compromiso de ambos anunciado públicamente el 18 de septiembre de 1936.
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El anuncio de la boda dividió a un país que desconfiaba de Alemania, bajo el gobierno de Adolf Hitler durante esta época. Antes de la boda, el 24 de noviembre de 1936, al Príncipe Bernardo se le otorgó la ciudadanía holandesa y cambó la pronunciación y escritura de su nombre del alemán al holandés. Se casaron en la Haya el 7 de enero de 1937, en la misma fecha que los abuelos de Juliana, el rey Guillermo III de los Países Bajos y la reina Emma de Waldeck and Pyrmont, cincuenta y ocho años antes. La ceremonia civil tuvo lugar en el salón del ayuntamiento de La Hay y el matrimonio fue bendecido en la Gran Iglesia de St. Jacobsker. La joven pareja de recién casados instaló su hogar en el Soetsdijk Palace, en Baarn.
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La Princesa Juliana y el Príncipe Bernardo tuvieron cuatro hijas:
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• La reina Beatriz de los Países Bajos, nacida el 31 de enero de 1938 en el Palacio de Soestdij. Está casada con Claus von Amsberg.
• La Princesa Irene de los Países Bajos, nacida el 5 de agosto de 1939 en el Palacio de Soestdijk. Se casó en 1964 en Roma con príncipe Carlos Hugo de Borbón Parma, del que se divorció en 1981.
• La Princesa Margarita de los Países Bajos, nacida el 19 de enero de 1943, en Ottawa, Ontario,Canadá. Está casada con el aristócrata holandés Pieter van Vollenhoven.
• La Princesa María Cristina de los Países Bajos, nacida el 18 de febrero de 1947, en el Palacio de Soetsdijk. Se casó en 1975 en la ciudad de Utrecht con el cubano Jorge Guillermo, del que se divorció en 1996.
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Exilio
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El tenso clima político europeo a la sombra de la gran amenaza del gobierno nazi de Alemania fue avivado en los Países Bajos cuando Adolf Hitler declaró que el matrimonio real de Juliana era una señal de alianza entre los Países Bajos y Alemania. Una enfurecida reina Guillermina rápidamente hizo una declaración pública rechazando las palabras de Hitler, pero el incidente causó más resentimiento popular debido a la elección del marido de la princesa, que fue tildada de desafortunada. Varias revelaciones turbulentas sobre la pasada conducta del Príncipe Bernardo aumentaron el resentimiento entre los holandeses, pero después de la invasión alemana el 10 de mayo de 1940, su actitud en contra de los nazis, cambió en gran parte la opinión pública en su favor.
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Durante la Segunda Guerra Mundial y la ocupación alemana de los Países Bajos el príncipe y la princesa decidieron abandonar su país con sus dos hijas y viajaron al Reino Unido, representando al gobierno de los Países Bajos en el exilio. La princesa permaneció allí durante un mes antes de llevarse a las niñas a Ottawa, la capital de Canadá, donde vivieron en una casa de Stornoway en el suburbio de Rockcliffe Park.
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Juliana rápidamente se ganó las simpatías del pueblo canadiense, mostrando un carácter amable y pidiendo que ella y sus hijas fuesen tratados igual que cualquier otra familia en tiempos difíciles. En la ciudad de Ottawa, donde pocas personas la conocían, la Princesa Juliana envió a sus dos hijas a la escuela pública y hacía las compras personalmente. Disfrutando de su anonimato a menudo iba al cine y tomaba el autobús. Cuando su vecina dio a luz, la Princesa de los Países Bajos se ofreció para cuidar de sus hijos mientras se recuperaba del parto.
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Cuando su tercera hija, Margarita, nació en 1943, el Parlamento de Canadá emitió una ley especial declarando la propiedad de la Princesa Juliana en la ciudad y el Ottawa Civic Hospital, como territorio holandés, para que simbólicamente la niña naciera en tierra holandesa. De no haberse emitido esta ley, la princesa Margarita hubiera quedado excluida de la sucesión al trono holandés. El gobierno canadiense levantó la bandera tricolor holandesa en la torre del parlamento mientras su campanario sonaba con música holandesa ante la noticia del nacimiento de la princesa Margarita. El Príncipe Bernardo, que había permanecido en Londres con la reina Guillermina y los miembros del gobierno holandés en el exilio, consiguió visitar a su familia en Canadá y estar presente en el nacimiento de Margarita.
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La genuina simpatía de la princesa Juliana y sus gestos de amistad hacia sus anfitriones canadienses crearon un vínculo duradero entre Canadá y Holanda, que fue reforzado por los soldados canadienses que murieron en 1944 y 1945 para liberar los Países Bajos de los nazis. El 2 de mayo de 1945 regresó en un avión militar de transporte con la reina Guillermina a la zona liberada de los Países Bajos, instalándose en Breda, junto con el gobierno holandés temporal. Una vez de regreso en su país expresó su gratitud a Canadá enviando a la ciudad de Ottawa más de 100.00 bulbos de tulipán. El 24 de junio de 1945 viajó desde Gourock, Escocia a los [Estados Unidos]], abandonando su residencia permanente en Londres. Al año siguiente (1946), Juliana donó otros 20.500 bulbos de tulipán con la petición de que parte de ellos fuesen plantados en los terrenos del Ottawa Civic Hospital, donde había nacido Margarita. En la misma ocasión prometió a la ciudad de Ottawa un regalo anual de tulipanes durante toda su vida para mostrar su eterno agradecimiento a Canadá por su hospitalidad. Cada año en Ottawa se celebra un Festival de los Tulipanes, en recuerdo de este regalo.
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Regreso a los Países Bajos
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El 2 de agosto de 1945 la Princesa Juliana se reunió con toda su familia en territorio holandés. Su austero y tradicional padre se había convencido de que las costumbres de su hija y nietas se habían corrompido irremediablemente durante su estancia en Canadá. En la primera comida familiar en Soetsdijk Palace, la pequeña Margarita de dos años comía con cuchara, Irene se sentaba sobre un cojín y la futura reina Beatriz, con siete años, que ya había expresado su deseo de volver a Canadá, hablaba sin parar con comida en la boca, afirmando que no le gustaba la comida holandesa y quería los filetes y helados canadienses que su madre le daba en Ottawa. La forma en que las niñas habían sido educada fue un motivo de discusión entre la princesa Juliana y su marido. Ella pensaba que la época de las monarquías tradicionalistas, rígidas y aisladas del pueblo había terminado, y que los niños reales debían interactuar tanto como fuera posible con los ciudadanos.
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Juliana inmediatamente colaboró con los proyectos de ayuda y beneficencia de postguerra a favor de la parte norte de los Países Bajos, donde los destrozos de los nazis habían provocado hambrunas durante los inviernos de 1944 y 1945. Se mostró muy activa durante su período como presidenta de la Cruz Roja holandesa y trabajó estrechamente con la organización para la reconstrucción nacional. Su proximidad al pueblo llevaron a muchos holandeses a desear la abdicación de la reina Guillermina. Durante la primavera de 1946 la Princesa Juliana y el Príncipe Bernardo visitaron los países que habían ayudado a los Países Bajos durante la ocupación.
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Durante el embarazo de su última hija, María Cristina la Princesa Juliana contrajo el sarampión. La niña nació en 1947 con cataratas en ambos ojos y pronto se diagnóstico que estaba casi completamente ciega de un ojo y con una visión muy limitada en el otro. A pesar de su ceguera, la princesa Cristina fue una niña feliz e inteligente con gran talento para los idiomas, y algo prácticamente desaparecido en la familia real holandesa, un gran oído musical. Con el paso del tiempo y los avances en la tecnología médica, su visión mejoró, utilizando gafas de cristales gruesos, pudiendo asistir a la escuela e incluso montar en bicicleta. Sin embargo, antes de que eso ocurriera, la princesa, aferrada a cualquier posible esperanza de una cura para su hija, fue engatusada por Greet Hofmans, una curandera de creencias heterodoxas que era considerada por muchos una impostora.
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Hacia 1956, cuando se conoció la influencia de Ms. Hofmans sobre las decisiones políticas de Juliana, el escándalo casi provocó la caída de la casa de Orange y la monarquía holandesa, generando una crisis constitucional que provocó que la corte y la familia real se dividieron entre quienes, liderados por el Príncipe Bernardo, rechazaban el fanatismo religioso de la reina y una amenaza a la estabilidad de la OTAN y los cortesanos más pacíficos y piadosos. El Primer Ministro consiguió resolver la crisis y salvar a la monarquía. Sin embargo, Juliana perdió el apoyo de su poderoso marido Bernardo y de sus aliados. Greet Hofmans fue expulsada de la corte real.
El Príncipe Bernardo llegó incluso a planear el divorcio de su esposa, pero finalmente no llegó a hacerlo, pues, como declaró un periodista americano: “A pesar de la crisis, de las enemistades y de los escándalos, su mujer todavía lo seguía amando.”
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Durante varias semanas entre otoño de 1947 y otra vez en 1948 la princesa actuó como regente, cuando, por razones de salud, la reina Guillermina fue incapaz de cumplir con sus tareas de estado. La guerra contra los independentistas de la colonia de Indonesia, que obligó al despliegue de más de 150.000 soldados holandeses, fue considerada un desastre económico para los Países Bajos. Ante la inminente y segura pérdida de la colonia, la reina anunció su intención de abdicar. El 6 de septiembre de 1948, con la atención del mundo sobre ella, la Princesa Juliana, la décimo segunda heredera en la sucesión de la Casa de Orange fue coronada Reina de los Países Bajos en Ámsterdam. El 27 de diciembre de 1949 en el Dam Palace de Ámsterdam, la reina Juliana firmaba los papeles que reconocían a Indonesia la soberanía sobre las antiguas colonias holandesas de las Indias Orientales.
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Reinado
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Como he mencionado previamente, la ceguera de su hija Cristina y al creciente influencia de Hofmans sobre asuntos de estado, y que se había trasladado al palacio real afectó gravemente a la relación marital de la reina. Durante los años siguientes la presencia de la curandera fue acompañada por la controversia política. Al principio la noticia fue ocultada de la prensa holandesa, pero terminó convirtiéndose en un debate nacional sobre la competencia de la reina para gobernar, a pesar de que gozaba de una gran popularidad. Juliana a menudo aparecía en público vestida como cualquier mujer civil, y comenzó a ejercitarse en público montando en bicicleta y paseando al aire libre. Muchos de sus empleados se dirigían a ella simplemente como "Mevrouw" (Señora).
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Aunque la bicicleta y sus costumbres mundanas sugerían un estilo de vida sencillo, durante la década de 1950 y 1960, la corte real holandesa disfrutaba de una gran prosperidad y esplendor económico, con chambelanes con magníficos uniformes, carruajes dorados, coches de lujo y espléndidos festejos y celebraciones en enormes palacios. Al mismo tiempo la reina visitaba a sus ciudadanos personalmente y sin anunciarse, aparecía en instituciones y escuelas públicas. Su carácter simpático y cálido terminó convirtiéndola en una gran oradora. En el plano internacional, la reina Juliana estaba especialmente interesada en los problemas de los países en desarrollo, los refugiados de las guerras, y sobre todo el bienestar de la infancia, especialmente en los países en desarrollo. El “New York Times” la describió como una “mujer sin pretensiones, de sentido común y buena voluntad.”
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En la noche del 31 de enero de 1953 los Países Bajos fueron afectados por la mayor inundación en más de quinientos años. Más de treinta diques y dunas de protección frente al mar se rompieron y muchas ciudades y pueblos fueron sumergidos por olas de varios metros. Vestida con unas botas y una vieja gabardina, la propia reina Juliana se metió en el agua y el barro y acudió a las zonas devastadas para llevar comida y ropa a la gente necesitada, mostrando su compasión e interés, consolando a la gente y aproximándose una vez más a los ciudadanos holandeses.
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En 1963 la reina Juliana se enfrentó a una nueva crisis que sembró el descontento entre los protestantes holandeses, cuando la Princesa Irene de los Países Bajos se convirtió en secreto al catolicismo y sin la aprobación del gobierno se casó el 29 de abril de 1964 con el Príncipe Carlos Hugo de Borbón, Duque de Parma, un aspirante al trono de España, y también líder del partido carlista español. Resurgieron los recuerdos nacionales sobre la lucha de los holandeses para independizarse de los católicos de España en los siglos XVI y XVII, que algunos comparaban con la reciente ocupación nazi. No contribuyó a mejorar la situación que el matrimonio de Irene fuera constantemente mostrado en los medios de comunicación y surgió un sentimiento de hostilidad contra la monarquía por haberlo permitido, e incluso algunos radicales exigieron la inmediata abdicación de la reina. Sin embargo, este sentimiento fue temporal, y la admiración y respeto que había adquirido de sus súbditos con el paso del tiempo, permitieron a la reina Juliana mantenerse en el trono.
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Esta crisis por el matrimonio de Irene resurgiría con el anuncio en julio de 1965 del compromiso entre la princesa Beatriz, heredera del trono, y un diplomático alemán Claus von Amsberg. El futuro marido de la futura reina había sido miembro de la Wehrmacht y de las Juventudes Hitlerianas. Muchos holandeses furiosos se manifestaron en las calles contra la “traición” del compromiso. Aunque en esta ocasión los ciudadanos no pidieron la abdicación de la reina, debido a que el objeto de su ira era la Princesa Beatriz, no obstante comenzó un debate social sobre la necesidad y función de la monarquía. La reina Juliana trató de anular el compromiso, pero terminó cediendo y el matrimonio tuvo lugar bajo una continua tormenta de protestas y con un sentimiento extendido de que la princesa Beatriz podría ser el último miembro de la Casa de Orange en gobernar los Países Bajos. A pesar de esta crisis de difícil solución, una vez más la popularidad de la reina Juliana fue afectada sólo temporalmente.
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En abril de 1967 un acontecimiento revitalizó la popularidad de la monarquía holandesa, cuando nació el primer heredero directo varón al reino holandés en 116 años, el Príncipe Guillermo Alejandro de los Países Bajos, hijo primogénito de la princesa Beatriz. En esta ocasión hubo varias manifestaciones de entusiasmo y cariño, y este acontecimiento fue favorecido por la prosperidad de la economía.
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Un nuevo escándalo afectó a la familia real en 1976 cuando se hizo público que el Príncipe Bernardo había aceptado un soborno de más de 1 millón de dólares por parte de la Lockheed Corporation, una empresa estadounidense para que influyera en el gobierno holandés en la compra de varios aviones de combate. El Primer Ministro de los Países Bajos ordenó una investigación, mientras el Príncipe Bernardo evitaba las preguntas de la prensa diciendo: “Estoy por encima de esas cosas.” En esta ocasión los holandeses no pidieron la abdicación de la reina, sino que temieron que abdicara por sí misma ante la vergüenza de que su esposo fuera procesado.
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El 26 de agosto de 1976 fue publicado un informe censurado y suavizado, pero contundente y directo sobre los negocios del Príncipe Bernardo. Se le retiraron sus títulos como Teniente Almirante, General e Inspector General de las Fuerzas Armadas. El Príncipe también se retiró de varias de sus posiciones en los consejos administrativos de muchas empresas, organizaciones caritativas el Fondo Mundial de Protección de la Vida Salvaje y otras instituciones. También renunció a llevar sus uniformes. A cambio, los Estados Generales de los Países Bajos aceptaron no procesarlo criminalmente. Posteriormente se supo que el gobierno holandés había manipulado el informe y había retirado los cargos más recientes de corrupción. Los cargos que fueron publicados ya no podían ser juzgados por una simple cuestión temporal. Con el tiempo, la familia real se esforzaría por rehabilitar el nombre del Príncipe.
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En 1979 William Hoffman publicó una biografía muy crítica con la monarquía titulada: “La Reina Juliana: La Historia de la mujer más rica del mundo.”, donde se ofrecían varios detalles sobre la fortuna de la corona holandesa. A la muerte del Príncipe Bernardo se dieron más detalles sobre la fortuna rea, estimada en unos 200 millones de euros. Contrariamente a las estimaciones del libro, la reina Juliana nunca llegó a ser una de las diez mujeres más ricas del mundo.
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Abdicación
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El 30 de abril de 1980, el día de su 71º cumpleaños, la Reina Juliana firmó el Acta de Abdicación y su hija mayor la sucedió como la reina Beatriz de los Países Bajos. Después de su abdicación sería conocida como “Su Alteza Real, la Princesa Juliana de los Países Bajos”, y continuó participando en varias actividades caritativas hasta bien pasados los ochenta años.
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Enfermedad y muerte
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Desde mediados de la década de 1990, Juliana sufrió una progresiva senilidad degenerativa atribuida al síndrome de Alzheimer, aunque fue negado por la familia real, de modo que no volvió a aparecer en público. Por órdenes de los médicos de la familia real, Juliana quedó bajo el cuidado de dos enfermeras las 24 horas. El Príncipe Bernardo admitió en una entrevista televisiva en 2001 que su esposa ya no era capaz de reconocer a su familia.
Juliana murió mientras dormía el 20 de marzo de 2004, con 94 años, en Soetsdijk Palace en Baarn debido a las complicaciones de una neumonía, exactamente 70 años después de su abuela Emma de Waldeck y Pyrmont.
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Fue embalsamada (al contrario que su madre, que decidió no hacerlo) y el 30 de marzo de 2004 fue enterrada junto a su madre Guillermina en el panteón real de Nieuwe Kerk en Delft. Se realizó una ceremonia ecuménica. Según dijo el vicario en su sermón, la princesa Juliana estaba interesada en todas las religiones y en la reencarnación.
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Su marido, el Príncipe Bernardo de Lippe-Biesterfeld murió apenas ocho meses después, el 1 de diciembre de 2004, con 93 años.
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CREDITOS.-
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Conde de Oroszlány



Secretario Privado.-