Sunday, January 02, 2011

Constitución Canónica de la Orden Benedictina Urbana (O.B.U.).-

El Padre Ambrosio, asumió la dirección de la Orden Benedictina Urbana (O.B.U.), que fue constituida canónicamente en la Proto Eparquía de Iberia el 25 de Diciembre, como Prior General de dicha Orden Religiosa.
Visitó al Príncipe de Septimio-Bathzabbay el Tadmur, Príncipe Protector de la Ortodoxia Sirio-Bizantina de tradición Mardaíta.

La reunión se mantuvo durante varias horas, en las que se trataron diferentes temas, para potenciar la tradición monástica en el Reino de España.


El Padre Ambrosio, en el Despacho del Gran Maestre de la Orden Bonaria, durante la reunión mantenida el día 30 de diciembre.-


Las Comunidades Religiosas de hombres y mujeres, son reconocidas por la IGLESIA PRIMITIVA CATÓLICA APOSTÓLICA Y ORTODOXA-Rito Sirio Bizantino como parte fundamental del Ministerio de la Caridad en la Iglesia; las Comunidades de Vida Religiosa (órdenes, institutos apostólicos, movimientos eclesiales y misioneros,…) podrán existir según sus Carismas y tradiciones propias, actuando en comunión con los Obispos de esta Iglesia; los Estatutos y Reglas de cada Comunidad, deberán ser aprobadas por el Arzobispo Primado u Obispo (en ausencia del Arzobispo Primado), para considerarse oficiales y propias de la Orden o Comunidad Religiosa; para erigir una Casa o Comunidad Religiosa, se requiere un mínimo de cinco profesos, y toda su vida espiritual e institucional, refrendada y regularizada por el Arzobispo Primado en su establecimiento; y la Santa Iglesia Primitiva Católica Apostólica y Ortodoxa considera asimilables a este Preámbulo las Sociedades Religiosas de Terciarios Laicos y Presbíteros Oblatos que, sin establecer Comunidades o Conventos, viven una Regla de Vida Común, son conocidas como Órdenes Terceras de las diferentes familias espirituales religiosas en la herencia del Catolicismo Occidental.



El Prior General de la OBU, fue invitado a visitar el Archivo General de la Orden Bonaria, en donde se atesoran documentos originales del S. XVI, los textos del Barón Von Hund, de la Estricta Observancia Templaria, y manuscritos templarios originales.


Para entrar a formar parte de cualquier comunidad monástica de la OBU, el aspirante tendrá que ser mayor de edad; solicitar su ingreso por escrito, deberá no tener antecedentes penales o no verse involucrado en ningún proceso judicial (a tal fin, deberá aportar un Certificado de Antecedentes Penales expedido por el Ministerio de Justicia o la instancia judicial del respectivo país de donde proceda el candidato), ser soltero/a o ser divorciado/a una sola vez (en este caso sin hijos o con hijos mayores de edad) y sin responsabilidades familiares.

Después de un tiempo prudencial de preparación y discernimiento de seis (6) meses como postulante y tras otros seis (6) meses de noviciado, el neófito será aceptado como miembro activo (haciendo su profesión religiosa por un año renovable anualmente hasta un período máximo de seis (6) años) y emitirá así los votos temporales. Tiempo suficiente tras el cual el/la nuevo/a Hermano/a podrá hacer la profesión religiosa perpetua. Dicha profesión monástica se solemnizará con la aprobación del Superior/a o el Prior/a General de la Abadía o Monasterio de los que formen parte.

Los religiosos tendrán en todo momento abiertas las puertas para abandonar la OBU y verse libres de romper definitivamente sus votos de consagración a la vida monástica (exclaustración o exprofesión monástica) y pasarán a ser simplemente laicos y cristianos que siguen otros rumbos en el Camino de nuestro Dios. La espiritualidad de la OBU hunde sus raíces en el amor que Dios tiene a los hombres y crece en la entrega a los demás. Tiene carácter Ecuménico y Apostólico, tal como lo vieron los Santos Fundadores mendicantes, monásticos y los reformadores del siglo XVI. Procura, en definitiva, hacer suyos los siguientes rasgos de la Espiritualidad Cristiana:

• Amor Misericordioso;

• Generosidad Apostólica;

• Sencillez de Vida;

• Pobreza Evangélica;

• Imitación a María, Madre de Jesús, en su entrega incondicional al Plan de Salvación de Dios (“que se haga en mí tu voluntad”), siendo fieles al llamamiento del Señor a través del avivamiento de la fe, la contemplación de los Misterios de Dios y la asidua vida de oración para así mejor servir a nuestro prójimo;

• Espíritu Familiar, según el modelo de la Sagrada Familia de Nazaret, asumiéndolo como nuestro, dado que nuestro compromiso monacal es fomentar también la fraternidad;

• Solidaridad efectiva con los pobres, sirviéndolos con amor, humildad y como si en realidad viéramos en ellos el rostro de Cristo a quienes hay que rescatar de las tinieblas a fin de devolverles su dignidad humana y procurar su rehabilitación social, tomando a Francisco de Asís y a la Madre Teresa de Calcuta como modelos ejemplares de amar y darse a sí mismos; y

• Mostrar entusiasmo en el trabajo cotidiano (tanto dentro como fuera de la comunidad monástica) sea cual sea nuestra profesión secular a fin de contribuir al sostén común.

Así de esta manera, la espiritualidad Ecuménica y Apostólica es fuente de gracia e inspiración también para todos los que formamos la Familia de la OBU (ya sean presbíteros o simples laicos consagrados), haciendo nuestro diariamente por construir el reino de Dios en medio de las realidades temporales.

El Espíritu Ecuménico asociado a la humildad, el amor y la tolerancia son virtudes esenciales que deben orientar nuestra vida de fe y esperanza por un mundo más justo y fraternal.

Fieles a este espíritu, los miembros de la OBU procuran hacer el bien pasando desapercibidos/as de los halagos de una sociedad ciega e insensible a las realidades y penurias de aquellos seres humanos que en ella hay marginados/as. Para soportar tan triste realidad, los religiosos/as de la OBU recurren a la ayuda constante de Aquella a quien consideramos nuestro “recurso ordinario”: la Virgen María.

En los monasterios y abadías de la OBU el espíritu de familia no sólo se manifestará en los momentos de alegría, bonanza y cuando todos/as sus miembros se encuentran bien, sino también, y sobre todo, cuando aparecen la enfermedad y la prueba. En estos casos, discernimos y actuamos en fraternidad, A LA LUZ DE LA FE, CÓMO AYUDAR CON GENEROSIDAD.

Las Comunidades de la OBU pueden, a veces, atravesar momentos difíciles. En tales circunstancias, cada miembro deberá esforzarse por ser factor de apoyo y comunión para caminar ese desierto desde la esperanza de pasar la prueba y la enseñanza que Dios quiere darnos para nuestro crecimiento de fe.

Como cristianos, somos sensibles a las necesidades de los que nos rodean y procuramos dar respuestas adecuadas según nuestras posibilidades.

También desde las Comunidades de la OBU nos empeñamos en buscar soluciones a las situaciones que conllevan sufrimiento e injusticia, tanto a escala local como mundial; en definitiva, es transformar esa realidad del Evangelio, que es justicia de Dios.