Tuesday, October 19, 2010

INFORME VINICIUS: El Delfín de Klaus Barbie.-

¿Cómo explicar el fenómeno de que una auténtica mafia civil-militar, que ha nacido de la corrupción y del abuso del poder y que ha engordado con el ilícito flujo de dólares que atrae del tráfico de drogas, llegue a hacerse dueña de todo un país como es el caso de Bolivia?

Para aproximarse a una respuesta mínimamente consistente es preciso esbozar, aunque sólo sea a grandes rasgos, las características del poder de esta mafia. Y, para ello, hay que comenzar echando una mirada al pasado reciente de Bolivia.

La larga secuencia de golpes de Estado militares desde 1964 es, sin duda, lo que más llama la atención en la política boliviana, hasta la llegada del Presidente Evo Morales.

No intentaremos desentrañar el «programa económico» de los últimos gobiernos militares de Bolivia, ni aun, siquiera, el señalar sus crasos errores y las dolorosas frustraciones que vive actualmente ese pueblo. En realidad, la burguesía boliviana y los militares que la representan no tienen un proyecto político-financiero que represente sus intereses. Están preocupados por enriquecerse lo más rápidamente posible, siendo incapaces para formular los lineamientos que abarquen un amplio horizonte del futuro nacional. La burguesía boliviana vive cada instante como si fuera el último, y dentro de ese que hacer, la formulación de programas a largo plazo es sólo una tarea distraccionista. La burguesía boliviana es inmediatista. Está preocupada por lograr prebendas inmediatas, aunque ese logro agrave la situación en su conjunto. Los gobiernos militares, fieles a esa concepción tremendamente egoísta, han administrado el poder dentro del estrecho marco de sus propios intereses inmediatos.

Muchos de los militares creyeron, lo mismo que García Meza y Arce Gómez, que los fabulosos ingresos del narcotráfico serían más que suficientes para reflotar la economía boliviana. El problema merecería un estudio especializado y profundo que no es el objetivo de este informe. La situación económica actual no deja de presentar una aparente contradicción: Cuando ingresa al país una extraordinaria corriente de dinero estimada en unos 1.600 millones de dólares anuales por la venta de la cocaína es justamente en ese momento cuando el país presenta la mayor crisis económica de su historia. ¿Cómo se explica todo esto?

No es posible ignorar que un alto porcentaje de las divisas que circulan en Bolivia se obtienen a través del mercado ilegal de la cocaína. Es más: la mayor parte de esas divisas tiene relación directa o indirecta con el narcotráfico. El valor de todas las exportaciones del país no sobrepasa los 850 millones de dólares. Es muy posible que los fondos obtenidos a través del mercado de la cocaína doble esa cantidad.

Un ingreso tan voluminoso y tan desproporcionado con la realidad económica del país no puede dejar de tener impacto decisivo en la economía nacional. El mayor efecto se produce, a no dudarlo, sobre la situación cambiaría, pies la afluencia de «coca-dólares» permite incrementar la oferta de moneda extranjera y mantener, en cierto grado, un tipo de cambio más bajo de lo que correspondería si no se dispusiera de esa entrada ilegal de dólares.

Los «coca-dólares» llegan en efectivo, en forma de remesas, a las manos de los productores de sulfato o de clorhidrato de cocaína y de éstos (en forma mucho más reducida) a los productores de hoja de coca, pasando por los revendedores y transportistas. Una parte de las divisas ingresa al mercado cambiario a través de las casas de cambio y otras agencias que operan en el canje de divisas. El resto ingresa al circuito a través de compras de bienes durables (televisores, coches, radios, grabadoras...) que se adquieren generalmente en Panamá, pagando en dólares, «Así los «coca-dólares» financian una parte importante de las salidas de divisas al exterior y una parte, también, de las importaciones legales de bienes.

Es evidente que los «coca-dólares» no llegan y no pueden llegar directamente al Banco Central y, por lo tanto, no tienen un efecto monetario directo. Lo que tienen es un efecto indirecto sobre la economía del país. Las personas que poseen dólares provenientes del narcotráfico necesitan siempre una cierta cantidad de pesos bolivianos para solventar sus gastos corrientes. Por medio del mercado cambiario obtienen la moneda nacional requerida. El vínculo, por lo tanto, es a través de mercado de cambios.

La existencia de bandas armadas de carácter absolutamente irregular e ilegal, compuestas de elementos organizados militarmente y vestidos de civil, dedicados a las «tareas sucias» de la represión política y del terrorismo al servicio del Estado, genéricamente denominadas «policías paralelas» o «grupos parapoliciales» o «paramilitares», no es, por cierto, algo propio al fascismo boliviano. Desde hace mucho tiempo y en muchos países del mundo, muchos pueblos han tenido que enfrentarse a esta excrecencia social. Sin embargo, las dimensiones que este fenómeno ha cobrado en Bolivia tienen, sin duda, pocos precedentes.

Fue con ocasión del sangriento golpe de Estado que implantó el fascismo en Bolivia, en agosto de 1971, cuando hicieron su aparición los primeros embriones de grupos paramilitares. Mientras en La Paz hacían el oficio de francotiradores asesinos (militantes falangistas como el «Mosca» Monroy o Alberto Alvarez y delincuentes juveniles como la banda de los «Marqueses»), en Santa Cruz se hacía el experimento de aplicar el sistema de «escuadrones de la muerte» importado del vecino Brasil. Widen Razuk Abrene y Oscar Román Vaca dirigieron dos de estos «escuadrones» que entre el 19 de agosto de 1971 y marzo de 1972 se cobraron la vida de 304 personas (según testimonio del más tarde ministro del Interior del gobierno Gueiler, Jorge Selum).

A raíz de su probada adhesión a un régimen terrorista como lo fue el de Banzer, todos fueron premiados con cargos públicos: Monroy fue a la Dirección de Aduanas, Alvarez a la Presidencia de la Lotería Nacional, Razuk a la Prefectura del Departamento de Santa Cruz y Román Vaca a la Presidencia del Comité Pro Santa Cruz.

Con estos y otros elementos provenientes del ejército, la policía y el hampa, el régimen banzerista organizó su policía política bajo la denominación de Departamento de Orden Político (DOP) encubierto como dependencia del Ministerio del Interior. Desde entonces suenan los nombres del eterno coronel Rafael Loayza, jefe de Inteligencia del Ministerio del Interior (en la práctica, lo mismo que el Servicio de Inteligencia del Estado o SIE), del entonces capitán Carlos Mena (jefe de Operaciones del Ministerio del Interior, más tarde sucesor de Loayza), del coronel Jorge Cadima, futuro intimo amigo de Alfredo Mingolla, el capitán Rudy Landívar y el mayor Tito Vargas (de la Sección II del Ejército) y de los civiles Guido Benavides (inspector de Policía, jefe del DOP, luego de la Dirección de Investigación Nacional o DIN), Jorge «Coco» Balvián y Daniel «Damy» Cuentas (ex militantes revolucionarios) o «El Trío oriental», del hampa de Santa Cruz, todos ellos tristemente célebres torturadores.

Durante los siete años que duró el régimen fascista, estas bandas semiclandestinas y parapoliciales fueron las encargadas de sembrar el terror entre la población, especializándose en los asaltos nocturnos a los domicilios de quienes resultan molestos al régimen y en cada vez más refinados sistemas de «interrogatorio» y tortura a los «detenidos» (en realidad, secuestrados) políticos.

Ahora se sabe que fue en 1978 cuando empezaron a llegar a Bolivia los primeros mercenarios extranjeros reclutados por el alemán Klaus Barbie-Altmann (jefe de la policía política nazi GESTAPO en la ciudad francesa de Lyon durante la Segunda Guerra Mundial) por cuenta del Ministerio del Interior boliviano del que el nazi refugiado en Bolivia era asesor con el grado de Coronel.

Así llegaron a Bolivia, tal como hemos visto con anterioridad en este informe, los argentinos Alfredo Mario Mingolla, González Bonorino y Silva, todos ellos procedentes de la tenebrosa «Alianza Anticomunista Argentina» (o «Triple A»), con tratados por el Ministerio del Interior, por intermedio de Altmann, para actuar como provocadores durante la campaña electoral de 1978.

Fue este grupo comandado por Alfredo Mario Mingolla, el que dinamitó la sede parroquial de Loreto, en Cochabamba, en septiembre del mismo año.

También en septiembre de 1978 fue cuando llegó a Bolivia, contactado por Altmann, el terrorista alemán Joachim Fiebelkorn (desertor del ejército alemán, mercenario de la Legión Extranjera, vinculado a la «Internacional neonazi»), procedente de Paraguay.

A fines del mismo año, Altmann se trajo de Paraguay a otro alemán, el ex soldado nazi Hans Joachim Stelifeld, que trabajaba allí al servicio de la organización nazi «Kamaradenwerk». Por otra parte, fue también en 1978 cuando llegó a Bolivia el mercenario belga «coronel» Jean Schramme, igualmente desde Paraguay. Todos ellos recibieron sueldo y credenciales del Ministerio del Interior boliviano y fueron encargados de la instrucción militar de grupos irregulares.

Entretanto, los viejos matones falangistas dan muestra no sólo de vitalidad y capacidad operativa, sino también de impunidad, ocupando, en acción militar, durante la campaña electoral de 1979, el aeropuerto de Santa Cruz para impedir la llegada del candidato de la oposición.
En esa ocasión reaparecen Carlos Valverde, Widen Razuk y el «Mosca» Monroy.

Pero no es sino hasta la derrota del efímero régimen fascista del coronel Natusch, en noviembre de 1979, que el proceso de organización de grupos paramilitares «profesionalizados» arranca propiamente. En una carrera contra reloj, se trata de poner en pie todo un «ejército de paramilitares» con el objetivo de conquistar el poder, puesto que el ejército había sido derrotado y la desmoralización cundía en sus filas.

Los expertos argentinos en las técnicas de provocación, el terrorismo, el secuestro, la tortura y la «desaparición» llegaron en masa a Bolivia. Es verdad que el capitán Miguel Angel Benazzi, oficial de Inteligencia y uno de los primeros torturadores de la Escuela de Mecánica de la Armada argentina, ya se hallaba en Bolivia desde 1978, mimetizado como funcionario de la Agregaduría Naval de la Embajada argentina, y se encontraba haciendo labores de inteligencia.

En 1980 llegaron los «pesos pesados»: el siniestro capitán Antonio Pernía, que antes se había fogueado en operaciones clandestinas en París y Madrid, y el capitán Schelling, ex jefe de Inteligencia del aparato represivo montado en la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA) en Buenos Aires, quien se llevó a todo su equipo de torturadores, y quién había sido instructor de Alfredo Mario Mingolla, a instancias de su suegro un famoso General. En poco tiempo, la Misión Militar argentina en Bolivia infló su personal encubierto, hasta llegar a contar 70 funcionarios.

Así se fue tejiendo, desde los primeros meses de 1980, una extraña y tenebrosa simbiosis de servicios secretos, hampa del narcotráfico, militantes falangistas, mercenarios extranjeros, torturadores de la policía política y oficiales del Ejército, todo ello bajo la dirección invisible de la Misión Militar argentina. La jefatura de esta banda terrorista quedó en manos del coronel Arce y su coordinación operativa fue encargada a un equipo de «diplomados» en técnicas modernas de represión o «contrainsurgencia», encabezado por el coronel Freddy Quiroga y el capitán Hinojosa, ambos procedentes del SIE.

La banda «debutó» en marzo de 1980, secuestrando y asesinando, con técnicas desconocidas hasta entonces en Bolivia, al sacerdote jesuita Luis Espinal, director del semanario de izquierda «Aquí», único órgano de prensa abiertamente crítico del golpismo militar.

Una ola de atentados y explosiones, varios de ellos mortales, recorrió el país los meses siguientes hasta la víspera misma de las elecciones del 29 de junio. Nunca antes se había dado en Bolivia un terrorismo de esa naturaleza. A mediados de junio, los paramilitares falangistas protagonizaron, inclusive, un «ensayo general» con la toma de la ciudad de Santa Cruz. La pasividad, si no complicidad, de los mandos del Ejército con la subversión y las conjuras de los paramilitares del coronel Arce era evidente. Así se llegó hasta el golpe del 17 de julio.

El intelectual boliviano Pablo Ramos Sánchez ha escrito al respecto: «En la mecánica de este golpe, los paramilitares tuvieron a su cargo las tareas sucias de asaltar locales, tomar prisioneros, perseguir políticos, allanar domicilios, robar, torturar, asesinar y desencadenar el terror en Bolivia. Al utilizarlos, los golpistas no sólo mostraron a sus camaradas de armas que podrían actuar independientemente del resto de las FF.AA., es decir, que tenían capacidad para lanzarse a la calle sin necesidad de recurrir a la movilización de regimientos militares cuyos comandantes podrían no estar dispuestos a ensuciarse las manos y el uniforme en tareas gansteriles. Pero, además, les permitía demostrar a los indecisos o reticentes que también podrían correr la misma suerte que los políticos a manos de los paramilitares».

Desde entonces, los paramilitares se han convertido en una especie de «ejército paralelo» o guardia pretoriana al servicio, indistintamente, del sector fascista del Ejército y de la mafia del narcotráfico. Con los fondos provenientes de éste se les ha dado un sueldo regular, inscribiéndolos en la plantilla de personal de diversas instituciones, tales como la oficina de Formación de Mano de Obra (FOMO), la Lotería Nacional, la Aduana, la Universidad Mayor de San Andrés (UMSA) de La Paz, el magisterio, varios ministerios, sin contar el Ministerio del Interior y la Sección II del Ejército. También se les ha dado un status semilegal con la creación del Servicio Especial de Seguridad (SES) como marco para encuadrarlos.

Primero apareció el Comando de Operaciones Conjuntas (COC), según el modelo argentino, como una especie de «Estado Mayor General de los paramilitares», a cargo del coronel Faustino Rico Toro, ex ministro del Interior que acababa de regresar de una larga estadía en los Estados Unidos. Luego, Rico Toro fue transferido a la Jefatura del Departamento II del Ejército como sucesor de Arce Gómez, pues éste decidió hacerse cargo personalmente del Ministerio del Interior. A la Jefatura del COC pasó el coronel Carlos Rodríguez Lea Plaza, jefe del Departamento III (Operaciones) del Ejército y rival de Rico Toro.

Entonces se creó el SES como dependencia del Ministerio del Interior (en realidad se pretendía sustituir al ex DOP-SIE), cuya dirección fue encomendada al coronel Freddy Quiroga, incondicional de Arce Gómez. En octubre de 1981, mediante decreto, el SES fue disuelto y en su lugar se creó la Dirección de Inteligencia del Estado (DIE), a cuyo frente siguió el coronel Quiroga, al menos hasta marzo de 1982.

Pero los paramilitares son algo más que el «brazo largo» de los sectores fascistas del Ejército. Son un verdadero poder del Ejército, pues los jefes y oficiales vinculados a ellos controlan, al mismo tiempo, los puestos claves dentro del Ejército.

Altman (Klaus Barbie), crea siendo su secretario Mingolla, una especie de SS, que engloba a jefes y oficiales funcionan, como una «logia secreta», que dice llamarse «Aguilas Negras». Por otra parte, los paramilitares mismos funcionan como una verdadera «mafia» que ha logrado penetrar en todos los entresijos del aparato estatal.

Como dice Pablo Ramos en su estudio ya citado: «Los paramilitares no sólo desempeñaron tareas militares y represivas, pues formaron parte importante entre las bases de sustentación política y social del régimen. Surgidos de las capas medias y del lumpen, constituyen los sectores más agresivos en el accionar político de la derecha boliviana. Incluso llegaron a copar segmentos importantes de la administración pública, especialmente aquéllos donde existe la posibilidad de enriquecimiento fácil. Así, lo primero que controlaron fue la Lotería Nacional, la Caja de Seguro Social, las oficinas recaudadoras de impuestos a la coca, las oficinas de la Renta Interna y de las aduanas. Demás está decir que coparon todas las reparticiones del Ministerio del Interior.»

Otra parte importante de la base de sustentación del fascismo en Bolivia está constituida por una numéricamente pequeña fuerza social, a cuyo poder económico e ideología de extrema derecha se suma un curioso elemento unificador: su condición de alemanes. Se trata de un pequeño pero poderoso grupo de familias alemanas, la mayor parte de las cuales emigraron a Bolivia antes de la primera guerra mundial o en los primeros años de la posguerra. Prosperaron en el mundo del comercio y la industria y asimilaron la ideología nazi de su patria de origen como su principio de identidad y comportamiento en su patria de adopción.

La llamada «Colonia alemana» en Bolivia salió a la luz pública como estrechamente vinculada a la instauración del fascismo banzerista en 1971, cuando uno de sus más connotados miembros, el industrial azucarero Edwin Gasser reveló, en una entrevista con la televisión de la República Federal Alemana, que fue la «Colonia» quien financió el golpe de Bánzer (él mismo descendiente de alemanes) con dineros que sirvieron para sobornar a numerosos jefes militares.

Otro personaje de gran influencia durante el régimen de Bánzer fue Federico Nielsen Reyes, el traductor oficial al castellano del panfleto «Mein Kampf» de A. Hitler, una de las ediciones más logradas sería publicada más tarde, por la Editorial “Plus Ultra”, cuyo presidente, y accionista mayoritario, sería nuevamente Alfredo Mario Mingolla en Buenos Aires.

En 1976 era el delegado en Bolivia del Comité Intergubernamental de Migraciones Europeas (CIME) y estuvo implicado en el fallido negociado de importar a Bolivia a colonos rhodesianos expulsados de Africa por su mentalidad racista. A principios de la década, su hijo Roberto apareció implicado en otro escándalo: hallándose en Frankfurt (RFA) disfrutando de su condición de Cónsul de Bolivia, no tuvo reparos en vender su título de Cónsul a un zapatero local para comprarse un caballo de carreras con la pretensión de querer competir en los Juegos Olímpicos de 1972.

Las aficiones hípicas de Roberto lo llevaron a trabar amistad con otro experto en caballos: el oscuro General Luis García Meza Tejada. Tras el sangriento golpe del 17 de julio de 1980, que llevó a García Meza al poder, Roberto Nielsen apareció como Jefe de Seguridad del dictador y ayudante administrativo del Palacio de Gobierno, encargado de cubrir todas las necesidades de la vida privada de García Meza, incluidos los servicios de provisión de prostitutas.

Fue, pues, natural que fuera Roberto Nielsen quien, junto con otros seis guardaespaldas, acompañara a la esposa del dictador, Olma Cabrera de García Meza, en un supuesto viaje a España. En realidad, el destino del viaje era Zurich (Suiza) y su objeto: depositar una enorme cantidad de dinero, que la revista semanal alemana «Der Spiegel», evalúa en nada menos que cuarenta millones de dólares, en un banco suizo.

En cuanto a Federico Nielsen, éste también es cómplice de los robos y manejos dolosos de dinero del dictador: tras la caída de éste, en agosto de 1981 fue el encargado de comprar, a nombre de García Meza, la suma de 50.000 dólares del Banco Central de Bolivia a menos de la mitad del precio oficial para los gastos del numeroso séquito que el ex dictador se llevó a su semiexilio en Taiwán.

Pero el más conocido de los alemanes colaboradores del fascismo en Bolivia es, sin duda, el criminal de guerra Klaus Barbie. Al igual que varios otros criminales de guerra que huyeron de Alemania al terminar la segunda guerra mundial, Barbie también buscó refugio en América del Sur y terminó instalándose en Bolivia. Aquí cambió su nombre por el de Klaus Altmann, para tratar de encubrir su pasado de asesino de miles de judíos y patriotas franceses durante el tiempo en que se desempeñó como jefe de la policía secreta del Estado alemán (Gestapo) en la ciudad francesa de Lyon. De ahí que sea conocido como «el carnicero de Lyon».

El nombre de Altmann está asociado a la CIA, a la represión política, al tráfico de armas, al reclutamiento de mercenarios para la formación de grupos paramilitares y al tráfico de cocaína. Durante el régimen barrientista se vinculó a los militares y fundó una empresa marítima en conexión con otras instaladas en Perú y dedicadas a la importación y exportación; de esta forma entró en las redes del tráfico internacional de armas.

Tras el golpe de 1971, Bánzer lo incorporó al aparato represivo del régimen, en tareas relacionadas con su propia seguridad personal y con la renovación de los métodos de represión en el Ministerio del Interior. Bánzer también le otorgó la ciudadanía boliviana y le dio un pasaporte diplomático, con el cual recorrió Europa negociando la importación de carros de combate y armas ligeras para el Ejército.

Aunque siempre cubrió sus actividades y se mantuvo en la sombra, la célebre «cazadora de nazis» alemana Beate Klarsfeld terminó descubriéndolo, posibilitando que el gobierno francés presentara al de Bolivia un pedido de extradición por «asesinato y complicidad en secuestros arbitrarios, seguidos de deportaciones de cientos de ciudadanos muertos como resultado de las torturas y actos de barbarie». La solicitud francesa fue negada por las autoridades judiciales bolivianas por presión de Bánzer.

Altmann se relacionó estrechamente con los responsables sucesivos del aparato represivo de los distintos regímenes; así, trabó amistad con el que fue ministro del Interior de Bánzer durante cuatro años, el General Juan Pereda Asbún (más tarde, autor de la defenestración de Bánzer y efímero dictador), y con el entonces jefe del Servicio de Inteligencia del Ejército, Coronel Luis Arce Gómez (más tarde, autor del golpe de Estado de 1980 y ministro del Interior del régimen de García Meza). A través de ellos, Altmann se vinculó también al tráfico de la cocaína y al mundo de las mafias del narcotráfico, pasando a ser su secretarío, conocido como el Delfín de Barbie, el mayor Alfredo Mario Mingolla Montrezza.

El 31 de diciembre de 1980, el diario «El País» de la ciudad de Santa Cruz de la Sierra publicaba en su edición-anuario una fotografía y una esquela mortuoria absolutamente insólita en Bolivia y profundamente reveladora del submundo donde se entrelazan las mafias del narcotráfico, los paramilitares y los nazis. La foto está tomada en la hacienda de José Gutiérrez en Santa Cruz.

En ella destaca, al centro, la figura de Hans J. Stellfeld, ex oficial del Ejército nazi e instructor de los grupos paramilitares. Stellfeld murió el 16 de diciembre de 1980, a la edad de 68 años, por sobredosis de cocaína, y fue enterrado con honores militares en el cementerio alemán de Santa Cruz . Según la nota necrológica, Stellfeld llegó a Bolivia dos años antes (o sea, en el segundo semestre de 1978, cuando Pereda era presidente de la República y Rico Toro su ministro del Interior, Justicia e Inmigración) con el objeto de realizar «estudios de la flora cruceña».

Sin embargo, la nota revela también que «últimamente tuvo una brillante actuación como consejero de los elementos nacionalistas», es decir, fascistas, que protagonizaron la reinstauración del fascismo en Bolivia. Por su parte, el Contralor General de la República, Adolfo Ustares Ferreira, que también figura en la fotografía y asistió al sepelio de Stellfeld junto con «numerosos amigos y miembros de la Colonia Alemana», pronunció un discurso, donde llama a Stellfeld «camarada», revela que todos eran integrantes de una «Legión», que pasaron juntos «largas noches y días de vigilia ante la acechanza roja», que fue la tenacidad de Stellfeld lo que hizo que «nos preparemos y actuemos» y que «fue el 17 de julio que culminó la camaradería».

Ustarez es un abogado relacionado con la mafia del narcotráfico, que integró las bandas armadas fascistas y, por ello, fue distinguido por García Meza con el cargo clave de Contralor General de la República, función administrativa encargada de la defensa de los intereses del Estado, que fue utilizada por el régimen para hacer «blanquear» o reciclar los fondos provenientes del narcotráfico y «cubrir» las operaciones ilícitas de los altos jefes militares. Tuvo que dejar el cargo en febrero de 1981, al mismo tiempo que los Coroneles Arce Gómez y Ariel Coca, por presiones del gobierno norteamericano.

En la histórica fotografía figura también Fernando Monroy. alias «Mosca Monroy», delincuente común con un grueso prontuario. A comienzos de la década de los 70 integraba los grupos de matones de la Falange Socialista Boliviana (FSB) que se dedicaban a «desestabilizar» los gobiernos reformistas de los generales Ovando y Torres. En 1979 fue detenido por haber asesinado a sangre fría a un joven universitario que participaba en una manifestación. En vísperas del golpe del 17 de julio de 1980 fue puesto en libertad por orden expresa del Coronel Arce Gómez para que integrara el grupo paramilitar que asaltó el local de la Central Obrera Boliviana (COB) y asesinó a los dirigentes políticos Marcelo Quiroga Santa Cruz y Carlos Flores Bedregal y al dirigente minero Gualberto Vega Yapura.

El «Mosca Monroy» formaba parte también -como no podía ser de otra manera- de las bandas armadas al servicio de la mafia del narcotráfico. El 18 de junio de 1982 apareció muerto en su casa, en el barrio residencial de Guapay, en la ciudad de Santa Cruz, donde residía desde dos años antes, con herida de bala. Los vecinos informaron que, por la tarde, habían escuchado varios disparos de armas de fuego, pero que no les dieron mayor importancia, porque en esa casa «se practicaba tiro al blanco». Aunque el gobierno del General Torrelio ha querido encubrir los pormenores de su muerte, lo más probable es que se trate de un típico «ajuste de cuentas» entre distintas bandas de narcotraficantes.

Finalmente, en la fotografía aparecen varios mercenarios extranjeros, entre ellos el francés Jacques Edouard Leclere (luchó contra la independencia de Argelia en las filas de la organización terrorista OAS, detenido en Bolivia en 1979 cuando intentaba sacar 7 kilos de cocaína y puesto en libertad con el fin de que ayudara al entrenamiento de los grupos paramilitares en Santa Cruz), el austríaco Wolfgang Walterkirche y los alemanes Joachim Fiebelkorn, Herbert «lke» Kopplin y Manfred Kullman.

Todos ellos resultaron pertenecer a una siniestra logia secreta denominada «Los Novios de la Muerte», o «Frente Bolivia Joven», que salió a la luz pública con motivo de su desarticulación. Todo comenzó el 2 de mayo de 1981, cuando el aventurero falangista y viejo paramilitar Carlos Valverde Barbery se apoderó, al frente de un pequeño grupo de civiles armados, del pozo petrolífero «Tita» de propiedad de la norteamericana Occidental Co., para exigir la renuncia de García Meza. El operativo fracasó al intervenir las tropas de la VIII División del Ejército, al mando del Coronel «constitucionalista» Gary Prado Salmón (quien resultó gravemente herido en la columna vertebral), que por entonces se hallaban empeñadas en una intensa batida contra los narcotraficantes y los paramilitares en todo el Departamento de Santa Cruz.

Días después, un grupo de ocho personas atravesaba la frontera boliviana con el Brasil en precipitada huida desde la ciudad de Santa Cruz.

Detenidos por la policía brasileña, fueron trasladados a la ciudad de Campo Grande (Mato Grosso, a 200 km de la frontera), donde les fueron decomisados 3 kilos de cocaína, uniformes militares, panfletería nazi y armamento moderno. El grupo resultó ser parte de otro mayor, compuesto por 36 personas, comandado por el alemán Joachim Fiebelkorn.

El grupo comenzó a ser desarticulado en Santa Cruz, donde fueron apresados seis de sus integrantes. Entre los detenidos en Campo Grande figuran, además de tres bolivianos, dos argentinas y un peruano, el austríaco Walterkirche y el alemán Kullman. Los demás lograron escapar. El propio Fiebelkorn comandaba al grupo de los ochos, pero logró evitar ser detenido él también. Se hospedó durante algunos días en el hotel Beira-Río, de Campo Grande, y luego desapareció.

Entre los papeles incautados a los prófugos, la policía brasileña encontró una lista con 20 nombres, donde Fiebelkorn figura como «Primer Comandante del Grupo Especial de Comando». Como «Segundo Comandante» aparece Jaime Gutiérrez, un connotado narcotraficante que consiguió huir hasta el Paraguay. El «Tercer Comandante» resultó ser Omar Cassis, conocido miembro de la policía política de Bánzer y uno de los tres que dio su nombre para encubrir el asesinato del ex ministro del Interior de Bánzer, Coronel Andrés Selich Chop, por el nuevo ministro Alfredo Arce Carpio.

De las declaraciones de los detenidos en Campo Grande se supo también que el grupo tenía dos funciones: preparar paramilitares para acciones terroristas y suministrar protección a los narcotraficantes. El mismo Jefe de Estado Mayor de la VIII División, Coronel Edwin Peredo, confirmó que se trataba de «un grupo paramilitar de protección a los narcotraficantes y a los productores de cocaína».

En la casa que ocupó Fiebelkorn en Santa Cruz se encontró ametralladoras ZK, lanzadoras de granadas, nitroglicerina, fósforo blanco y otras muchas armas modernas.

De toda esta documentación se sabe que Fiebelkorn es un neonazi fanático, que coleccionaba banderas nazis, uniformes militares de los SS, discursos y películas de Hitler, esvásticas y canciones; todos los días escuchaba cintas grabadas con los discursos de Hitler y buscaba imitarlo en las actitudes, las expresiones y hasta en la misma voz .

Fiebelkorn llegó a Bolivia en 1978 (como Stellfeld), en compañía de otro compatriota suyo, Hans-Jürgen Lewandowski, ex soldado de las SS hitlerianas, a quien asesinó en noviembre de 1980 en la ciudad de Santa Cruz. En el asesinato estuvo también implicado el mercenario francés Napoleon Forlangier, a quien Fiebelkorn conocía desde la época de las luchas por impedir la independencia de Argelia. El médico boliviano Alberto Chávez, otro integrante de «Los Novios de la Muerte», emitió el certificado de defunción de Lewandowski, según el cual éste habría muerto de «cirrosis hepática aguda».

Fue Klaus Altmann quien contrató a Fiebelkorn para el Servicio Especial de Seguridad (SES) -eufemismo que encubría la estructura de los paramilitares, más tarde cambiado en Dirección de Inteligencia de Estado (DIE)- y le entregó las credenciales correspondientes. Otros viejos y nuevos nazis contratados por Altmann como instructores para los paramilitares son: Franz Josef Hoefle, Manfred Konter, Castern Vollmer y Kai Gwinner.

A Kullman, cuando la policía brasileña lo detuvo en Campo Grande, le encontraron en su bolsillo una carta de «recomendación» que le había dado el entonces ministro del Interior de García Meza, General Ceiso Torrelio Villa (más tarde, sucesor del dictador). En cuanto a Kopplin, que logró evitar el ser detenido, su nombre salió en la prensa cuando, a mediados de junio de 1981, asesinó al argentino Alonso Estévez mientras éste, en estado de ebriedad, tenía una discusión con el administrador del club Playboy. Kopplin le disparó a quemarropa. Después, como descargo, reveló que era agente de la Comisión Nacional de Lucha Contra el Narcotráfico dirigida por los Coroneles Doria Medina, David Fernández y el Mayor Luis Cossío.

En efecto, entre los protectores de los nazis de viejo y nuevo cuño figuran muchos jefes militares, incluida la máxima cúpula. Así, días después de la detención del grupo de «Novios de la Muerte» que huían al Brasil, se supo que el Jefe de Estado Mayor del Comando en Jefe de las Fuerzas Armadas de Bolivia, General de División Edén Castillo Galarza (antiguo cómplice de la camarilla García Meza-Arce Gómez), había intercedido en favor de dos de los bolivianos detenidos (Tatiana Vaca Díez y Ramón Ortiz), argumentando que «gozan de la confianza de las Fuerzas Armadas». Por si fuera poco, la madre de Tatiana Vaca Díez también hizo publicar las recomendaciones que obtuvo en el Ministerio del Interior, la Guardia Nacional de Seguridad Pública y la Prefectura del Departamento de Santa Cruz. El «affaire» le costó el cargo al General Castillo.

Pero no sólo a él.

Otro militar que tuvo que poner los pies en polvorosa por culpa de los «Novios» es el Capitán Rodolfo «Rudy» Landívar, a la sazón cónsul general de Bolivia en Campo Grande. Landívar es un antiguo integrante de los aparatos represivos del régimen de Bánzer, especializados en la represión a los campesinos (su cargo era el de «coordinador del Pacto militar-campesino»), además de connotado miembro de la red de narcotráfico desde su puesto en la Aduana de Santa Cruz. Su ubicación misma en Campo Grande es sospechosa: ¿qué hace ahí un Consulado de Bolivia, en una ciudad que no tiene comunicaciones con Bolivia? La razón del porqué el grupo de terroristas huía en dirección a Campo Grande parece evidente: su contacto allí era Landívar. La policía brasileña le acusó de «conocer todos los nombres de los jefes neonazis que operan en Bolivia». Antes de que fuera demasiado tarde, Landívar renunció de inmediato y se volvió a Bolivia.

Es verdad que no son sólo alemanes los mercenarios de ideología nazi que operan en Bolivia al servicio del régimen militar y de la mafia del narcotráfico. Según una nota secreta de los Servicios de Seguridad del Estado de Bélgica, cuatro mercenarios de origen flamenco forman parte también de las bandas paramilitares en Bolivia. Se trata del «Coronel» Jean Schramme, de Albert Van Ingelgom (de 66 años, que fue comandante de las SS alemanas destinado en el campo de concentración de Auschwitz), de Roger Van de Zande (también de 66 años, brazo derecho de Schramme) y del hijo de éste, de 30 años, que trabajaría en el SES (hoy DIE) en La Paz, donde le apodan «El Tigre» por su dominio de las técnicas de tortura.

La historia de Schramme (de 53 años) es muy elocuente. Hijo de un abogado de Brujas (Bélgica), ingresó en el Ejército como voluntario. A los 24 años se compró una plantación en el Congo Zaire. Cuando se produjo la guerra de la ex colonia belga, hoy secesión de la provincia de Katanga (provocada por los colonialistas belgas reacios a la independencia de la colonia en 1960), Schramme se convirtió en el hombre de confianza del cabecilla de la secesión, Moise Tschombé, cuyas fuerzas policiales dirigió. Tras el fracaso de la aventura se refugió en Angola y en 1964, cuando Tschombé ya fue primer ministro, regresó a Leopoldville. Bajo la dirección del General Mobutu, entonces brazo derecho de Tschombé, reprimió a los seguidores de Lumumba, el padre de la independencia. Cuando Mobutu se apoderó del gobierno mediante un golpe de Estado, Schramme fue promovido a Mayor y Comandante Militar de la región de Maniema. En 1967, a raíz de una aventura golpista protagonizada junto con el mercenario francés Bob Denard, Schramme es expulsado del Zaire.

De vuelta en Brujas, el 26 de junio de 1968, es detenido acusado del asesinato de un belga cometido en mayo de 1967 en el Zaire. Dos meses después logra su libertad en condiciones oscuras, obtiene un pasaporte y, en 1969, huye a España. En 1970 se instala en Portugal, pero a la caída del fascismo en 1974 vuelve a huir, esta vez al Brasil. De aquí es expulsado en 1976, por lo que debe trasladarse al Paraguay, de donde, en 1978, se interna a Bolivia. ¿Sería también Altmann el que lo reclutó?.

En agosto de 1981 dos periodistas norteamericanos intentaron conversar con Altmann sobre éste y otros temas en su casa de Cochabamba. Pero el nazi recurrió a sus influencias y los hizo detener por la policía. Por razones de seguridad, Altmann suele cambiar su lugar de residencia entre Cochabamba, su departamento en La Paz (calle 20 de octubre, Edificio Jazmín) y su hacienda de Santa Cruz. Pero ya no se oculta. Con frecuencia se le puede ver entrando o saliendo del Ministerio del Interior. Una vez reveló a la revista de gran tiraje alemana-occidental «Stern»:

«Siempre que necesitan ayuda, me llaman. Tengo una reputación muy buena.»

El 22 de julio de 1982, Altmann demostraba que, tras el último golpe militar, nada había cambiado en Bolivia. Días antes, el General Celso Torrelio había sido destituido por la «mafia de los coroneles» garcíamezistas tras haber cedido a la presión popular decretando una amnistía general y convocando a elecciones generales. Después de un largo forcejeo interno, los coroneles acabaron imponiendo a uno de ellos, Guido Vildoso, en la Presidencia de la República. Al día siguiente, Altmann hacía una aparatosa aparición en el Palacio de Gobierno para visitar a su amigo Vildoso.

CONTINUARÁ.-

INFORME VINICIUS.-



En Sevilla, infiltrado en la Orden Bonaria, y en la Iglesia Ortodoxa.


Alfredo Mario Mingolla Montrezza, lideró la logia Nazi, las “Águilas Negras”, cómo Delfín de Barbie.


A continuación, el listado de los represores denunciados, y ahora ante la Corte Penal Internacional por CRIMENES DE GUERRA. Marcado en rojo, color de la sangre, Mingolla Montrezza.-

Alarcón, Alvaro. Delator. Agente del SES.
Alarcón, Gary. Integrista católico. Terrorista. Cabecilla de la Legión Boliviana Social Nacionalista de Cochabamba. Responsable nacional de los mercenarios extranjeros (GOA).

Alarcón, Guido. Hermano del anterior y seguidor suyo.

Alí Parada, José. Del FBJ, apresado en Brasil.

Algañaraz, Róger. De la Aduana de Santa Cruz..Alvarez, Alberto. De FSB..Angulo, Hugo. Supervisor de Escuelas Normales. Cochabamba..Aponte, Róger. Narcotraficante. Ex contador de Roberto Suárez Gómez..Arandía, Jaime. Teniente. Del GOESP.

Aranibar, Jaime. Informante. Huanuni.

Araoz, Eulogio. Campesino. Cochabamba.

Arce Gómez, Luis. Coronel. Terrorista. Narcotraficante. Ex jefe de Inteligencia del Ejército y ex ministro del Interior. Primer responsable de la organización de los grupos paramilitares. Cabecilla del «Grupo Armado de Lucha Bolivia Primero».

Arzabe, Oscar. Catedrático en la UMSA.

Atala, Miguel. Transportista. Santa Cruz.

Atala, «Pachi». Automovilista. Narcotraficante. Santa Cruz.

Atala, Sonia Sanjinés de. Esposa del anterior. Narcotraficante.

«Atlas, Míster». Luchador profesional. Torturador. Min. Interior. Asesino de Luis Espinal.

Balvián, Jorge "Coco". Delator. Torturador. Min. Interior.

Ballón, Walter. Maestro rural. Guardaespaldas de Nelo Montero.

Baptista, José Abraham. Ex jefe de la DID en Oruro, Cochabambay Santa Cruz. Agente de la Sección de Inteligencia del II Cuerpo de Ejército y enlace entre los narcotraficantes y el Alto Mando Militar. Asesinado en Santa Cruz en octubre de 1980 por orden de Arce Gómez.

Barbie (a) Altmann, Klaus. Criminal de guerra alemán. Ex jefe de la policía política nazi GESTAPO en Lyon (Francia). Agente del Min. Interior y asesor en técnicas de represión. Reclutador de mercenarios. Prófugo de la justicia francesa y alemana.

Barrenechea Aramayo, Víctor. Comisario de la DIN. Torturador. Min. Interior. Asesino de Luis Espinal.
.
Barrenechea, "Cocacho". Torturador. Min. Interior.

Barrionuevo, Eduardo. Mercenario argentino procedente de la AAA.

Benavides Alvizuri, Guido. Inspector de Policía. Ex jefe del DOP y de la Sección de Informaciones de la DIN.
Director Nacional de la DIN. Corresponsable de la organización de bandas paramilitares.

Benazzi, Miguel Angel(a) "Manuel" o "Salomón". Capitán argentino. Torturador de la ESMA y agente de Inteligencia para operaciones en el exterior. Funcionario de la Agregaduría Naval de la Embajada Argentina en Bolivia desde 1978.

Bernal, Juan Carlos. Jefe de grupo en Cochabamba.

Bowles Rivero, Rolando. Director de Lotería Nacional.

Boza Lizarazu, Froilán. Supervisor de Escuelas Rurales. Cochabamba.

Bravo, Reynaldo. Funcionario en la Facultad de Economía de la UMSA. Agente del Min. Interior.

Buchón, Olivia. Secretario en la Facultad de Tecnología de la UMSA.

Caballero Lafuente, Julio. Maestro rural. Jefe de grupo en Cochabamba.

Caballero, René. Informante. Huanuni.

Callau Justiniano, Nelo. Coordinador del Min. Interior con la Prefectura de Santa Cruz.

Camacho, Alberto. Informante. Catavi.

Camacho Chávez, Mario. Maestro rural. Cochabamba.

Camacho Navia, Fausto. Maestro rural. Cochabamba.

Canelas, Fernando. Jefe de grupo en Cochabamba.

Carbonne, Mario. Mercenario italiano. Terrorista.

Cassib, Oscar. Contacto con narcotraficantes en Santa Cruz.

Cassis, Omar. De FSB. Jefe de Seguridad y asesino del Coronel Selich, primer ministro del Interior de Bánzer. Tercer Comandante del GEC del FBJ.

Castañón, Ubaldo. Maestro. La Paz.

Castro, Edwin. Jefe del Departamento de Bienestar de la UMSA.

Castro Menacho, Jorge. Del Comando "Los Albertos", asesino de Luis Espinal.

Céspedes, Oscar. Ex dirigente campesino. Jefe de grupo en La Paz.

Clarós, José. Campesino. Cochabamba.

Clavijo, Daniel. Mayor del Ejército. Coordinador en el campo.

Clavijo Molina, Valentín. Supervisor de Escuelas Rurales. Jefe de grupo en Cochabamba.

Córdoba Gutiérrez, Carmen. Informante. Cochabamba.

Crespo, Julio César. De la banda de Gary Alarcón.

Cuellar, José «Palanca». Asesino de Abraham Baptista. Santa Cruz.

Cuentas, Daniel «Damy». Torturador. Min. Interior.

Chávez, Alberto. Médico. Del FBJ. Santa Cruz.

Dalence, Alfonso. Jefe de grupo en Oruro.

Deri, N. Oficial de la Policía Federal Argentina. Dip, Ricardo. Mercenario argentino. Informante. Contacto con narcotraficantes.

Echevarría Barrancos, Erland. Narcotraficante. Ex socio de A. Baptista.

Eguez Mejillones, José. Agente del Min. Interior en la UMSA.

Elio, Antonio "Chicho". Ex Subsecretario del Min. Interior. Jefe de grupo en Santa Cruz.

Escalier, Jorge. Agente del Min. Interior en la UMSA.

Estenssoro, Hugo. Informante. Santa Cruz.

Estrada, Francisco. Del Comando «Los Albertos», asesino de Luis Espinal.

«Fantón, Capitán». Oficial de la Fuerza Aérea. Torturador. Min. Interior y zonas mineras.

Fernández González, Carlos. Mayor del Ejército. Encargado de la recaudación de impuestos y contribuciones de los narcotraficantes.

Ferrufino, José Faustino. Supervisor de Escuelas Rurales. Cochabamba.

Fiebelkorn, Joachim. Mercenario alemán del SES. Terrorista internacional y ex miembro de la Legión Española. Primer Comandante del GEC del FBJ. Prófugo de la justicia italiana, en Brasil o Paraguay.

Forlangier, Napoleón. Mercenario francés procedente de la Legión Extranjera. Instructor militar del FBJ.

Fuentes, Raúl. Informante. Siglo XX.

Gallardo, Juan Carlos. Encargado de la imprenta en la UMSA.

Gamarra Zorrilla, José. Jefe de grupo en La Paz.

Gamón, Pascual. Ex dirigente campesino. Jefe de grupo en LaPaz.

Gantier Quispe, Carlos. Maestro rural. Torturador. Cochabamba.

García, Juan Carlos. Narcotraficante. Agente del SES.

García Ricaldi, Angel. Teniente Coronel retirado. Subjefe de la Sección de Inteligencia del Ejército en 1980. Apresado por narcotraficante.

Gómez Laterrada, Carlos. Delator. Contraloría de Cochabamba.

González, Francisco «Paco». Contacto con narcotraficantes. Santa Cruz.

González, Percy. Guardaespaldas de Widen Razuk.

González Bonorino, Martín y «Gordo». Mercenarios argentinos del grupo de Mingolla. Terroristas.

Gutiérrez, Jaime. Narcotraficante. Segundo Comandante del GEC del FBJ.

Gutiérrez, José Luis. Agente del Min. Interior.

Gwinner, Kai. Mercenario alemán del FBJ.

Herrera, Fernando. Director de la TV. Agente del SES.

Hinojosa, N.. Capitán. Subjefe del SES, luego del DIE.

Hirsch, Elías. Jefe de grupo en Cochabamba.

Hoefle, Franz-Josef. Mercenario alemán del FBJ..Hurtado de Araoz, Manuela. Informante. Cochabamba.

Irazoque, Carlos. Agente del Min. Interior.

Ivanovich, Andrés «Flaco». De FSB. Subdirector de Lotería Nacional. Agente de Min. Interior.

Jordán, Mario. De la banda de Gary Alarcón.

Koeller, «El Largo». Cochabamba.

Konter, Manfred. Mercenario alemán del FBJ.

Kopplin, Herbert Manfred Paul «Ike». Mercenario alemán del FBJ. Ex miembro de la Legión Extranjera. Agente del Consejo Nacional de Lucha contra el Narcotráfico.

Kullmann, Willi Herbert Manfred. Mercenario alemán del FBJ. Agente del Min. Interior. Apresado en Brasil.

Landívar, Rodolfo «Rudy». Capitán. Ex Coordinador del Pacto Militar-Campesino en Santa Cruz. Jefe de grupo en Santa Cruz.

Lauer, Heinz. Ex oficial de las Tropas de Asalto SS del Ejército alemán. Alto funcionario del Min. Interior.

Leclere, Jacques Edouard. Mercenario francés. Terrorista procedente de la antigua OAS.

Lewandowski, Hans Jürgen. Mercenario alemán del SES. Ex soldado de las Tropas de Asalto SS nazis y ex miembro de la Legión Extranjera. Asesinado por Fiebelkorn en Santa Cruz en noviembre de 1980.

Linale, «Mimo». Agente del SES.

Loayza, Rafael. Coronel. Torturador. Ex jefe del DOP. Especialista en interrogatorios e investigación política. Funcionario permanente del Min. Interior.

López, Darío. Campesino. Norte de Potosí.

Loza, «Goyo». Torturador. Min. Interior.

Magariños, Nicanor. Funcionario en la Facultad de Ciencias Puras de la UMSA. Agente del Min. Interior.
.
Maldonado, Gualberto. Maestro rural. Torturador. Grupo «Los Tigres» de Cochabamba.

Maldonado, Ismael y Edgar. Hermanos y cómplices del anterior.

Maldonado Miranda, Aurelio. Supervisor de Escuelas Rurales. Cochabamba.

Martínez M., Pedro. Integrista católico y miembro de la Liga Mundial Anticomunista-Sección Bolivia. Jefe de la División de Personal de la UMSA.

Mena Burgos, Carlos. Coronel. Ex jefe de Inteligencia y de Operaciones del Min. Interior. Ex ministro del Interior. Asesor de la Sección de Inteligencia del Ejército.

Menacho, «Chicho». Santa Cruz.

Menacho, Edwin Casto. Santa Cruz.

Menacho, Rosendo. Santa Cruz.

Méndez Peinado, José. Control del Aeropuerto de Santa Cruz.

Méndez V., Víctor Hugo. Jefe de la zona de Oruro.

Méndez, Teófilo. Informante. Huanuni.

Mendíaz, Víctor. Coronel argentino. Responsable de la represión en el norte de Argentina y de las incursiones de comandos terroristas en el sur de Bolivia. Enlace de los «asesores» argentinos con el Coronel Faustino Rico Toro.

Mendizábal, Guillermo. Informante. Colquiri.

Mendizábal, Víctor Hugo. Del Comando «Los Albertos», asesino de Luis Espinal.

Mingolla, Alfredo Mario. Mercenario argentino. Agente del Min. Interior. Terrorista y provocador.

Molina, Lisandro. Campesino. Santa Cruz.

«Mono Relojero». Del Comando «Los Albertos», asesino de Luis Espinal. Terrorista.

Monroy Munguía, Fernando «Mosca». De FSB. Terrorista. Jefe de grupo en La Paz y gangster en Santa Cruz. Asesinado en Santa Cruz en junio de 1982.

Monroy Munguía, N.. Hermano del anterior. Del FBJ.

Montaño, N.. Capitán. Del SES.

Montero, Nelo. Mayor del Ejército. Coordinador del Pacto Militar-Campesino en Cochabamba.

Montero Negri, Humberto. Norteamericano. Traficante de armas y de cocaína.

Montes Nieto, Norach. Agente de la Sección II del Ejército en la UMSA.

Morant, Ernesto. Torturador. Santa Cruz.

Morato, Oscar. Informante. Santa Cruz.

Moscoso, Guillermo. Agente de la DIN. Torturador. Min. Interior. Asesino de Luis Espinal.

Moscoso, Tomás. Agente del SES. Narcotraficante.

Moya, Atilio Benito. Mercenario argentino. Santa Cruz.

Muñoz, Lidia de. Informante. Colquiri.

Muñoz Torres, Weymer. Capitán. De la Sección II del Ejército.

Nielsen, Roberto. Capitán. Jefe de Seguridad de García Meza.

Orellana, Juan. Campesino. Cochabamba.

Ormachea, Víctor. Torturador. Min. Interior.

Ortega, Justo. Director de núcleo de escuelas rurales. Torturador. Jefe de grupo en Cochabamba.

Ortega, Víctor Hugo. Del Comando «Los Albertos», asesino de Luis Espinal.

Ortiz Gutiérrez, A. Ramón. Del FBJ. Apresado en Brasil.

Osco, Dionisio. Dirigente campesino. La Paz.

Ostria Trigo, Marcelo. Funcionario del Ministerio de Relaciones Exteriores.

Otarola, Juan Carlos. Del Comando «Los Albertos», asesino de Luis Espinal.

Otero Arrién, Edmundo «Piqui». Jefe de grupo en Santa Cruz. Apresado por narcotraficante.

Pacheco, Alex. Narcotraficante. Enlace con Arce Gómez.

Pamo, Melquiades. Torturador. Min. Interior.

Paz, José «Pepe». Narcotraficante. Montero.

Paz Hurtado, Manuel. Capitán de la Fuerza Naval. Narcotraficante.

Penseroli, Imelda Lourdes y Rosa Mariana. Mercenarias argentinas. Del FBJ. Apresadas en Brasil.

Peredo, Luis. Informante. Huanuni.

Pereira, «Mozo». Santa Cruz.

Pereira Quiroga, Alvaro. Director distrital de escuelas rurales. Jefe de grupo en Cochabamba.

Pereira Quiroga, Elena. Hermana del anterior.

Pernia, Antonio (a) «Rata»«Trueno» o «Martín». Capitán argentino. Destacado torturador de la ESMA y agente de Inteligencia para operaciones en el exterior. Agregado Naval de la Embajada de Argentina en La Paz. Asesor del SES.

Perrota, N.. Capitán argentino. Agregado Naval de la Embajada argentina en Santa Cruz de la Sierra.

Pinto, Rufino. Dirigente transportista. La Paz.

Pizarroso, N. Teniente. Del SES.

Poggi de Quesada, Rosario. Coordinadora de los paramilitares en el Min. Interior.

Portocarrero, Edwin. Agente del Min. Interior en la UMSA a cargo de la parte docente.

Puyol, Germán. Capitán. De la Sección II del Ejército.

Quiroga, Fernando «Freddy» (a) «Lince». Coronel. Ex jefe del SIE. Fundador y jefe del SES, luego del DIE. Corresponsable de la organización de bandas paramilitares.

Quiroga, Orlando «Caballo»,. De la Aduana de Cochabamba.

Ramírez, Jaime. Agente del SES. Narcotraficante.

Razuk Abrene, Widen. Prefecto de Santa Cruz bajo Bánzer. Terrorista. Narcotraficante. Jefe de grupo en Santa Cruz.

Recacochea, Carlos. Santa Cruz.

Rivera, Soledad. Magisterio. Cochabamba.

Roca, Lorgia. Funcionaria del Min. Interior en Montero. Enlace con narcotraficantes.

Rocha, Lucio. Jefe del Departamento de Acciones y Control de la UMSA. Agentes del SES.

Rocha, Oscar. Del Comando «Los Albertos», asesino de Luis Espinal.

Rojas, Anacleto. Campesino. Cochabamba.

Rojas, Marcelo. Oficial de la Fuerza Naval.

Sagra, Oscar. Mercenario argentino procedente de la AAA. Informante.

Salamanca Trujillo, Daniel. Subsecretario del Min. Interior bajo Arce Gómez. Ideólogo y panfletista de los paramilitares.

Salamanca Trujillo, Hugo. Hermano del anterior. Secretario privado de García Meza.

Salazar, Pedro. Sargento. Del GOESP.

Salinas, Walter. Interventor de la Federación de Maestros Rurales de Cochabamba.

Sánchez, José Luis Machiavello. Mercenario peruano. Del FBJ. Apresado en Brasil.

Sánchez de Loria, Gonzalo. Catedrático en la UMSA.

Sánchez Peña, Pablo. Agente del SES.

Sandoval Morón, Willy. Encargado de la recaudación de impuestos a los grandes transportistas de coca a nombre del SES.

Santa Cruz, Antonio. Jefe de personal en unidad sanitaria de Cochabamba.

Saravia, N. Capitán. Del SES.

Schelling, N. (a) «Pingüino», «Mariano» o «Miranda». Capitán argentino. Torturador. Jefe de Inteligencia del aparato represivo de la ESMA en Buenos Aires y agente para operaciones en el exterior. Responsable del equipo de expertos en Terrorismo e Inteligencia de la ESMA que se trasladó a Bolivia en 1980.

Schelling, N. Coronel argentino. Hermano del anterior. Profesor en la Escuela de Estado Mayor en Cochabamba.

Schramme, Jean. Mercenario belga. "Coronel" de mercenarios y ex jefe de Policía en Katanga (ex Congo belga, hoy Zaire). Beni.

Soto, N. Capitán. Tránsito de Cochabamba.
.
Stellfeld, Hans Joachim. Mercenario alemán del FBJ. Ex soldado nazi. Guardaespaldas de Ustarez. Muerto (por sobredosis de cocaína) o asesinado (por Hoefle y Konter) en Santa Cruz en diciembre de 1980.

Suárez, Héctor. Agente del Min. Interior.

Téllez Mier, Víctor. Cochabamba.

Torres, Hilarión. De FSB. Jefe del Departamento de Inscripciones y Registros de la UMSA.

Torres Vilela, Melquiades (a) «Jemio». Detective de la DIN. Torturador. Min. Interior. Asesino de Luis Espinal.

Torrico, Epifianio. Magisterio. Cochabamba.

Torrico, Santiago. Campesino. Norte de Potosí.

Trigo, Raúl. Del Comando «Los Albertos», asesino de Luis Espinal.

Trujillo, Galo. Luchador profesional. Torturador. Min. Interior rior. Asesino de Luis Espinal.

Urefia, Adalid. Magisterio. Cochabamba.

Usnayo, Marcial. Agente de la DIN y del SES. La Paz.

Ustarez Ferreira, Adolfo. Contralor General de la República bajo García Meza. Integrante y portavoz de los GOA.

Vaca, Oscar Román. Presidente del comité Pro Santa Cruz bajo Bánzer. Ministro de Salud bajo Pereda. Prefecto de Santa Cruz bajo García Meza. Terrorista.

Vacaflor, Juan. Teniente Coronel. Ex jefe del SIE. Jefe del GOESP.

Vaca Díez de Ortiz, Tatiana. Del FBJ. Apresada en Brasil.

Valdivia, Alberto. Oficial del Ejército.

Valdivia, Alfonso. Catedrático de Metalurgia en la UMSA.

Valenzuela de Alvarez, Marina.. Informante. Cochabamba.

Valverde Barbery, Carlos. Organizador de los grupos de choque de FSB. Terrorista. Ministro de Salud bajo Bánzer. Jefe de grupo en Santa Cruz.

Van de Zande, Róger. Mercenario belga. Del grupo de Schramme.

Van de Zande, N. (a) «Tigre». Mercenario belga, hijo del anterior. Del SES. Torturador.

Van Ingelgom, Álbert. Mercenario belga. Ex oficial de las Tropas de Asalto nazis. Del grupo de Schramme.

Vargas, Willy. Cochabamba.

Vázquez, Beatriz. De la División de Bienestar de la UMSA.

Velarde E., Percy. Torturador. La Paz.

Velázquez Paz, Carlos. Supervisor de Escuelas Rurales. Torturador. Cochabamba..Velázquez, Nancy R. de. Esposa del anterior.

Vildoso, Franklin. Informante. La Paz.

Vollmer, Carsten. Mercenario alemán del FBJ. Ex miembro de la Legión Extranjera.

Valterkirche, Wolfgang. Mercenario austriaco del FBJ. Apresado en Brasil

Zambrana, Jorge. Aeropuerto de Santa Cruz.

Zanabria Pérez, Félix. Guardaespaldas del Mayor Nelo Montero

Zegarra, Walter. Notario en Quillacollo.

Zuna, Humberto. Informante. Huanuni.