La esencia del sufismo es la Verdad. La definición del sufismo es el conocimiento certero y la realización de esa Verdad.
La práctica del sufismo el el propósito de caminar hacia la Verdad por medio del Amor intenso y la devoción. Esta es la Tariqat, o sendero espiritual hacia Dios.
El Sufí es aquel que ama la Verdad, quien por medio del Amor y la devoción hace el peregrinaje hacia esa Verdad o Perfección Absoluta, y por el Pudor que siente hacia ella se aleja de todo lo que no sea la Verdadera Realidad. Los sufíes dicen: "A quienes tienen apego a este mundo les está vedado el otro mundo; a los del otro mundo les está vedado este mundo. Ambos mundos le están vedados al sufí"
Esta misma idea es expresada por Shebli cuando dice: "Quien muere con amor a este mundo, es un hipócrita; quien muere con el anhelo del Paraíso es un ascéta; pero quien muere enamorado de la Verdad, es un sufí".
El Sufismo
El sufismo es la escuela para la realización de moralidades prácticas, que incluye iluminación interior, y no razonamiento; intuición y testimonio directo, y no lógica. Cuando hablamos de moralidades, es preciso entender que no se trata de las moralidades convencionalmente vistas por la sociedad. En otras palabras, el sufí observa las moralidades de los atributos Divinos, que no deben ser confundidas con la moral y reglas convencionales de la sociedad. Expresar verdades reales es cosa muy difícil; el marco de las palabras, aún las más precisas, en su limitación, no llegan jamás a captar la perfecta totalidad de lo que significa. Por tanto es posible que puedan ocasionar dudas y confusiones en aquellos que son imperfectos. No obstante:
Si uno no puede beber todo el agua del mar debe beber de él hasta saciar la sed.
Todo lo que los sabios han dicho con respecto a la Verdad es de una parte cierto, pero no suficiente. El sufí afirma que el filósofo ve la totalidad absoluta a través de la ventana de su percepción limitada, con ojo sapiente pero parcial, y que aquello que percibe no es más que una minúscula parte del Absoluto, y es por todos bien conocido que una parte no puede yuxtaponerse al todo.
Moulana Rumi, en su ilustre obra El Masnawi, cuenta la historia de un grupo de hombres en India que nunca habían visto un elefante. El elefante era exhibido en ciudades y pueblos, y un día quedó arrinconado en el establo de un lugar donde nadie había visto jamás un animal de su aspecto. Cuatro curiosos que se enteraron de la existencia de aquella maravilla decidieron verla antes que los demás. Pero ocurrió que era ya de noche y no había luz en el establo. En completa oscuridad se acercaron al animal y empezaron a palparlo. Uno, al tocarle la trompa, se imaginó al elefante como una mangera; el segundo le tocó la oreja y lo describió como un abanico; el tercero, tocándole una pata, creyó que era una columna; el cuarto le tocó el lomo y pensó que era una especie de trono.Ninguno tuvo una idea completa de lo que es un elefante. Todo lo que dijeron sobre el elefante era falso en cuando a su definición, pero hay que admitir que quienes le tocaron efectivamente se encontraban con el animal mismo. Moulaná agrega: "Si hubieran tenido una vela en la mano, no hubiera habido tanta diferencia de opinión entre ellos".
Nosotros decimos que esta vela no es otra que el sendero místico para llegar al conocimiento de la Verdad. El sufí dice que, para que el hombre sea verdadero testigo de la perfección del Absoluto, tiene que verla con la visión interior. Si comparamos el océano con la totalidad y la gota con lo parcial, el sufí dice que is imposible ver el océano por el ojo de la gota. Es preciso que la gota se una al océano y se convierta en océano para así poder ver el océano por el ojo del océano mismo.
¿Cómo se puede realizar La Perfección?
El ser humano está dominado por apetitos y temores. Quienes estén encadenados a sus pasiones están moralmente desequilibrados y como consecuencia, sus pensamientos y percepciones son imperfectos; sus propias creencias, al igual que el conocimiento de la Verdad, distan de ser reales. Primero es preciso corregir el pensamiento del enfermo y transformar sus pasiones en moralidades. Una mente sana puede concebir la manera más correcta de aprender la Realidad.
Asceticismo y Abstinencia en El Sufismo
Para atravesar el sendero espiritual, el sufí necesita fortaleza tanto interior como exterior. Se dice que lo que el sufí come se transforma en cualidades espirituales y luz. Sin embargo, lo que los otros comen satisface sus apetitos y pasiones, lo cual sólo fortalece sus deseos egóistas, distanciándoles de este modo de la Verdad.
Respecto a esto, Rumi dice:
"Este come y resulta más hambriento, más vicioso, mientras que otro come y se convierte todo en luz divina.
Este come y se vuelve más impuro, mientras que otro come y todo su ser será la luz de Dios."
Mencionamos lo anterior para aclarar que nuestra escuela no se basa en prácticas ascéticas como abstenerse de comer. En nuestra escuela, al discípulo se le instruye en refrenarse de comer cuando está enfermo o dominado por impulsos indeseables. En tal caso, el maestro le ordena abstenerse de comer ciertos alimentos por algún tiempo y le dirige a concentrarse en sus prácticas espirituales para tratar de apaciguar sus impulsos y recobrar el equilibrio interior. De este modo, logra el discípulo continuar la marcha en este camino ascendente lleno de peligros.
Algunos han créido que la abstinencia y el ayuno contienen en sí la fuerza necesaria para purificar al individuo. En nuestra opinión, dentro del sufismo dichas prácticas no son suficientes para purificar las pasiones del "Yo" dominante. Es cierto que el ayuno y abstinencia dan un cierto estado espiritual, y que en este estado el individuo tiene una percepción más clara; pero sí el ego se compara a un dragón al cual la falta de alimento lo ha debilitado, seguramente cuando el ayuno se deje a un lado y nuevamente se alimente el dragón abundantemente, éste se despertará y atacará con más ferocidad que antes.
En el sufismo, es a través de la tariqat (sendero espiritual) que el "Yo" dominante es gradualmente purificado y transformado en atributos divinos, hasta que no quede nada del compulsivo ego. Entonces lo único que permanece es el Absoluto, la Divinidad. De ahí que en esta transformación en atributos divinos, el ascetismo y la abstinencia no tienen validez.
El Sendero Espiritual (Tariqat)
El sendero espiritual, tariqat, es la vía por la cual el sufí llega a la armonización con la naturaleza divina. Tariqat consiste en el faqr (pobreza espiritual), el jerqeh (vestidura espiritual) y el Dikr ( continuo recordar a Dios).
1. Pobreza espiritual (Faqr)
La pobreza espiritual es sentirse imperfecto y, al mismo tiempo, sentir la necesidad de la perfección. El Profeta, Muhammad, la paz y las bendiciones de Allah sean sobre él, refiriéndose a la pobreza espiritual, dijo: "Alfaro-Fajri:, "La pobreza es mi honor", y añade: "He sido honrado sobre los demás profetas con la pobreza". Dios, dirigiéndose a Muhammad, le dijo: "...Oh Profeta, di: Señor aumenta mi conocimiento de Tí". (Qur’an, Sura 20, Aleya 114) Esta aleya indica que aún el Profeta Muhammad, con su misión divina, sintió la necesidad de acercamiento a la esencia de Dios.
2. La vestidura espiritual (Jerqeh)
Jerqeh es la vestimenta de honor de los derwiches (sufíes); es el símbolo de las cualidades y atributos divinos que el salek (discípulo) alcanza. No debemos caer en el error de quienes creen en la existencia de una especie de vestido (tal como se entiende del significado literal del jerqeh) u objectos (como el anillo de Salomón) que tranforma a quien la encuentra en un hombre perfecto. Claro es que la perfección nada tiene que ver con el atuendo que use. El sufí puede ponerse lo que quiera, siempre que esté en armonía con las costumbres y las reglas de la sociedad. En este aspecto Ali´ dice "Vístete de manera que ni seas señalado ni humillado por la gente".
No es la ropa lo que hace de uno un sufí, sino sus actos y estado interior. El poéta sufí Sadi dice:
Reposa sobre tu propio trono, siendo puro en tus actos, como un derviche
Dos cosas esenciales se necesitan para coser esta túnica: la aguja de la devoción y el hilo de la invocación o recuerdo contínuo de Díos, dikr. Quien aspire a ser honrado con la túnica de pobreza, debe entregarse devotamente a un guía espiritual. La devoción atrae el corazón hacia el Bienamado. Verdadera devoción es constancia en mantener la atención fija en Dios y el renunciamiento a la placidez. El aspirante debe obedecer a su guía espiritual sin preguntar el por qué y cómo de nada. El Guía, con su poder espiritual, penetra en la profundidad del alma del discípulo, le despoja de sus malas cualidades y le elimina las impurezas adquiridas en el mundo de la prularidad. En otras palabras, el maestro coge la aguja de la devoción de la mano del discípulo y, con la ayuda del hilo de la invocación, cose a la medida del discípulo la túnica sufí, que no es otra cosa que Atributos y Nombres Divinos. De esta manera, por la gracia de los nombres y atributos Divinos de la túnica, el discípulo se transforma en un ser humano perfecto.
3. El continuo recordar a Dios (Dikr)
La Unicidad Absoluta posee fuerzas que por medio del acto de la creacíon son transmitidas a todo lo creado, y todas las criaturas de acuerdo con su capacidad se benefician de estas fuerzas espirituales. La existencia de estas fuerzas o verdades se manifiestan a través de nombres Divinos tales como: El viviente, al-Hayy, lo cual significa que la energía vital de toda la creación depende de Él; el Trascendente, al-Alí, lo cual significa que la fuerza del universo pertenece a Él. Es preciso aclarar que la mera repetición de los nombres Divinos sin la debida atención no da resultados eficaces. Durante la invocación de los nombres Divinos, es preciso concentrar todas las facultades en el significado y verdadero entendimiento de estos Nombres.
El Guía del sendero espiritual, para curar a su discípulo de los apetitos sensuales, le recomienda la medicina contenida en la invocación de los nombres Divinos. La repetición de estos nombres Divinos sin la atención fija en su significado completo, es idolatría. El discípulo, por medio de la atención constante hacia ls verdades contenidas en estos Nombres, se purifica y es adornado por los atributos Divinos.
El poéta Magrebí dijo:
"Se sentó el Amado cara a cara con mi ávido corazón por tanto tiempo, que éste se transformó todo en El."
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Sólo así puede la invocación de los nombre Divinos ser llamada total absorción en el recuerdo desinteresado en Dios.
El discípulo se asemeja a una máquina cuya energía viene de la devoción. Esta máquina, a través de la ayuda preciosa del dikr, tranforma los apetitos sensuales en atributos Divinos. Gradualmente el "yo" del discípulo desaparece y la naturaleza Divina se manifiesta. Es entonces cuando el discípulo es digno de recibir la túnica del sufí; su corazón y su alma se iluminan por la gracia de los atributos Divinos. Es en ese momento que se hace merecedor de entrar en el círculo sagrado de los sufíes. Este el el estado de quienes han alcanzado el faná, aniquilamiento del alma en Dios. En esta estación espiritual el sufí percibe directamente los secretos de la Verdad Absoluta. Como dice en el Qur’an: "Solo los puros pueden aprender la Verdad" (Sura 59, Los Acontecimientos, aleya 79). En el sufismo, los puros son llamados, los seres perfectos.
Para mostrar cómo se lleva a cabo la práctica de la invocación tomemos por ejemplo "LA ILLAHA ILL ALLAH". ("No existe más Dios que el Único Dios").
El sufí, para comenzar la invocación, se sienta con las piernas en cruz flexionadas horizontalmente o sobre sus talones. La mano derecha descansando sobre el muslo izquierdo y la izquierda sobre la muñeca derecha. Sentado en esta posición, las manos y piernas de la persona forman la figura LA (adverbio de negación en árabe), simbolizando la no-existencia del sufí frente al Bien-Amado. En este estado, el discípulo debe olvidarse de este mundo, del otro y de sí mismo. La figura LA empieza en el ombligo y termina alrededor del cuello, simbolizando así unas tijeras que cortan la cabeza de los apetitos y las pasiones. Luego, pronunciando ILLAHA (otro dios), mueve la cabeza y el torso hacia la derecha, formando un semi-arco, que es llamado "el arco de la contingencia". (Qose Emkan) Con este movimiento el discípulo niega la existencia de cualquier realidad que no sea la Realidad Absoluta. La palabra "Emkan" simboliza la negación o el renunciamiento a creer en nada que no sea Dios; esto es, en el mundo de las probabilidades. En el sufismo, "otro que Dios" significa toda la existencia efímera, limitada y posible. El ser humano se preocupa de la existencia contingente en lugar de la existencia eterna.
Luego, pronunciando ILL ALLAH (Dios), mueve la cabeza y el torso hacia la izquierda en un semi-círculo trazando otro arco que se llama, "el arco de lo imprescindible" (Qose Wojub). Con este movimiento, el discípulo manifiesta la existencia de la Realidad Absoluta. Con esta invocación se aclara que todo lo creado será aniquilado y lo único permanente es la Existencia Absoluta.
La Manifestación de la Divinidad (Mazhariat)
Como se sabe, las palabras son el símbolo de los objetos, conceptos y realidades. El sufí afirma que, por medio de la atención total y permanente al significado y realidad de su dikr, el recuerdo continuo y desinteresado de Dios, puede llegar a manifestarse en él la gracia de alcanzar uno de los atributos Divinos.
Es desde este punto de vista que los sufíes consideran que en cada Profeta o Santo predomina un Atributo Divino, y que cada uno de ellos es la manifestación y representación de un Atributo Divino en particular.
Por ejemplo, los sufíes ven en Moisés el símbolo del Alwiyat (superioridad o aspecto trascendental de la Realidad), porque pudo hablar con Dios directamente sin intermediario. En el Qur'an, Dios dice a Moisés: "No temas porque Tú eres Trascendente". (Sura 20, Ta Ha, aleya 68) Jesucristo es la manifestación de la Profecía de Dios, porque cuando estaba en la cuna dijo: "Dios me ha dado la Escritura y la investidura de Profeta". (Sura 19, Maryam, aleya 30).
Todo los Profetas encarnan la unidad Divina y la perfección; pero el Profeta Muhammad, para los sufíes, el la manifestación Suprema. El es símbolo del nombre Supremo, A'zam. Se debe aclarar que el Nombre Supremo abarca todos los Nombres Divinos, y, por eso, el profeta Muhammad es el símbolo y la manifestación de todos los atributos Divinos. Refiriéndose a ello, Muhammad dijo: "La primera creación, era mi luz".
De otra parte, cada profeta es la manifestación de uno de los atributos Divinos y todos los atributos Divinos están contenidos en el Nombre más glorificado. El profeta Muhammad es la manifestación del nombre Supremo. El nombre Supremo tiene prioridad sobre todos los otros Nombres Divinos. De manera que la manifestación del profeta Muhammad incluye todos los Nombres, y jerárquicamente viene antes que todas las otras cosas creadas. Por eso el profeta ha dicho: "Yo era profeta cuando Adán estaba todavía entre agua y arcilla".
Sama
Si no tienes al Amado,
¿por qué no buscarlo?
Si te has unido a Él
¿por qué no celebrarlo?
Las sesiones musicales y el rapto espiritual de los sufíes se llaman Sama. El sufí, en el estado de rapto espiritual, dirige toda su atención hacia el Bienamado, y, al ritmo de movimientos apropiados acompañados de música armoniosa, se sumerge en la invocación de los Nombres Divinos. El sufí en tal estado de embriaguez es como un amante que, olvidándose de todo, aún su propia existencia, se sumerge totalmente en el recuerdo del Amado.
Según los sufíes, Sama no es recomendable para todos los discípulos. Los sufíes comparan al Sama con una medicina cuya prescripción depende del maestro y que sólo bajo su dirección es a veces permitida, a veces prohibida.
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Santidad (Welayat)
Hemos dicho antes que la meta del sufismo es conducir al individuo a su transformación en un ser perfecto, un espejo en el cual se reflejan los Nombres y Atributos Divinos. A este ser perfecto se le llama Walí, y su estado interior es Wilayat. Todos los profetas, además de su misión profética, poseen la morada mística del Wilayat. Esta morada es el grado que indica su estado esotérico, mientras que la misión como Mensajeros de Dios es el estado exotérico. El profeta Muhammad poseía ambos estados y Alí poseía el estado de la morada interior.
Alí dijo: "Esotéricamente, yo he estado con todos los profetas".
El profeta Muhammad, la paz sea con él, confirmando a éste, dijo: "Alí y yo somos de la misma luz".
Los walis, de acuerdo con sus propias capacidades, han bebido de la fuente de la Verdad. El conocimiento y la distinción del estado interior de un santo, sólo a Dios le es posible.
En una tradición profética, Dios ha dicho: "Sólo Yo conozco y protejo a los que me aman". El reconocimiento de los walis está fuera del alcance de la gente común. El que se encuentra limitado no puede reconocer al que ha traspasado los límites. Para reconocer al wali es necesario poseer una verdadera visión interna.
Desafortunadamente existen personas que creen que apartándose de la sociedad pueden alcanzar un estado místico. Dichas personas están equivocadas. Los santos y los profetas forman parte de la sociedad. En nuestro camino, el retiro no posee valor espiritual alguno. El verdadero creyente, un sufí, debe vivir en sociedad, servirla, guiarla y ser el vehículo por el cual la sociedad reciba la Gracia Divina. De ahí que los sufíes digan: una de las primeras cualidades del hombre perfecto debe ser la armonía y la paz con todo lo que le rodea.
La Purificación y Sus Etapas
Existen cuatro etapas de purificacíon:
Tajlieh - La liberación del ego.
Taylieh - El pulimento.
Tahlieh - La ornamentación.
Faná - La aniquilación del ego.
En la primera etapa del sendero, Tajlieh, el discípulo, se desnuda de todas las malas cualidades y apetitos provenientes de su egoísmo. En la segunda, Taylieh, con la ayuda de la invocación constante del nombre de Dios, el discípulo pule el corazón y el alma de las ataduras del ego. En la tercera etapa, Tahlieh, el ser interior del discípulo es adornado de atributos divinos. En la cuarta, todo su ser rebosa con los atributos de la Verdad, hasta el punto de que no queda ninguna señal de su existencia relativa. Esta últimas etapa se llama el aniquilamiento del alma en Dios, faná.
Tanta he pensado en Ti,
que mi ser cambió a Tu Ser,
paso a paso Te acercaste a mi,
poco a poco me alejé de mí.
(poema sufí)
De esa manera, el caminante culmina la etapa intermedia del sendero espiritual, tariqat, mientras que la primera etapa ha consistido las obligaciones religiosas, shariat.
Al alcanzar este estado, el discípulo se transforma en un Hombre Perfecto, Wali, y llega al umbral de la última etapa, la Verdad Absoluta, Haqiqat. El profeta Muhammad dice: la Shariat, son mis palabras; el Tariqat, mis actos; la Haqiqat, mi estado interior.
Esta última etapa se puede comparar a un aprendizaje en la Universidad Divina. En este centro de estudios superiores no existen profesores. El guía del discípulo es el Amor absoluto. De ahí en adelante, su maestro es Amor Divino (Eshq); su libro es Amor divino, y todo su ser es Amor Divino.
Hasta el umbral de esta escuela se podía definir al hombre perfecto, pero, a partir de allí, ya no se puede definir.
Hasta la orilla del océano existen huellas,más allá no queda rastro alguno.
Rumi
Si se le pregunta su nombre, como Bayazid, responderá: "Años ha que lo he perdido, cuanto más lo busco menos lo encuentro".
Si se le pregunta su religión, como Rumi, dirá: "La religión de los enamorados es distinta a todas las religiones; para los enamorados, Dios es la religión y el pueblo".
Tales palabras sólo puede ser pronunciadas por el wali, quien ha perdido su "yo", su dualidad, y se ha convertido en la manifestación de los atributos y secretos divinos.
Lo que ve, lo ve con los ojos de Dios;
Lo que oye lo oye con el oído de Dios
y las palabras que pronuncia
serán las palabras de Dios.