John Ronal Reuel Tolkien fue un filólogo que poseía una inusitada sensibilidad al sonido y apariencia de las palabras y capacidad de penetrar en el lenguaje de la poesía y en la poesía del lenguaje. Tenía una imaginación mitopoética verdaderamente asombrosa. Simonne d’Ardenne dijo que era un lingüista que podía comprender y sentir el hechizo de la palabra.
Nació en Sudáfrica en 1892. Debido a problemas de salud se trasladó con su madre a Inglaterra a los 3 años. Cuando finalizó la Primera Guerra Mundial y su mejor amigo murió, sus palabras: “ Que digas las cosas que yo intentaba decir cuando no esté para decirlas” fueron una llamada a la gran obra que había meditado, un proyecto enorme y asombroso con pocos paralelos en la historia de la literatura y una mitología completa: “El Silmarilion”.
Profesor de la Universidad de Oxford, dedicó su tiempo a la Filología, la Literatura, y a revisar exámenes para tener una remuneración extra.
2. UN CUENTO PARA SUS HIJOS: “EL HOBBIT”
Los hobbits son seres pequeños de la mitad de nuestra talla que tienen rizos en cabeza y pies pero no en la barba. Son de buen carácter y sociables aunque tímidos y prefieren la ropa de colores brillantes, en especial los chalecos.
EL Hobbit es un cuento de hadas con todas sus características asociadas. Sucede en un mundo imaginario, donde la Naturaleza está viva, los héroes son pequeños y débiles pero virtuosos y logran imponerse a los fuertes y poderosos. EL hobbit Bilbo Bolsón, simpático desde el primer momento, resulta tan humano que se acepta como uno de nosotros: es familiar aunque no demasiado, extraño aunque no demasiado. Un cuento para niños aparentemente, pero el comportamiento de los personajes es adulto, las conversaciones llenas de un léxico amplio y rico, y los diálogos ingeniosos mezclados con proverbios nos devuelven al mundo de la fantasía: “No te rías de dragones vivos”.
Bilbo crece de forma gigantesca a lo largo de la obra, mientras sus oponentes se vuelven más elementales. Primero el enfrentamiento con los trolls, luego con Gollum, criatura mezcla de maldad y miseria, la estancia en el corazón de la montaña solitaria, Smaug, el dragón, la prueba de fuego, y finalmente la lucha con su propia conciencia al perder a sus amigos, los enanos, para conseguir la paz entre elfos, hombres y enanos.
Y a pesar de ello no es un héroe mítico. Como dice Gandalf: “Traté de encontrar uno pero los guerreros están ocupados peleándose entre sí en tierras lejanas, y en estos alrededores escasean los héroes, o simplemente no se encuentran”. El acto de heroísmo se enlaza con el sentido del deber y con el verdadero Amor.
De los personajes de la obra, cabe destacar a Gandalf el mago, que nos recuerda a Merlín: conoce el lenguaje de las aves, domina el fuego, tiene una sabiduría dilatada y da buenos consejos. Aunque su presencia no domina la escena su mano protectora no está lejana.
3. EL ÉXITO DE LA ÉPICA FANTÁSTICA: “EL SEÑOR DE LOS ANILLOS”
De la creación de El Señor de los Anillos Tolkien dijo: historias semejantes no nacen de la observación de las hojas de los árboles, crecen como semillas en la oscuridad, alimentándose del humus de mi mente que es materia lingüística. El Señor de los Anillos es una búsqueda de la condición humana en forma de leyenda. No es un libro de caballerías, ni un cuento infantil, ni un relato histórico, ni un capricho literario; resiste todo intento de encasillamiento o clasificación. Ha creado una atmósfera donde resuenan ecos de poemas heroicos del pasado. Es un gran relato épico que, siguiendo el estilo antiguo de narrar, empieza con los famosos versos:
Tres Anillos para los Reyes Elfos bajo el Cielo.
Siete para los Señores Enanos en casas de piedra.
Nueve para los Hombres Mortales condenados a morir.
Uno para el Señor Oscuro sobre el Trono Oscuro,
En la tierra de Mordor donde se extienden las Sombras.
Un Anillo para gobernarlos a Todos. Un Anillo para encontrarlos;
Un Anillo para atraerlos a todos y atarlos a las Tinieblas,
En la Tierra de Mordor donde se extienden las Sombras.
Tolkien dijo que su obra carecía de sentido alegórico en lo político o religioso. Solo admitió que acaso tenía una moraleja. Las opiniones sobre su obra han sido y son variadas, desde un Apocalipsis moderno, una metáfora de la guerra fría, para otros los anillos son hongos radioactivos, otros le acusaron de buscar el escapismo de la sociedad... Lo cierto es que hay algo más que novela en esta obra de 1000 páginas en las que ninguna es superflua y sólo los resúmenes logran trivializarlo.
Año 3001 de la Edad Tercera, en un calendario más extraño que el árabe, un pasado imposible en un espacio desconocido, la Tierra Media, más ignoto para nosotros que la geografía de la Antártida o la meseta del Pamir, vastísima región con territorios naturales llamados Eriador, Mordor, Gondor, Rohan. Las razas no son horizontales, como las conocemos nosotros, sino elfos, hombres, hobbits, magos, enanos. Hay árboles que caminan, piensan y conversan, los Ents; hay dragones alados, trolls, espíritus en túmulos funerarios. Y todos con sus hábitos, tradiciones ancestrales e historia. Han conocido emigraciones, invasiones, reyes, y tienen mitologías propias. Hablan lenguas que jamás hubiésemos sospechado, el sindarin, el quenya, la lengua común. No hay ciudades, sólo pueblos y fortalezas. Se cruzan los ríos por vados, no por puentes, y no hay mucha comunicación entre regiones, solo algunos mercaderes (pero existen las piedras Palantiri que sirven para ver a lo lejos y leer en el pensamiento del otro).
Los acontecimientos suceden en un año, de septiembre de 3018 a marzo de 3019. Hay una misión: destruir el anillo y vencer a Saurón.
Es un destino propuesto por los sabios, pero asumido por la Comunidad del Anillo, nueve representantes de los pueblos libres ( 4 hobbits, 2 hombres, 1 elfo, un enano y un mago) para enfrentar a los nueve jinetes negros.
4. ORÍGENES Y SIMBOLISMO
En Tolkien hay rasgos homéricos, temas medievales, germánicos, escandinavos, finlandeses, irlandeses. El tándem Frodo-Sam nos recuerda a don Quijote y Sancho Panza. Frodo tiene una fuerza interna más profunda de lo que parece, y Sam, siempre cerca de su señor, aporta el sentido práctico: “Donde hay vida hay esperanza y necesidad de vituallas”. “El trabajo que más tarda en terminarse es el que nunca se empieza”. La crecida del río en Rivendell nos recuerda al Antiguo Testamento, y hay frases de Gandalf que recuerdan al Nuevo: “Por el momento estoy con vosotros pero pronto ya no estaré”. Ha realizado una integración admirable de antiguos mitos y edificado un nuevo monumento.
En Tolkien todo se convierte en un símbolo: los colores blancos son para los magos puros, como Saruman el Blanco antes de caer en la oscuridad y Gandalf después de vencer al Balrog y vencerse a sí mismo en las minas de Moria. Blanco es su caballo y negros son los jinetes de Sauron, negras sus banderas y negros los orcos.
Esta dualidad en los símbolos hizo que lo acusaran de maniqueísta (otra simplificación): para Tolkien hay una Creación luminosa y la corrupción llegó después, pero carece de la capacidad de crear “ex nihilo”, y aunque en todos existen las semillas del Mal prestas a germinar, la Oscuridad puede ser conquistada (en realidad, o la conquistas o te conquista). El hombre es una criatura lo bastante fuerte para resistir pero con la libertad de caer, y caer no significa solamente perder la batalla ante el Mal, sino incorporarse a éste. Además a todo personaje le cabe su opuesto: orcos-elfos, Saruman-Gandalf, Cenethor-Aragorn, Gollum-Frodo, troll-ents. También los parajes naturales tienen su contraparte, las cenagosas y oscuras tierras de Mordor frente al verde valle de Ithilien, y la oscuridad de Moria frente a la luz de Lothlorien.
El Señor de los Anillos no es un libro religioso, no tiene iglesias, cultos ni templos. Eso sí, es básicamente moral. Para Tolkien, el mal es un estado de degradación de los seres, hijo de la Soberbia, de donde nace la primera corrupción de Melkor o Morgoth, el primer Señor Oscuro, nacido de la envidia de lo Uno, la Causa sin causa. Pero el mal no es omnipotente ni omnisciente. Tampoco está por encima del miedo, ni tiene conocimiento del futuro. El mal, el efecto Nazgul, consiste en crear temor en el corazón de los hombres. No puede hacer más. El mal anhela el Poder, el control definitivo sobre la vida.
El Anillo es un medio y un centro de poder y fuerza, de acuerdo con la medida del portador. Está corrompido por la mano que lo forjó, y al usarlo se entra en el mundo de las sombras y se desaparece gradualmente. El solo deseo del Anillo corrompe el corazón y debilita la Voluntad. Es inútil esconderlo, el deseo nace y alimenta la soberbia, por eso el único antídoto es la humildad, el amor, y los grandes protagonistas son los mínimos hobbits.
Todos los protagonistas pasan su tiempo de prueba. Cuando Frodo le dice a Gandalf. “Tu eres sabio y poderoso, ¿no lo quieres?” Gandalf reconoce al punto el peligro y lo rechaza, no sin rastros de lucha interior. Saruman, en cambio, da cobijo a la tentación y la disfraza: utilizará el Anillo para controlar el mal. Pero lo único que desea es ser el más poderoso. Boromir sería un rey poderoso y sometería a Mordor: “Yo convocaría gloriosas victorias...”, pero poco después muere en manos de los orcos, así como Saruman muere a manos de Lengua de Serpiente.
En Galadriel la tentación tiene más de vanidad que de soberbia. Frodo le ofrece el Anillo y ella se levanta como un gran árbol en flor, dura como el diamante, suave como un claro de luna, y dice: “¡En el sitio del Señor oscuro instalaré una Reina, y yo no seré oscura sino hermosa y terrible como la mañana y la noche! ¡Hermosa como el mar y el sol y la nieve en la montaña! ¡Terrible como la tempestad y el relámpago! ¡Todos me amarán y respetarán!” Pero vuelve en sí y consiente en ser solo Galadriel.
En Sam, el Hobbit, en la fortaleza de Cirith Ungol, el influjo maléfico del Anillo atraviesa su sencillez y ve a Sam el fuerte, con ejércitos acudiendo a su llamada para derribar Barad-dur y convertir las tierras malditas de Gorgoroth en un jardín, pero reconoce que no es suficientemente grande para tamaña carga.
Frodo, el portador del Anillo, no es el más fuerte, ni el más valiente, pero se sorprende a sí mismo cuando dice. “Yo llevaré el Anillo... aunque no conozco el camino”.
Tiene miedo, como se lo reconoce a Boromir, pero se compromete y es firme y generoso en el amor a sus compañeros: en las cascadas del Rauros se separa de ellos porque no quiere conducirlos a peligros mayores. Tiene la convicción de proteger a la Tierra Media y a sus habitantes.
5. DESENLACE Y HEROÍSMO
La virtud de Frodo es también la capacidad de sacrificarse por lo que ama. Al final lleva a cabo su misión y triunfa la voluntad de servir sobre la de vivir. A pesar de rechazar el anillo en multitud de ocasiones, el contacto físico era ya demasiado largo. La determinación de destruirlo estaba mermada por el cansancio, el hambre, la sed, el veneno de Ella-La Araña, la cárcel. Exhausto, al borde del precipicio, en las grietas del Destino, el Anillo lo domina, la fuerza lo transfigura, y con voz potente dice: ¡El Anillo es mío!
Es la victoria suprema de Sauron, pero en ese instante Gollum, que les había seguido, se abalanza, le arranca anillo y dedo y pierde el equilibrio cayendo en las Grietas y arrastrando consigo el destino del Anillo.
¿Por qué se salva Frodo? Por piedad, por amor, porque no mató a Gollum cuando podía haberlo hecho. Tal como dice Gandalf: “Muchos de los que están vivos merecen la muerte, algunos de los que mueren merecen vivir. ¿Puedes otorgarles la vida? No estés ansioso en otorgar la muerte”.
¿Por qué fracasa el Mal en la Tierra Media? Por falta de imaginación. A Sauron le es imposible concebir que alguien se resista a utilizar el Anillo, y difícilmente que quieran destruirlo, por eso su Ojo se muestra vigilante fuera de Mordor.
De la verdadera condición humana es de donde nace el heroísmo. Tolkien nos hace soñar no sólo con un mundo mágico, sino con el valor y la belleza que residen en el alma humana. Estos se reflejan en dos conductas típicamente humanas, la creación y el sacrificio por amor.
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Nació en Sudáfrica en 1892. Debido a problemas de salud se trasladó con su madre a Inglaterra a los 3 años. Cuando finalizó la Primera Guerra Mundial y su mejor amigo murió, sus palabras: “ Que digas las cosas que yo intentaba decir cuando no esté para decirlas” fueron una llamada a la gran obra que había meditado, un proyecto enorme y asombroso con pocos paralelos en la historia de la literatura y una mitología completa: “El Silmarilion”.
Profesor de la Universidad de Oxford, dedicó su tiempo a la Filología, la Literatura, y a revisar exámenes para tener una remuneración extra.
2. UN CUENTO PARA SUS HIJOS: “EL HOBBIT”
Los hobbits son seres pequeños de la mitad de nuestra talla que tienen rizos en cabeza y pies pero no en la barba. Son de buen carácter y sociables aunque tímidos y prefieren la ropa de colores brillantes, en especial los chalecos.
EL Hobbit es un cuento de hadas con todas sus características asociadas. Sucede en un mundo imaginario, donde la Naturaleza está viva, los héroes son pequeños y débiles pero virtuosos y logran imponerse a los fuertes y poderosos. EL hobbit Bilbo Bolsón, simpático desde el primer momento, resulta tan humano que se acepta como uno de nosotros: es familiar aunque no demasiado, extraño aunque no demasiado. Un cuento para niños aparentemente, pero el comportamiento de los personajes es adulto, las conversaciones llenas de un léxico amplio y rico, y los diálogos ingeniosos mezclados con proverbios nos devuelven al mundo de la fantasía: “No te rías de dragones vivos”.
Bilbo crece de forma gigantesca a lo largo de la obra, mientras sus oponentes se vuelven más elementales. Primero el enfrentamiento con los trolls, luego con Gollum, criatura mezcla de maldad y miseria, la estancia en el corazón de la montaña solitaria, Smaug, el dragón, la prueba de fuego, y finalmente la lucha con su propia conciencia al perder a sus amigos, los enanos, para conseguir la paz entre elfos, hombres y enanos.
Y a pesar de ello no es un héroe mítico. Como dice Gandalf: “Traté de encontrar uno pero los guerreros están ocupados peleándose entre sí en tierras lejanas, y en estos alrededores escasean los héroes, o simplemente no se encuentran”. El acto de heroísmo se enlaza con el sentido del deber y con el verdadero Amor.
De los personajes de la obra, cabe destacar a Gandalf el mago, que nos recuerda a Merlín: conoce el lenguaje de las aves, domina el fuego, tiene una sabiduría dilatada y da buenos consejos. Aunque su presencia no domina la escena su mano protectora no está lejana.
3. EL ÉXITO DE LA ÉPICA FANTÁSTICA: “EL SEÑOR DE LOS ANILLOS”
De la creación de El Señor de los Anillos Tolkien dijo: historias semejantes no nacen de la observación de las hojas de los árboles, crecen como semillas en la oscuridad, alimentándose del humus de mi mente que es materia lingüística. El Señor de los Anillos es una búsqueda de la condición humana en forma de leyenda. No es un libro de caballerías, ni un cuento infantil, ni un relato histórico, ni un capricho literario; resiste todo intento de encasillamiento o clasificación. Ha creado una atmósfera donde resuenan ecos de poemas heroicos del pasado. Es un gran relato épico que, siguiendo el estilo antiguo de narrar, empieza con los famosos versos:
Tres Anillos para los Reyes Elfos bajo el Cielo.
Siete para los Señores Enanos en casas de piedra.
Nueve para los Hombres Mortales condenados a morir.
Uno para el Señor Oscuro sobre el Trono Oscuro,
En la tierra de Mordor donde se extienden las Sombras.
Un Anillo para gobernarlos a Todos. Un Anillo para encontrarlos;
Un Anillo para atraerlos a todos y atarlos a las Tinieblas,
En la Tierra de Mordor donde se extienden las Sombras.
Tolkien dijo que su obra carecía de sentido alegórico en lo político o religioso. Solo admitió que acaso tenía una moraleja. Las opiniones sobre su obra han sido y son variadas, desde un Apocalipsis moderno, una metáfora de la guerra fría, para otros los anillos son hongos radioactivos, otros le acusaron de buscar el escapismo de la sociedad... Lo cierto es que hay algo más que novela en esta obra de 1000 páginas en las que ninguna es superflua y sólo los resúmenes logran trivializarlo.
Año 3001 de la Edad Tercera, en un calendario más extraño que el árabe, un pasado imposible en un espacio desconocido, la Tierra Media, más ignoto para nosotros que la geografía de la Antártida o la meseta del Pamir, vastísima región con territorios naturales llamados Eriador, Mordor, Gondor, Rohan. Las razas no son horizontales, como las conocemos nosotros, sino elfos, hombres, hobbits, magos, enanos. Hay árboles que caminan, piensan y conversan, los Ents; hay dragones alados, trolls, espíritus en túmulos funerarios. Y todos con sus hábitos, tradiciones ancestrales e historia. Han conocido emigraciones, invasiones, reyes, y tienen mitologías propias. Hablan lenguas que jamás hubiésemos sospechado, el sindarin, el quenya, la lengua común. No hay ciudades, sólo pueblos y fortalezas. Se cruzan los ríos por vados, no por puentes, y no hay mucha comunicación entre regiones, solo algunos mercaderes (pero existen las piedras Palantiri que sirven para ver a lo lejos y leer en el pensamiento del otro).
Los acontecimientos suceden en un año, de septiembre de 3018 a marzo de 3019. Hay una misión: destruir el anillo y vencer a Saurón.
Es un destino propuesto por los sabios, pero asumido por la Comunidad del Anillo, nueve representantes de los pueblos libres ( 4 hobbits, 2 hombres, 1 elfo, un enano y un mago) para enfrentar a los nueve jinetes negros.
4. ORÍGENES Y SIMBOLISMO
En Tolkien hay rasgos homéricos, temas medievales, germánicos, escandinavos, finlandeses, irlandeses. El tándem Frodo-Sam nos recuerda a don Quijote y Sancho Panza. Frodo tiene una fuerza interna más profunda de lo que parece, y Sam, siempre cerca de su señor, aporta el sentido práctico: “Donde hay vida hay esperanza y necesidad de vituallas”. “El trabajo que más tarda en terminarse es el que nunca se empieza”. La crecida del río en Rivendell nos recuerda al Antiguo Testamento, y hay frases de Gandalf que recuerdan al Nuevo: “Por el momento estoy con vosotros pero pronto ya no estaré”. Ha realizado una integración admirable de antiguos mitos y edificado un nuevo monumento.
En Tolkien todo se convierte en un símbolo: los colores blancos son para los magos puros, como Saruman el Blanco antes de caer en la oscuridad y Gandalf después de vencer al Balrog y vencerse a sí mismo en las minas de Moria. Blanco es su caballo y negros son los jinetes de Sauron, negras sus banderas y negros los orcos.
Esta dualidad en los símbolos hizo que lo acusaran de maniqueísta (otra simplificación): para Tolkien hay una Creación luminosa y la corrupción llegó después, pero carece de la capacidad de crear “ex nihilo”, y aunque en todos existen las semillas del Mal prestas a germinar, la Oscuridad puede ser conquistada (en realidad, o la conquistas o te conquista). El hombre es una criatura lo bastante fuerte para resistir pero con la libertad de caer, y caer no significa solamente perder la batalla ante el Mal, sino incorporarse a éste. Además a todo personaje le cabe su opuesto: orcos-elfos, Saruman-Gandalf, Cenethor-Aragorn, Gollum-Frodo, troll-ents. También los parajes naturales tienen su contraparte, las cenagosas y oscuras tierras de Mordor frente al verde valle de Ithilien, y la oscuridad de Moria frente a la luz de Lothlorien.
El Señor de los Anillos no es un libro religioso, no tiene iglesias, cultos ni templos. Eso sí, es básicamente moral. Para Tolkien, el mal es un estado de degradación de los seres, hijo de la Soberbia, de donde nace la primera corrupción de Melkor o Morgoth, el primer Señor Oscuro, nacido de la envidia de lo Uno, la Causa sin causa. Pero el mal no es omnipotente ni omnisciente. Tampoco está por encima del miedo, ni tiene conocimiento del futuro. El mal, el efecto Nazgul, consiste en crear temor en el corazón de los hombres. No puede hacer más. El mal anhela el Poder, el control definitivo sobre la vida.
El Anillo es un medio y un centro de poder y fuerza, de acuerdo con la medida del portador. Está corrompido por la mano que lo forjó, y al usarlo se entra en el mundo de las sombras y se desaparece gradualmente. El solo deseo del Anillo corrompe el corazón y debilita la Voluntad. Es inútil esconderlo, el deseo nace y alimenta la soberbia, por eso el único antídoto es la humildad, el amor, y los grandes protagonistas son los mínimos hobbits.
Todos los protagonistas pasan su tiempo de prueba. Cuando Frodo le dice a Gandalf. “Tu eres sabio y poderoso, ¿no lo quieres?” Gandalf reconoce al punto el peligro y lo rechaza, no sin rastros de lucha interior. Saruman, en cambio, da cobijo a la tentación y la disfraza: utilizará el Anillo para controlar el mal. Pero lo único que desea es ser el más poderoso. Boromir sería un rey poderoso y sometería a Mordor: “Yo convocaría gloriosas victorias...”, pero poco después muere en manos de los orcos, así como Saruman muere a manos de Lengua de Serpiente.
En Galadriel la tentación tiene más de vanidad que de soberbia. Frodo le ofrece el Anillo y ella se levanta como un gran árbol en flor, dura como el diamante, suave como un claro de luna, y dice: “¡En el sitio del Señor oscuro instalaré una Reina, y yo no seré oscura sino hermosa y terrible como la mañana y la noche! ¡Hermosa como el mar y el sol y la nieve en la montaña! ¡Terrible como la tempestad y el relámpago! ¡Todos me amarán y respetarán!” Pero vuelve en sí y consiente en ser solo Galadriel.
En Sam, el Hobbit, en la fortaleza de Cirith Ungol, el influjo maléfico del Anillo atraviesa su sencillez y ve a Sam el fuerte, con ejércitos acudiendo a su llamada para derribar Barad-dur y convertir las tierras malditas de Gorgoroth en un jardín, pero reconoce que no es suficientemente grande para tamaña carga.
Frodo, el portador del Anillo, no es el más fuerte, ni el más valiente, pero se sorprende a sí mismo cuando dice. “Yo llevaré el Anillo... aunque no conozco el camino”.
Tiene miedo, como se lo reconoce a Boromir, pero se compromete y es firme y generoso en el amor a sus compañeros: en las cascadas del Rauros se separa de ellos porque no quiere conducirlos a peligros mayores. Tiene la convicción de proteger a la Tierra Media y a sus habitantes.
5. DESENLACE Y HEROÍSMO
La virtud de Frodo es también la capacidad de sacrificarse por lo que ama. Al final lleva a cabo su misión y triunfa la voluntad de servir sobre la de vivir. A pesar de rechazar el anillo en multitud de ocasiones, el contacto físico era ya demasiado largo. La determinación de destruirlo estaba mermada por el cansancio, el hambre, la sed, el veneno de Ella-La Araña, la cárcel. Exhausto, al borde del precipicio, en las grietas del Destino, el Anillo lo domina, la fuerza lo transfigura, y con voz potente dice: ¡El Anillo es mío!
Es la victoria suprema de Sauron, pero en ese instante Gollum, que les había seguido, se abalanza, le arranca anillo y dedo y pierde el equilibrio cayendo en las Grietas y arrastrando consigo el destino del Anillo.
¿Por qué se salva Frodo? Por piedad, por amor, porque no mató a Gollum cuando podía haberlo hecho. Tal como dice Gandalf: “Muchos de los que están vivos merecen la muerte, algunos de los que mueren merecen vivir. ¿Puedes otorgarles la vida? No estés ansioso en otorgar la muerte”.
¿Por qué fracasa el Mal en la Tierra Media? Por falta de imaginación. A Sauron le es imposible concebir que alguien se resista a utilizar el Anillo, y difícilmente que quieran destruirlo, por eso su Ojo se muestra vigilante fuera de Mordor.
De la verdadera condición humana es de donde nace el heroísmo. Tolkien nos hace soñar no sólo con un mundo mágico, sino con el valor y la belleza que residen en el alma humana. Estos se reflejan en dos conductas típicamente humanas, la creación y el sacrificio por amor.
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Los héroes de Tolkien llevan a cabo esta actitud heroica de actuar y resistir, crear y sacrificar. La belleza está en los más ínfimos detalles, y el valor se trasluce en cada desarrollo del argumento. Un mundo mitológico y real escrito en pleno siglo XX, la era de la tecnología y de la cibernética. Tolkien buceó en las raíces de la historia céltica, escandinava y germánica para traernos los sueños que danzan escondidos en nuestro propio corazón.