Invitados por Bruno, dueño de la fábrica de cristal de Murano más antigua de la Isla, los Príncipes de Septimio-Bathzabbay El Tadmur, tuvieron la oportunidad de conocer la historia, y el trabajo de estos artistas del Cristal.
La fábrica regaló al Duque de Berat, un caballo de cristal de Murano, que fue realizado expresamente para la Casa de Tadmur.
Durante su estancia, fue dispuesto para su comodidad por parte de Bruno una lancha privada, que les llevó a varias islas de Venecia.
Igual que Venecia, Murano está comprendida por varias islas pequeñas unidas por puentes. Es el centro de la industria del cristal o como más se conoce en el mundo "Cristal de Murano" desde 1291. En un principio la actividad del cristal se realizaba en la isla de Venecia, sin embargo debido al riesgo de incendio, el Dux ordenó se trasladaran a la isla de Murano.
En los siglos XV y XVI era el principal centro de producción de cristal de Europa. Aunque los vidrieros de Murano gozaban de grandes privilegios, para aquellos que abandonaban la isla para abrir un negocio en otra parte, había penas enormes.
Después de visitar Murano, partieron rumbo a Burano.
Burano es la isla más peculiar que se pueda imaginar: una pequeña comunidad de pescadores que enamora por su arquitectura sencilla y tradicional. Las casas en pocas ocasiones superan las dos plantas y evitan ornamentos, y lo más característico son sus fachadas, que muestran una amplia gama de tonos pastel que también tiene leyenda. Ésta asegura que el despliegue de azules, verdes, granates amarillos, beiges y ocres permitía que cada marinero avistara desde el mar su propia casa.
Burano vivió su esplendor a mediados del siglo XVI cuando se inventó el encaje de punto un aria, hecho con aguja en lugar de bolillo. Una elaboración lenta y laboriosa, que hicieron que estos textiles tuvieran elevadísimos precios. Dichos encajes se convirtieron en un símbolo distintivo de las grandes familias venecianas que los utilizaban para adornar, no sólo sus vestidos, sino también sus hogares.
En esta hermosa isla, visitaron de forma privada, ya que estaba cerrado al público el Museo del Encaje de Burano, en dónde pudieron observar piezas dignas de museo, entre ellas el primer encaje del hijo de Napoleón.
También con los encajes existe una leyenda: cuentan que las mujeres de Burano quisieron imitar la corona de espuma de mar que una sirena regaló a la novia de un pescador fiel, que había resistido la llamada de las ninfas marinas.
En la actualidad,Burano sigue vinculada al mar y es muy habitual ver a pescadores cosiendo redes y reparando barcas.
Realizando El Caballo De Cristal



