Wednesday, September 30, 2009

Homenaje Columna de Trajano.-

El Príncipe, quiso rendir homenaje al pueblo de Rumanía, ante la columna de Trajano, símbolo sagrado del pueblo rumano en el exilio.

La columna de Trajano se inauguró en el año 113 d.C. En sus relieves se muestra la evolución de las campañas militares contra los dacios. Los grabados en espiral cuentan con más de 2600 figuras, detallando cada uno de los momentos más importantes de dichas campañas militares.

En lo alto de la columna de Trajano se colocó una estatua del emperador, que fue sustituida en el año 1587 d.C por una de San Pedro.

Su altura casi alcanza los 40 metros y en el interior cuenta con una escalera de caracol para con pequeñas ventanas para facilitar la orientación por ellas.

En el momento de la muerte del Emperador Trajano, sus cenizas fueron ubicadas en urna de oro situada en la base de la columna.
1. ¿Una figura controvertida?
Es difícil que los personajes históricos de la talla de Trajano no sean objeto de controversia, pues su enorme relevancia les somete de inmediato no sólo al juicio crítico de sus contemporáneos sino también al de la posteridad. Sin embargo, este emperador de Roma gozó en su época y en los tiempos inmediatos a su gobierno del máximo prestigio posible; tan sólo Augusto, instaurador del Imperio, parece haber estado a su altura. Por eso, cuando el senado aclamaba a los emperadores posteriores, expresaba siempre el mismo deseo: “que sea más afortunado que Augusto y mejor que Trajano”, una fórmula estereotipada en la que siempre se repetían los mismos nombres. El senado le otorgó el título de Optimus Princeps y Eutropio dice que “con toda justicia debe ser considerado el mejor de todos los emperadores”. El reconocimiento de sus méritos es aceptado por los literatos latinos con unanimidad sólo ensombrecida por las opiniones críticas de Tertuliano, apologista cristiano del siglo III, y Elio Esparciano, biógrafo del emperador Adriano: el primero le reprocha su persecución de los cristianos y el segundo la temeridad de sus conquistas.
Este doble reproche ha tenido continuidad en tiempos posteriores, de manera que durante siglos el cristianismo imperante en el mundo occidental fue un freno para el encumbramiento de su figura y, en tiempos más recientes, su agresiva política frente al enemigo exterior ha sido criticada desde posiciones antiimperialistas.
Tal vez estos juicios adversos han propiciado que Trajano no tenga en nuestros días el renombre de Augusto o quizá es que le faltó, como a tantos grandes hombres, el escritor que hiciera un relato artístico de sus proezas.
2. Un cantor de sus hazañas.
Cuentan que Alejandro Magno lloró ante la tumba de Aquiles, lamentando no tener un cantor de sus hazañas como Homero. Quizá nuestro emperador fue un héroe a quien también faltó el poeta que inmortalizara sus gestas. Augusto tuvo entre otros nada menos que a Virgilio y Horacio, Trajano, a falta de poetas, contó con uno de los mejores prosistas de Roma, Plinio el Joven, quien en agradecimiento por haber sido nombrado cónsul, escribió el famoso Panegírico a Trajano, un escrito en el que los elogios al emperador alternan con interesantes reflexiones sobre la monarquía y el ejercicio del poder; también sus Cartas contienen datos imprescindibles para el mejor conocimiento de Trajano y su época; lástima que la amistad y la dependencia jerárquica devalúen necesariamente lo trasmitido por Plinio.

Sin duda ha contribuido también al menor conocimiento de la figura de Trajano el hecho de que lamentablemente no conservemos una biografía extensa, pues Las vidas de los doce Césares de Suetonio llegan hasta Domiciano (96 d.C.) y La Historia Augusta se inicia con Adriano (117), de manera que hemos de conformarnos con los resúmenes que nos han trasmitido los abreviadores de época tardía.

Sin embargo, la importancia de sus actos de gobierno queda patente en las numerosísimas noticias y alusiones que encontramos dispersas en los más diversos autores y en las fuentes jurídicas, numismáticas y epigráficas. Además, como si hubiera intuido las carencias en la transmisión de sus empresas, Trajano se preocupó de ilustrar algunas con la erección de notables monumentos, que se han conservado a pesar del paso del tiempo, como si una Fortuna cómplice hubiera querido compensarle de este modo; entre ellos merece especial mención la Columna Trajana, cuyos espléndidos bajorrelieves constituyen una crónica de la conquista de Dacia

M. Yourcenair, autora de Memorias de Adriano fue la mejor cantora de la gloria de este emperador; a Trajano también le ha faltado el novelista o el cineasta que lo encumbrara, aunque fuera diecinueve siglos después de muerto.

3. De Itálica a Roma pasando por medio Imperio.

Marco Ulpio Trajano fue el primero que sin haber nacido en suelo itálico alcanzó la cima del poder imperial; quizá por esta razón se ha discutido más de lo debido su nacimiento en la ciudad de Itálica, en la Bética hispana, aunque así lo indican con claridad las fuentes antiguas de mayor crédito. Allí nació también su padre, un ilustre militar y político, que, según parece, elevó considerablemente la prosapia familiar, pues, hasta entonces, los Ulpios de la Bética eran gente de escaso renombre.

Su nacimiento en el 53 d. C. no se pone en duda, pero desconocemos en qué momento Trajano llegó a Roma por primera vez. En el 76 lo encontramos en Siria iniciando sus glorias militares, pues destacó en la victoria sobre los partos de las armas romanas, comandadas por su padre. De allí debió de trasladarse a Éfeso, capital de la provincia de Asia, donde Trajano padre fue nombrado gobernador en el 79. Se mantuvo algunos años más en el ejército, alternando sus ocupaciones militares con la carrera política, que culminó en el 91, cuando fue elegido cónsul, la más alta jerarquía de las magistraturas romanas.
Nada más asumir el poder imperial, Nerva le nombró gobernador de Germania y allí recibió la noticia de que también le había adoptado para sucederle como emperador. Nerva murió en enero del 98, pero Trajano, tras asumir el cetro imperial, continuó sus trabajos de fortificación de la frontera del Rhin y retrasó su llegada a Roma más de un año y medio. Este retraso es considerado por algunos como un rasgo paradigmático de su carácter, que anteponía el cumplimiento del deber a cualquier otro menester, pero también puede interpretarse como un calculado movimiento político que pretendía afianzar su prestigio militar y consolidar así los apoyos políticos con que contaba en la Corte.
En el verano del 99 llegó a Roma como emperador en compañía de su única esposa, Plotina, de la que no tuvo hijos. Dicen que era mujer de inquietudes intelectuales y que su influencia fue decisiva en algunos actos de gobierno del emperador; particularmente en la elección de Adriano como su sucesor, con quien, si hacemos caso a los chismes de Esparciano, tenía unas relaciones más que amistosas.
4. “Justo, clemente, duro y leal”.
Gracias a los datos que las fuentes nos suministran podemos saber que Trajano era bien proporcionado y de más que mediana estatura, ojos profundos, barba espesa, tez morena y un cabello bastante poblado que encaneció a temprana edad. Dormía poco y no tenía especial preocupación por la comida. Sin embargo, cuenta Aurelio Víctor que, consciente de su pasión por el vino, ordenó que no se tuviesen en cuenta las órdenes que daba después de los banquetes.
Este mismo historiador dice que era “justo, clemente, duro y leal con los amigos” y algunas anécdotas de su vida, trasmitidas por él o por otros autores parecen confirmarlo. Pidió a los sacerdotes que cada vez que rogaran por la prolongación de su reinado, añadieran: “siempre y cuando lo merezca”. Ante el reproche de que era excesivamente amistoso con todo el mundo, contestó: “quiero tratar a los demás como yo hubiera querido ser tratado si no fuese emperador”. Cuando nombró prefecto del Pretorio a Suburano, al entregarle el puñal que simbolizaba el mando, le dijo: “Te lo entrego para defenderme, si me conduzco bien; en caso contrario, úsalo contra mí”. Particular empeño ponen las fuentes en resaltar la lealtad hacia los amigos; a tal propósito refiere Dión Casio que cuando personas del entorno del emperador acusaron a su amigo Licinio Sura de conspiración, Trajano se presentó en su casa sin ser invitado y pasó todo el día con él, compartiendo la mesa y los baños; al día siguiente dijo a los intrigantes: “Si Sura hubiera querido matarme, lo hubiera hecho ayer”.
Era hombre de cultura modesta y mediana elocuencia, pero tenía en gran aprecio a los hombres sabios. Cuenta Filóstrato en su Vidas de los sofistas que un día departiendo en Roma con Dión de Prusa, filósofo estoico con quien tenía cierta familiaridad, terminó diciéndole: “no sé qué dices, pero te amo como a mí mismo”.
5. Conquista o guerra preventiva.
Trajano fue Princeps casi veinte años, prácticamente la mitad ocupados en campañas militares. La invasión de Dacia, poco después de asumir el poder, supone una ruptura con la política que habían seguido los emperadores desde la época de Augusto, cuyas guerras externas habían tenido como objetivo alcanzar fronteras naturales que sirvieran de baluarte defensivo frente a las posibles invasiones: el mar, el desierto o los grandes ríos conformaron el limes o línea fronteriza estable, más allá de la cual parecía temerario aventurarse.
Las tribus dacias habían tenido ya algunos éxitos frente a las tropas romanas en tiempos de Domiciano y la agresividad de su rey, Decébalo, proporcionó a Trajano un buen pretexto para la conquista, que se llevó a cabo en dos campañas sucesivas, sólo separadas por el intervalo de tres años (101-102 y 105-106), en las que se puso de manifiesto la capacidad militar del emperador. La región fue inmediatamente colonizada y convertida en la nueva provincia de Dacia, un extenso territorio en el que se asienta la actual Rumanía. Su enorme riqueza minera no pudo ser ajena a las razones de la conquista y menos todavía el enorme prestigio conseguido por el emperador ante el ejército, el senado y el pueblo.
En el año 114 los asuntos armenios propiciaron la intervención de Trajano en la frontera oriental, dejando bien a las claras sus afanes conquistadores. Sus exitosas campañas frente a los partos y sus aliados culminaron con la toma de Ctesifonte, la capital del reino, en el 116. Armenia, Mesopotamia y Asiria fueron declaradas provincias romanas y de no caer gravemente enfermo habría intentado llegar hasta la India, para igualar así la gloria militar de Alejandro Magno, referente mítico de cualquier jefe militar de la civilización mediterránea.
Murió, casi con las botas puestas, cuando era trasladado a Roma, el año 117 en tierras de Cilicia, en la actual Turquía. No puede dejar de sorprendernos que las empresas bélicas de Trajano, inconmensurables en tantos sentidos, hayan tenido un reflejo literario tan exiguo. Quizá la renuncia de Adriano a las nuevas provincias conservando únicamente Dacia, puede tener algo que ver en ello, pues era una forma de indicar que la política agresiva de Trajano era errónea y que los beneficios que de ella se derivaban eran inferiores a los perjuicios.
6. Un gobierno liberal.
Sus prolongadas estancias en la guerra externa no impidieron a Trajano llevar a cabo una intensa política interior, motivo de encendidos elogios en la historiografía romana, portavoz de la opinión del senado, una antigua institución que reunía en su seno a la aristocracia y añoraba el poder de que había gozado en el régimen republicano anterior a la instauración del Principado por Augusto. Este emperador y algunos más, como Tiberio o Vespasiano, había concedido al senado un importante papel en la administración del Imperio; sin embargo, otros, como Calígula, Claudio, Nerón o Domiciano hicieron de la institución un organismo totalmente sometido a la majestad imperial.
El ascenso al poder de Trajano supuso para el senado la recuperación de la libertad perdida, “un tiempo nuevo”, dice Plinio, “en el agrada decir lo que se siente y sentir lo que se dice”; el contraste con los tiempos del despótico Domiciano también coadyuvó al buen recibimiento que los senadores tributaron a Trajano, una de cuyas primeras decisiones fue desoír las denuncias anónimas, que tantos estragos habían causado en anteriores principados.
Con la colaboración del senado, donde implantó el voto secreto, Trajano emprendió un plan de regeneración moral y política, que tuvo consecuencias en la administración, la justicia y la economía. Se preocupó especialmente de aumentar los recursos del fisco, con el fin de llevar a cabo su política de construcciones y mejora de las infraestructuras y para desarrollar algunas medidas sociales, pues Trajano fue un emperador liberal en las dos acepciones que el adjetivo tiene en nuestra lengua. “Liberal con todos”, dice Eutropio, “enriqueciendo a todo el mundo tanto en el plano público como en el privado”. Entre las medidas que tomó los economistas suelen comentar los llamados alimenta, un plan de ayuda a los propietarios agrícolas, consistente en la concesión de créditos hipotecarios a bajo interés y cuya originalidad consistía en que los intereses que se recaudaban se destinaban a la alimentación de los niños de condición libre; de este modo, Trajano, al tiempo que incentivaba el sector agrícola, favorecía el desarrollo de la natalidad, que había caído hasta índices alarmantes.
7. El emperador albañil.
El impulso constructor de Trajano es unánimemente destacado en todas las fuentes, de manera que probablemente entre los emperadores romanos sea a él a quien más convenga este popular título que entre los reyes de España fue otorgado a Carlos III. “Construyó edificios por todo el mundo”, dice Eutropio, y lo hizo además con finalidad práctica y estética. En efecto, por un lado, se preocupó de realizar aquellas construcciones necesarias para facilitar la romanización y mejorar las condiciones de vida de los ciudadanos: abrió caminos en terrenos lejanos e inhóspitos, creó nuevas vías, mejoró las deterioradas condiciones de la posta pública, construyó nuevos acueductos y puentes, entre los que destaca el que hizo sobre el Danubio para facilitar la conquista de la Dacia…Por otro lado, levantó edificaciones que, además de contribuir a la perpetuación de su memoria, tenían como objetivo el embellecimiento de la Urbe y un aumento en las posibilidades de diversión de los romanos: arcos triunfales, teatros, circos, etc. Mención especial merece el Foro de Trajano, un conjunto de edificios, cuyas ruinas son todavía hoy un deleite para el viajero que visita Roma.

En España conservamos importantes vestigios de esta actividad constructora, sobre todo vías y puentes, el de Alcántara, sobre el Tajo, es sin duda el mejor conservado.


8. Las dudas del cristianismo.

No hay acuerdo entre los autores cristianos de época tardoromana en si Trajano debe figurar o no entre los emperadores que persiguieron al cristianismo. Lactancio dice que no, pero Orosio y San Agustín afirman lo contrario. En una carta de respuesta a Plinio, cuando era gobernador de Bitinia, Trajano ordena a éste no perseguir sistemáticamente a los cristianos aunque sí atender las denuncias particulares que sobre ellos se presentasen. Conocemos, por otra parte, que hubo algunos mártires en su época, pero no sabemos si la responsabilidad en tales martirios es achacable a los gobernadores provinciales o al propio emperador. A partir de estos datos y, desde posiciones ideológicas distintas, se originó un debate, todavía inacabado, sobre la posición de Trajano frente al cristianismo, que, como vemos, tiene su origen en las dudas de los primeros escritores cristianos.

Probablemente, la leyenda que cuenta que el Papa Gregorio Magno salvó el alma de Trajano con sus súplicas es producto de tales dudas. ¿Cómo un hombre tan justo y tan admirado, considerado Optimus Princeps no sólo en su época sino también muchos siglos después, podía haber perseguido a los cristianos? Era necesario integrarlo en el grupo de emperadores no perseguidores, para hacer valer la ecuación emperador bueno igual a emperador no perseguidor, que tan sabiamente introdujo Lactancio en su Sobre la muerte de los perseguidores. La leyenda refiere que, ante los rezos del Papa, una voz divina se le apareció en sueños diciendo: “He escuchado tus súplicas y perdono a Trajano; pero guárdate en adelante de pedirme por los impíos”.

Cronología: Principales acontecimientos de la vida de Trajano:
-53 d.C.: nace en Itálica, en la Bética hispana.
-76: participa como tribuno militar en la victoria sobre los partos en Siria.
-91: es elegido cónsul.
-97: es nombrado gobernador en Germania.
-98: es elegido emperador a la muerte de Nerva.
-101: primera expedición contra los dacios.
-107: terminan las guerras dácicas. Dacia se convierte en provincia romana.
-114: las tropas romanas avanzan sobre Armenia.
-116: culmina su expedición en Oriente con la toma de Ctesifonte.
-117: muere en Selinonte (Cilicia), de regreso a Roma.

Bibliografía
Estudios:
-Julián González (Ed.), Imp. Caes. Nerva Traianus Aug, Ediciones Alfar, Sevilla, 1993.
-Mª Pilar González-Conde, La Guerra y la paz bajo Trajano y Adriano, Fundación Pastor de Estudios Clásicos, Madrid, 1991.
-Francisco Mayán, Trajano o el cumplimiento del deber, Diputación provincial, Lugo, 1999.
Novelas históricas:
-Jesús Pardo, Yo, Trajano, Planeta, Barcelona, 1991.
-Corson David, Trajan and Plotina, iUniverse.com Inc., 2003.
Cine histórico:
-Los dacios, director S. Nicolaescu, 1966, película de propaganda nacionalista rumana.
-La columna de Trajano, dir. Mircea Dragan, 1968, también de nacionalidad rumana.