Están llegando las piezas únicas que forman la Colección del Museo Príncipes de Tadmur, “Mongolia Mágica”, que será inaugurada en la ciudad de Toledo.
Entre las piezas, un huevo de Protoceratops de 40 millones de años descubierto en el desierto del Gobi, una tiara de una princesa mongola, relicarios budistas, hasta un billetero del Khampa Lama del S XIX.
Protoceratops ("primera cara con cuernos") es un género de dinosaurios ceratopsianos protoceratópsidos, que vivieron en el Cretácico superior (hace aproximadamente 85 y 71 millones de años, en el Santoniano y el Campaniano), en lo que hoy es Mongolia. Su nombre proviene del griego "proto-" (primero), "cerat-" (cuernos), y "-ops" (cara).[1] Forma parte de Protoceratopsidae, un taxón integrado por los primeros dinosaurios con cuernos.
Los protocerátopos llegaron a medir 2 m de longitud y a pesar 180 kg. Los protocerátopos estaban emparentados con el leptocerátopo, un protoceratopsido que habitaba en Norteamérica. Algunas revisiones, como la de Peter Dodson, atribuyen la diferencia de tamaño y forma de algunos huesos craneales - concretamente el parietal y el escamoso - a la existencia de cierto dimorfismo sexual, además de la edad.[2]
Su aspecto debió ser intimidatorio a pesar de su relativo pequeño tamaño, ya que su cabeza estaba protegida por una maciza placa y su boca poseía un afilado pico. La cola tenía una longitud considerable y era gruesa. La reconstrucción del esqueleto indica que este animal era cuadrúpedo. La placa, además de proteger de posibles ataques frontales, probablemente fuera un elemento más del cortejo durante el periodo de apareamiento.
Los músculos de la mandíbula eran prominentes, capaces de realizar una gran fuerza. De esta manera era capaz de arrancar las plantas y hojas de las que se alimentaba. Después masticaba los alimentos con sus hileras de fuertes dientes.
En 1922 una expedición científica que buscaba ancestros humanos en el desierto de Gobi en Mongolia, encabezada por el explorador estadounidense Roy Chapman Andrews, desenterró algunos de sus huevos. El integrante del grupo que consiguió encontrarlos fue J.B. Shackelford. Además, fueron los primeros huevos de dinosaurio que se encontraron. Este descubrimiento demostró por primera vez que los dinosaurios eran ovíparos; anteriormente, aunque se supiera que los dinosaurios eran reptiles, no se sabía como estos animales se reproducían. En un nido se encontraron cerca de una treintena de huevos, por lo que se pensó que varias hembras de Protoceratops usaban el mismo habitáculo.
Durante mucho tiempo se pensó que el ovirráptor robaba los huevos de estos animales; sin embargo, en 1993 se descubrió un embrión de Oviraptor dentro de esos supuestos huevos de Protoceratops.