Tuesday, May 26, 2009

Sintiendo al Caballero del Islam.








Salimos del valle de Giza, en dirección a la colina Muzzatam, en donde se asienta la Ciudadela de Al-Nāsir Salāh ad-Dīn Yūsuf ibn Ayyūb, más conocido por Saladino, gran rey , señor y caballero del Islam, Sultán de Siria, Egipto, Palestina, Arabia, Yemen, Libia y Mesopotamia.
El Conde de Tiberíades, apresado por Saladino, se encuentra en prisión; medita si morirá, o por el contrario, la justicia del gran sultán podrá salvarle. Ante él se presenta el Rey, y le hace una propuesta, su libertad incondicional, a cambio de que sea investido caballero.

"Después de arreglar el cabello y la barba de Saladino, Hugo le prepara el baño de cortesía y generosidad, y le explica que el nuevo caballero emerge de él limpio, como un niño recién bautizado que emerge sin rastro de pecado.
Luego lleva a Saladino a descansar a un buen lecho, que representa la comodidad y el bienestar del que disfrutará el caballero en el Cielo, si consigue ganárselo por medio de la verdad.
Al levantarse, el nuevo caballero es vestido con:
-Una túnica blanca, que representa su limpieza;
-una capa púrpura que representa su sangre, la que está dispuesto a derramar por Dios y por la iglesia;
-calzas marrones, el color de la tierra a la que todos volvemos, para recordarle que hay que estar dispuesto siempre a bien morir.
A continuación, Saladino es equipado con:
-Un cinturón blanco, que simboliza la pureza;
-espuelas de oro, señal de que será tan rápido como un caballo espoleado para obedecer los deseos de Dios;
-y por último, la espada, con sus dos filos iguales como la justicia y la lealtad, lista para defender a los oprimidos.

Una vez preparado, el nuevo caballero debe ser golpeado en el hombro por el caballero que dirige la ceremonia. Como en ese momento, Hugo considera a Saladino su señor, queda fuera de sus deberes dar ese golpe. Por eso le dice a Saladino las cuatro cosas que un caballero cristiano debe tener presentes:

-Nunca consentir la traición y el falso juramento;
-debe honrar a todas las damas y ayudarles en la necesidad;
-debe oír misa todos los días, si es posible;
-debe ayunar los viernes, en memoria de los sufrimientos de Cristo."
Los símbolos son parte importante de la consagración de la vida y la obra del caballero a la protección divina, entregándole a Dios un guerrero que defenderá su causa Y que está libre de mancha y de pecado; se puede decir que, luego de la ceremonia, el único defecto que el caballero conservaba era seguir siendo humano.
En nuestra época este espíritu solo se conserva como una débil llama, que intenta sobrevivir, que lucha por relucir de nuevo, con fuerza y majestuosidad.
Pero la caballería tiene sus armas, para destruir a los impíos que la utilizan para sus propios beneficios. La Caballería es eterna e imperecedera, está patente en la simbología de las catedrales, de las piedras, en los grupos de mujeres y hombres, que se reúnen para rendir pleitesía a una forma de vida, para muchos anclada en el pasado, para otros, una REGLA de comportamiento.
Imagino, al gran guerrero, paseando por la ciudadela, recordando su juventud en Iraq, sus encuentros con los yazidíes, su culto solar, ¿qué mejor que asentarse en la antigua ciudad de Ra?, y que parte de su fortaleza estuviera formada por las mágicas pirámides, talismán contra los djinn.


Cada 100 metros, hay torres con comunicación entre las murallas, las más impresionantes son la torre del herrero, y la torre de la arena.
Estas calles de la mil y una noches, sembradas de arena, opacas, tienen hermosas mezquitas, dos; como las columnas de la entrada al templo descansan; la Mezquita del Sultán Hassan, y la de Mohamed Alí, realizada en 1.830, entramos en ella, miles de luces dan una vibración espiritual al enorme vacío, respetuosamente uno vuelve a respirar ese aire, pneuma universal de la vida, en dirección a la Meca.
La mezquita está viva, hombres y mujeres, realizando sus oraciones sagradas, tocando con su frente el sagrado suelo, humildes ante la divinidad.
Jóvenes charlan animadamente, en otra zona, ¡¡¡ LA MEZQUITA PALPITA !!!; es centro de reunión, de meditación, de espiritualidad, de negocio…. Es el corazón palpitante del pueblo del Islam, tan injustamente comprendido.
Al salir, en el patio, una enorme fuente, grial musulmán para las abluciones, el guía me señala un enorme reloj:
- Reloj, “parrado”, regalo del Rey de Francia Luis Felipe.
- Nuestro Rey, dar obelisco plaza Concordia, mal negocio, ¿parra querer reloj que no funciona.?
Un barrio enorme, peligroso, lugar de enterramiento de Califas, y sultanes mamelucos, en el que viven 90.000 personas, y cuentan sus sueños no realizados a los espíritus, es la Ciudad de los Muertos, a los pies de la ciudadela.
Niños grises, tristes observan con sus ojos penetrantes, no hay atisbo de sonrisa y alegría; pero hasta el consumismo ha llegado a esta zona, tiendas, barberías, conocido como el Desierto de los mamelucos…
En las tumbas se come, se duerme, se sobrevive; y uno observa detrás del espejo esa otra realidad, que a veces sorprende en nuestra “caja tonta”, desde el egoísmo de nuestra perspectiva; realmente no hay riqueza ni pobreza, sino diferentes mundos en uno solo. ¿Globalización?,……. Surge la sonrisa en mis labios. El mundo con sus avances tecnológicos, en plena era de la “incomunicación”, de internet, y la manipulación, sigue estancado, no es capaz de observar el alma de los seres humanos, y el espíritu de los pueblos.
¿Qué dirán los vivos? de esta ciudad necrológica, en dónde ni los pájaros vuelan, y el calor impide el libre movimiento.

¿Qué dirá? la “moderna” civilización….
Prefiero, ser un loco en un mundo de cuerdos, y ver más allá de lo que nos quieren hacer creer, transmitir las sensaciones que arañan el alma, y poner un granito de arena, en un desierto a fin de transmutar la realidad.

El Príncipe de Septimio-Bathzabbay El Tadmur.-