PUERTO DE ALEJANDRIA
ARQUITECTURA TIPICA
TEMPLO DE LOS EMBALSAMADORES
LA GRAN PIRÁMIDE
EL DESIERTO
40 SIGLOS NOS CONTEMPLAN
LA ESFINGE
Eran las seis de la mañana, y no hacía calor, una brisa suave movía las enormes palmeras de su puerto. Simpáticos guardias nos estaban esperando, a fin de darnos escolta por la bulliciosa ciudad.
Una hipótesis puede ser que la ayuda llegó del cielo, con indica la leyenda egipcia sobre la bajada de los cielos de los dioses Isis y Osiris. Sino sólo hace falta mirar la alineación que forman las tres pirámides de Keops, Kefrén y Micerinos al igual que el Cinturón de Orión, con sus tres estrellas Zeta, Epsilon y Delta Orionis. Para los escépticos pura casualidad y coincidencia.
Pero para mí, la coincidencia y la casualidad, no son otra cosa que la firma de Dios, cuando no quiere dar Su Nombre.
El Príncipe de Septimio-Bathzabbay El Tadmur.
Alejandría, la hermosa ciudad creada por Alejandro Magno, evangelizada por San Marcos, estaba ante nuestros ojos, decrépita y fascinante.
Eran las seis de la mañana, y no hacía calor, una brisa suave movía las enormes palmeras de su puerto. Simpáticos guardias nos estaban esperando, a fin de darnos escolta por la bulliciosa ciudad.
Subimos en el auto, lenta y peligrosamente fuimos flanqueando un tráfico desbordante, con prisas, nos dirigíamos al Cairo, y para ello deberíamos de recorrer dos horas y media por el enigmático desierto del Sáhara, llamado por los Tuareg; Teneré “desierto dentro del desierto”.
Luego nos internamos en la arena, escoltados, por orden del gobierno, por militares armados, ya que existen muchas bandas que atacan lo que ven.
La amable brisa había desaparecido, y unos 45 º de calor, derretían el asfalto, las casas de los agricultores, que día a día luchan para poder vencer al demonio de arena, regando por goteo en las raíces de cada planta, cuya comida típica es paloma rellena de arroz, desaparecían por el cristal trasero del vehículo, en frente arena en todas las direcciones.
Nuestro guía nos informa, que aunque el país es grande, está ocupado en su mayor parte por el desierto, y la población está concentrada en los núcleos urbanos, excepto los beduinos, junto con los tuareg verdaderos señores del desierto, que no conocen fronteras, lo que en este mundo global, les está generando verdaderos problemas, desde lo sucedido el 11 de Septiembre, precisan documentación; y no son fáciles de localizar. Viven según sus costumbres ancestrales, desde niños son enseñados a conocer las estrellas, y a los ocho años, son capaces de guiarse en la oscuridad más profunda.
Esta ruta ha sido, sin duda, una de las más peligrosas que nos ha tocado vivir…el desierto y sus habitantes nos mostraron una realidad muy ajena a nuestros ojos...Descubrimos otras realidades, tierras cargadas de magia y color, insólitas condiciones de vida, gente asombrosa y mil secretos por descubrir. Una travesía cargada de sorpresas y mundos desconocidos, una aventura que finalizaría con la huida del desierto, de sus calores infernales y suelos hostiles. Es que esta fue la ruta de lo desconocido, lo mágico y asombroso… La Ruta de las Pirámides desde Alejandría.
Llegamos al Cairo, y algo nos rompió los esquemas de tantas fotografías de pirámides, todo el Cairo es una ciudad de ladrillo, de casas sin terminar, nuestra cara de incertidumbre, tuvo contestación; en Egipto se pagan los impuestos una vez la vivienda esté construida; así que los constructores de la civilización, y también de la picaresca, nunca terminan sus casas, viven, pero no le ponen techos, de esta forma se ahorran un buen dinero que no pagan al gobierno.
Pasamos por el Hotel Marriot, que el rey Faruk construyó para enamorar a la Emperatriz de los franceses, pero españolísima en su Sangre, Eugenia de Montijo, pero esta aunque enamorada de Egipto, no así de sus costumbres, prefirió ser francesa de adopción.
Ya se divisan las pirámides, y más de 40 siglos nos contemplan, imperecederos, viendo estas nuevas hormigas de la sociedad “moderna”. Al bajar del coche, un abrazo de fuego recorre todo el cuerpo.
Miles de vendedores se acercan, con figuritas y camisetas, y en un estudiado castellano, a fin de conseguir esa apreciada venta en euros, como bazar chino, productos a un euro nos esperan, no respetando ya, la tradición de Ra, ni su fulgor de conocimiento.
“ Tú Egipcio, toma “pirámides” un euro”.
Yo le contestó, Egipcio no, Bonario.
“ A tu italiano, compra “figurrita” dios Anubis”.
Cuando iba a contestar a tan amable vendedor, uno de los soldados había dado una “amistosa colleja” a este hijo de Amón para que no molestara.
Vendedores, camellos, turistas, soldados…. Pero ahí estaban, uniendo tierra y cielo, catalizando energía .
La más antigua de las tres, Gran Pirámide, la de Keops, se estima que se construyó hace aproximadamente 4.400 años. Por aquel entonces todavía no se conocían técnicas tan importantes como la polea, así que ¿cómo levantaban piedras de 30.000 kilos hasta una altura de 150 metros?.Además, ¿de dónde sacaron tales masas de piedra si la cantera de Aswan está a una distancia de alrededor de 1.000 kilómetros?. Sumar a todo esto, que se utilizaron para esta pirámide más de dos millones y medio de bloques transportados por 100.000 hombres durante los 20 años que duró su construcción.
En el siglo 25 antes de nuestra Era, sin ruedas ni poleas, ni grúas o máquinas de ninguna clase, un grupo indeterminado de obreros movió la friolera de más de dos millones de bloques, de pesos comprendidos entre las 2,5 y las 60 toneladas. Y no sólo eso: sin brújula -no existía-, orientaron sus cuatro paredes a los cuatro puntos cardinales con una precisión pasmosa; sin hierro practicaron agujeros que parecen hechos con un taladro en los que al examinar las muescas se ve que cada vuelta de torno profundizaban en el granito hasta doscientas veces más que lo que lograríamos nosotros hoy con un taladro de punta de diamante; y sin instrumentos ópticos orientaron algunos canales internos hacia la posición que ocupaban estrellas como Sirio, Zeta Orión o Alfa del Dragón, muy importantes dentro del contexto religioso egipcio. Esos y otros detalles evidencian que los constructores de la Gran Pirámide poseían unos conocimientos científicos que los expertos dudan en conceder a los primeros egipcios. ¿Y entonces a quién?
Pero ahí sentado, pienso que tras esto se esconden otros misterios aún mayores. Por ejemplo, la leyenda que cuenta que el sacerdote Imhotep recibió la visita del dios Jnum, quién le comunicó una manera de conseguir roca liquida, más fácil de transportar. ¿Sería una especie de cemento que una vez solidificado se asemejase al granito? No menos misterioso resulta la Esfinge, de la que se sabe tiene una cámara secreta debajo de una de sus patas y que según los expertos también contiene un pasadizo hacía la Gran Pirámide.
Hasta el momento nada del otro mundo, pero se han descubierto que esta construcción posee marcas de erosión producidas por el agua. Todo indica que estuvo debajo del agua durante una temporada. ¿Debido al diluvio tal vez? Y si es así, este aconteció hace más de 10.000 años, por lo que la Esfinge sería mucho más antigua que las pirámides. El enigma ni mucho menos acaba aquí. Porque en la pirámide de Keops, que por cierto su sarcófago siempre permaneció vacío sin saber el verdadero paradero del faraón, se pueden encontrar coincidencias increíbles.
Gracias a sus medidas se pueden obtener el número Pi, la densidad, la longitud y el peso exacto de la tierra y la duración misma de un año, por lo que indica que los egipcios sabían que el planeta era redondo. Unas cifras que ahora sabemos pero que hace miles de años nadie intuía.
Existen otras extrañas y no menos sensacionales coincidencias. Si multiplicamos por un millón la altura de la Gran Pirámide, obtendremos la distancia que media entre la Tierra y el Sol. De aquí se desprende otra pregunta. ¿Cómo aprendieron los egipcios todas estas técnicas?
En el siglo 25 antes de nuestra Era, sin ruedas ni poleas, ni grúas o máquinas de ninguna clase, un grupo indeterminado de obreros movió la friolera de más de dos millones de bloques, de pesos comprendidos entre las 2,5 y las 60 toneladas. Y no sólo eso: sin brújula -no existía-, orientaron sus cuatro paredes a los cuatro puntos cardinales con una precisión pasmosa; sin hierro practicaron agujeros que parecen hechos con un taladro en los que al examinar las muescas se ve que cada vuelta de torno profundizaban en el granito hasta doscientas veces más que lo que lograríamos nosotros hoy con un taladro de punta de diamante; y sin instrumentos ópticos orientaron algunos canales internos hacia la posición que ocupaban estrellas como Sirio, Zeta Orión o Alfa del Dragón, muy importantes dentro del contexto religioso egipcio. Esos y otros detalles evidencian que los constructores de la Gran Pirámide poseían unos conocimientos científicos que los expertos dudan en conceder a los primeros egipcios. ¿Y entonces a quién?
Pero ahí sentado, pienso que tras esto se esconden otros misterios aún mayores. Por ejemplo, la leyenda que cuenta que el sacerdote Imhotep recibió la visita del dios Jnum, quién le comunicó una manera de conseguir roca liquida, más fácil de transportar. ¿Sería una especie de cemento que una vez solidificado se asemejase al granito? No menos misterioso resulta la Esfinge, de la que se sabe tiene una cámara secreta debajo de una de sus patas y que según los expertos también contiene un pasadizo hacía la Gran Pirámide.
Hasta el momento nada del otro mundo, pero se han descubierto que esta construcción posee marcas de erosión producidas por el agua. Todo indica que estuvo debajo del agua durante una temporada. ¿Debido al diluvio tal vez? Y si es así, este aconteció hace más de 10.000 años, por lo que la Esfinge sería mucho más antigua que las pirámides. El enigma ni mucho menos acaba aquí. Porque en la pirámide de Keops, que por cierto su sarcófago siempre permaneció vacío sin saber el verdadero paradero del faraón, se pueden encontrar coincidencias increíbles.
Gracias a sus medidas se pueden obtener el número Pi, la densidad, la longitud y el peso exacto de la tierra y la duración misma de un año, por lo que indica que los egipcios sabían que el planeta era redondo. Unas cifras que ahora sabemos pero que hace miles de años nadie intuía.
Existen otras extrañas y no menos sensacionales coincidencias. Si multiplicamos por un millón la altura de la Gran Pirámide, obtendremos la distancia que media entre la Tierra y el Sol. De aquí se desprende otra pregunta. ¿Cómo aprendieron los egipcios todas estas técnicas?
Una hipótesis puede ser que la ayuda llegó del cielo, con indica la leyenda egipcia sobre la bajada de los cielos de los dioses Isis y Osiris. Sino sólo hace falta mirar la alineación que forman las tres pirámides de Keops, Kefrén y Micerinos al igual que el Cinturón de Orión, con sus tres estrellas Zeta, Epsilon y Delta Orionis. Para los escépticos pura casualidad y coincidencia.
Pero para mí, la coincidencia y la casualidad, no son otra cosa que la firma de Dios, cuando no quiere dar Su Nombre.
El Príncipe de Septimio-Bathzabbay El Tadmur.