Friday, August 29, 2008

Visita a la Sede del Consulado Cultural de Cataluña.-

Excmo. D. Jacinto Garreta, Cónsul Cultural de la Royal and Imperial House of Orient, Casa de los Septimio-Bathzabbay El Tadmur, para Cataluña. Le deseamos buena suerte.


El Príncipe de Septimio-Bathzabbay El Tadmur, acompañado del Marqués del Krak de los Caballeros, Secretario General de la Casa; realizaron una visita al Consulado Cultural de la Royal and Imperial House of Orient, que se ha creado en Cataluña.
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La Sede que estará totalmente operativa en el mes de septiembre, pero que ya está funcionando, se encuentra en la Diagonal, en la zona más importante de Barcelona. El consulado se encuentra en un ático de 160 metros cuadrados; el personal está formado por el Cónsul Cultural, dos secretarias, una recepcionista, y un responsable informático.
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El Consulado, además será la sede de la Delegación en Cataluña de la Cámara Internacional de Comercio del MERCOSUR Capítulo España, cuya presidencia ostenta el Príncipe.

El Consulado Cultural de Cataluña, está ubicado en la Calle Buenos Aires, 60, Ático

El Secretario General, en un momento de la visita, ultimando los protocolos de actuación.

Despacho del Cónsul Cultural, a espera del mobiliario, lienzos, etc. El Consulado será inaugurado oficialmente en el mes de Septiembre, con un cocktáil presentación.


En la fotografía el Príncipe, el Cónsul para Cataluña, el Secretario General y Prior General de España de la Orden Bonaria, y D. Carlos Caballero, perteneciente al Consulado Cultural, y socio y miembro de la Junta Directiva de DRUINSA GLOBAL, y MEDEGRAM S.A.

Se aprovechó el viaje del Príncipe, para formalizar la adquisición por parte de este, de el 25 % de las acciones de DRUINSA GLOBAL, empresa propietaria de MEDEGRAN S.A., grupo empresarial que comercializa tecnología antiterrorista, ocio, desarrollo, inversiones en Bolsa, y es parte de Port Fórum Sant Adriá, gran complejo de 25.000 m2. Los beneficios del Príncipe, irán para los proyectos de Desarollo, Culturales de Sus Fundaciones.




La Royal and Imperial House of Orient, a través de la Orden Bonaria, organización imparcial, neutral e independiente, tiene entre otras, la misión de prestar protección y asistencia a las víctimas militares y civiles de la guerra y de la violencia interna.
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Casi todos los conflictos modernos son conflictos internos. Afectan principalmente a las minorías étnicas, raciales o religiosas dentro de las fronteras de un Estado y, sobre todo, a los sectores más pobres de la sociedad. El régimen de terror que muchas veces imponen los combatientes sirve de medio de control social; es una especie de guerra total que penetra en todos los tejidos sociales –económico, político, social y cultural–, y en la que el objetivo perseguido por las partes contendientes es, cada vez más, la población civil. Se trata a veces de una estrategia deliberada de guerra que afecta a todas las personas sin excepción; de hecho, los grupos más vulnerables de la socie-dad son las primeras víctimas de la violencia.
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Por ello, la situación de los niños, las mujeres, los ancianos, los heridos, los enfermos, las personas detenidas y los desaparecidos, merece especial atención.
El interés particular que se conceda a los padecimientos de los niños no supone la diferenciación de una categoría especial de víctimas entre la población civil ni la inobservancia del Principio Fundamental de imparcialidad del Movimiento.
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La Orden Bonaria actúa, y desearía actúar más, con imparcialidad en la asistencia que brinda a todas las víctimas de la guerra y de la violencia interna, teniendo en cuenta sus necesidades. Sin embargo, es innegable que las necesidades de los niños, por una parte, y de las mujeres, los hombres y los ancianos, por otra, son muy diferentes. Hoy, los niños siguen siendo considerados como pequeños adultos, y están con frecuencia a merced de una sociedad o de un medio no siempre dispuesto a asignarles el estatuto que les corresponde: el de futuros adultos.
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Comprender mejor a los niños es simplemente darles una ayuda adecuada a sus necesidades de individuos en desarrollo.
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Demasiados niños han llegado a ser testigos directos e indefensos de las atrocidades cometidas contra sus progenitores o sus parientes. Son muertos, mutilados o encarcelados o resultan separados de sus familiares por diversas circunstancias. Alejados del entorno habitual, incluso los que logran escapar no tienen certeza alguna de lo que el destino les depara a ellos y a sus familiares. A menudo la única alternativa es huir, teniendo que arreglárselas solos desprovistos de una identidad. Estos niños sufren profundas heridas psicológicas que pueden parecer incurables, pero que mediante una atención apropiada sería posible aliviar. Comprender mejor a los niños es también darles los medios de rehacer su vida para evitar que sigan siendo víctimas pasivas o activas de la guerra y para que tomen las riendas de su porvenir.
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Los conflictos y los desastres naturales pueden engendrar hambrunas y epidemias que tienen como consecuencia elevar las tasas de malnutrición grave. La prioridad es, desde luego, combatir las causas de esa malnutrición distribuyendo víveres, garantizando condiciones satisfactorias de salubridad del agua y del hábitat y asegurando el acceso a la asistencia de salud. Sin embargo, la intervención puede tardar y a veces las condiciones de vida son tan precarias que los niños más vulnerables no pueden beneficiarse de una prevención y es necesario hacer frente a la malnutrición grave. El riesgo de mortalidad es muy elevado y se debe tanto a los efectos de las carencias alimentarias en el organismo como al impacto de las enfermedades infecciosas, que esas carencias favorecen y agravan en el círculo vicioso de la malnutrición y de la infección. Para tratar la malnutrición grave es indispensable, pues, prestar una adecuada asistencia médica, dietética y psicológica para que la mortalidad alcance un nivel aceptable y casi incompresible de menos del 5%. Esta asistencia se proporciona en centros especializados donde trabaja un personal sanitario competente.