Monday, May 05, 2008

EL PODER DE LA SUPERACIÓN.-

En la fotografía el Príncipe de Septimio-Abthzabbay el Tadmur, D. Jorge Alvarado, Secretario de la Federación Mexicana de T.K.D., D. Sue Aguayo. D. Jesús Ramal, y el Vecipresidente de la Federación Madrileña de TKD.

Queremos dar a conocer la extraordinaria historia de un luchador, un guerrero de la vida, que no se dejó conquistar, y batalla a batalla va ganando la guerra a las circunstancias. Gracias a la iniciativa de D. Juan Luis Martínez Queiruga, del Gimnasio Natura Sport, conocimos a este maestro de la vida. D.Juan Luis, invitó a participar en un combate de exhibición al Profesor Sue, éste vino desde México al desarrollo de tan importante evento.
El profesor Sue, y el Secretario de la Federación Mexicana de TKD, mantuvieron una reunión con el Príncipe, que estuvo muy interesado en conocer la metodología de enseñanza del TKD para invidentes, del que el profesor Aguayo es el precursor. La Royal and Imperial House of Orient + Orden Bonaria a través de FUPRIADE, realizará gestiones Institucionales para dar a conocer y pontenciar este método deportivo. Ahí va la historia:

Quizá mucha gente me ubique, gracias al maravilloso trabajo de difusión que han hecho los medios de comunicación acerca de mi trayectoria; sin embargo, deseo compartir con ustedes un poco más acerca de quien es Sue Aguayo.
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Iniciaré diciendo que soy un hombre muy feliz y que he aprendido a ver la vida de una manera diferente, haciendo de mis sueños mi realidad.
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El domingo 2 de octubre de 1977, Dolores Aguayo Hernández, trajo a este mundo un ser destinado a la felicidad y al éxito; ella se encargaría de proporcionarle las herramientas necesarias para triunfar; le daría y enseñaría que el amor es lo más importante en la vida de cualquier ser humano. Compartió secretos invaluables, por ejemplo: “que la honestidad sea siempre tu carta de presentación; sé siempre un hombre de hechos, porque a las palabras se las lleva el viento; nunca te derrotes antes de intentar ganar; y lucha por tus metas hasta lograrlas y se feliz inclusive en los momentos más difíciles”.

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Crecí en un círculo familiar muy pequeño, donde solo éramos mi madre y yo, pese a que en ocasiones ella se ausentaba un poco, por razones de trabajo, siempre estuvo al pendiente de mí, nunca me faltó algo, en lo económico hubo sencillez, pero lo indispensable ahí estuvo; sin embargo, fue en el plano emocional, donde me otorgó las mejores lecciones y quedarán por toda la vida guardadas en mi mente y corazón.
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Mi niñez marchaba de la manera más natural, hasta el día en que mi mamá se percató que no veía bien con el ojo derecho y que al parecer el izquierdo no tenía visión; fue a la edad de cinco años cuando me llevó a una exploración oftalmológica, la que dio como resultado un diagnóstico un tanto negativo. Ceguera total en el ojo izquierdo y miopía severa en el derecho; a partir de ese instante mi caminar sería distinto, mas mi madre buscaría que mi infancia fuese de lo más normal.
El ver con un solo ojo y usar lentes, no me ocasionó mayor problema.
Iba en cuarto de primaria y practicaba karate, tenía diez años de edad, era realmente muy feliz, pero el 27 de diciembre de 1987, un acontecimiento con fatales consecuencias, convulsionó a toda mi familia; a partir de ese momento, mi vida cambiaría radicalmente.
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Regresábamos de pasar navidad en Puebla, cuando fuimos embestidos y sacados de la autopista de manera intempestiva. Un autobús, fue el responsable de la dolorosa muerte de mi tía Mary, quien iba embarazada, y de mi primita Liananey de cuatro años; además, mi madre y yo sufrimos fuertes quemaduras en gran parte de nuestro cuerpo; dichas heridas nos tuvieron al borde de la muerte, por dos semanas, los médicos y el hospital en general no se explicaban como era que habíamos sobrevivido. Por supuesto que Dios ya tenía sus planes y era necesario que todo esto ocurriera.
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Fueron meses y meses de cirugías, injertos, inyecciones, litros y litros de suero, iban y llegaban compañeros de habitación, no tengo la menor idea de cuantos litros de sangre me tuvieron que transfundir, pero fueron bastantes; fui presa fácil de la angustia, desesperación dolor y en ocasiones de la terrible depresión, pero nunca estuve solo, mi Señor Jesús me tomaba entre sus brazos y mitigaba mi dolor.
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Fui dado de alta y cuando creí que todo había terminado, no era así; una fuerte y larga recuperación me esperaba, sin embargo, lo realmente complicado después del accidente, fue mi readaptación a la sociedad. Trago sumamente amargo.
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Como explicarle a un niño de 11 años, el por qué, era rechazado, no solo por otros niños, sino también por adultos; miradas que lastimaban más que las mismas quemaduras.
No obstante, Dios en su infinita misericordia, me levantó de entre las cenizas, como al ave fénix; día con día curaba cualquier herida y me mostraba las cosas maravillosas que estaban a mi alrededor; durante todos, absolutamente todos los días, enviaba un ángel de luz y fuerza, gracias a ello hoy soy muy fuerte y feliz.
Retomé mis estudios, destacando en cada grado escolar; salí de la primaria con diploma de aprovechamiento debido a mis excelentes calificaciones; era muy popular tanto en la escuela como en la unidad habitacional, donde vivía, me seguían muchos niños en cada uno de los juegos.
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Esto no hubiera sido posible sin la enorme ayuda de mi madre, ya que en una ocación, recién empezaba a salir después del accidente; mi mamá me envió a comprar tortillas, y mientras estaba formado en la fila, un niño de unos 8 o 9 años, se me quedó mirando de una manera muy fuerte y empezó a burlarse de mí y a señalarme gritando ¡un mounstro, un mounstro! fue un golpe brutal, que jamás había sentido.
Regresé a mi casa completamente deprimido y furioso, dejé las tortillas en la mesa y le dije a mi madre que nunca iba a volver a salir, mi madre preguntó el motivo, y se lo platiqué; no comentó nada, pero creo que a ella también se le revolvieron las emociones.
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Me retiré a mi recámara, tres horas pasaron y mi mamá fue a hablar conmigo, me pidió que fuese a la tienda por un refresco y unas frituras, yo me negué rotundamente; ella solo me dijo: “Está bien, quizá ese niño hizo mal en burlarse de ti, pero no puedes dejar que lo que otros te digan detenga tu vida; mira, talvez ese chico llegó a su casa y le platicó a sus hermanos que te había visto, pero seguro en este momento ya ni se acuerda de ti y está feliz de la vida jugando; mientras tu llevas más de tres horas encerrado amargándote y sufriendo por algo que ya pasó; pero si insistes en quedarte encerrado y privarte de lo que tanto te gusta hacer, ir a la tienda, a la escuela, al parque, al cine o a jugar con tus amigos de la cuadra; está bien, tu te lo pierdes.
No pasaron más de cinco segundos, cuando ya estaba preguntándole que refresco iba a querer; sonrió porque sabía que habíamos derribado una barda más.
Y desde ese día no me han logrado meter a mi casa.
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Mi adolescencia marchaba de lo más normal posible, me encontraba estudiando el primer año de secundaria, era noviembre de 1991, todo estaba de maravilla inclusive tenía novia; pero empecé a tener dificultades para ver con el ojo derecho, mi mamá me llevó al especialista y ahí nos dijeron que tenía desprendimiento de retina y que tenía que internarme de urgencias ya que podía quedar ciego.
Nuevamente la angustia, el dolor y el desconcierto se apoderaban de nosotros; cuatro cirugías durante un año dieron como resultado ceguera en el ojo derecho sumada a la ceguera del izquierdo.
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Mi familia lloraba desconsolada, en ese instante me levanté y les pedí que dejaran de llorar, porque habían dicho los doctores que iba a quedar ciego, mas no que me iba a morir.
Sinceramente, creo que Dios me dio una fuerza especial, porque yo no sentía ningún dolor, quizá lo que tenía era un poco de incertidumbre acerca de a que me iba a dedicar, porque no sabíamos nada en cuanto a la rehabilitación para ciegos.
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Este diagnóstico me fue dado el martes 29 de septiembre y junto con él, Dios me dio un regalo especial, yo no sabía absolutamente nada de música, y desde ese día inicié mi carrera musical; Dios me proveyó de un don maravilloso y por el cual le doy tantas gracias y nunca lo he de olvidar; aprendí a tocar el teclado solo, no tomé clases ni tuve maestros; fue hasta tres años después que estudié seis meses de música y esa es toda mi educación musical.
Muy pronto encontramos una escuela secundaria para ciegos, donde también rehabilitaban; entré muy entusiasmado por aprender, pero se me dificultaba el leer sistema braille ya que este se lee con los dedos y los míos no poseían buena sensibilidad, pero no me derroté y seguí.
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Al siguiente ciclo escolar ya estaba inscrito en esa escuela y comencé una nueva etapa; en primero de secundaria tuve el segundo mejor promedio de la clase y desde segundo ya formaba parte de la escolta, era el capitán de órdenes; en tercero fui electo presidente de la sociedad de alumnos y creo que a partir de ese momento me convertí en un líder.
Salí de la secundaria con grandes satisfacciones y aprendizajes.
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El siguiente reto era estudiar la preparatoria en una escuela normal, estaba tan motivado, que me sentía capaz de lograr cualquier cosa, y así fue. Ingresé a una de las escuelas de educación media superior, más solicitadas, el Colegio de Ciencias y humanidades, me recibió con los brazos abiertos.
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En esta etapa, viví experiencias enriquecedoras y aprendí la importancia de la responsabilidad, debido a que mientras cursaba el cuarto semestre; tuve la oportunidad de irme a vivir solo, yo quería experimentar, mi madre y toda mi familia contribuyeron para que yo lograra esa independencia; no fue fácil, porque muy pronto se me acabaría el dinero y aún no conseguía trabajo; pensé en regresar a la casa de mi madre, pero no pretendía volver derrotado, así que continué.
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Antes de encontrar algún trabajo formal; me vi en situaciones muy complicadas, hubo días en que mi única comida era tres tacos de canasta, que compraba afuera del metro Taxqueña; fueron días de angustia, porque mi entorno emocional era bastante difícil; empecé a caer en fuertes depresiones y más caí cuando al ya no tener nada de dinero, para pagar la renta, la luz, los pasajes para asistir a la escuela, ni para comer, al menos esos tres tacos al día; me fui al metro a cantar para poder tener dinero y comer, debido a que ya tenía dos días sin probar bocado; fue una experiencia muy fuerte, creo que en ese período fue uno de los más dolorosos en mi vida, fui víctima de la discriminación, recibí los insultos más crueles que nunca había recibido, lo realmente más doloroso es que provenían de una persona, que pensaba yo, me amaba.
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Pero, Dios nuevamente me levantó y cuando creía todo perdido; me llamaron para trabajar; hubo luz en mi camino y fuerza para recorrerlo.
A la edad de 19 años inicié mi vida laboral, dando clases en una academia de artes donde empecé como profesor de teclado y llegué en poco tiempo a ser el coordinador de profesores de música; a la par ya también daba clases en una secundaria, igual de música; me invitaban a tocar en eventos sociales amenizando comidas; después me llamaron de una iglesia para dirigir coros juveniles e infantiles, donde dilaté siete años y me hice de una gran cantidad de amigos.
Realmente la música me ha dado una serie de satisfacciones que no cambiaría por nada.
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En 1999 di paso a la realización de uno de mis sueños, tener mi propio grupo; tocábamos ska, un género jamaiquino, que gozaba de mucha popularidad; dicho grupo se llamaba Colgado De La Brocha, tocamos en muchos lugares, grabamos un disco.
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Tuve la fortuna de conocer a mucha gente del medio rockero, debido a que de 1998 al 2003, me dediqué a organizar festivales de rock, reggae y ska; grupos como Maldita Vecindad, Panteón Rococó, Antidoping, Rastrillos, La Lupita, Santa Sabina, Salón Victoria; entre muchos otros, fueron participantes de los festivales que organizaba; cabe destacar que las ganancias de cada uno de estos conciertos, eran destinadas a instituciones de beneficencia; ayudando con ello a niños de la calle, jóvenes con discapacidad visual y fundaciones que apoyaban a grupos vulnerables. En esta etapa aprendí; no importa cuan lejos se vean las estrellas, siempre se podrán alcanzar.
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En marzo de 2004, visité una pequeña escuela de Tae Kwon Do, la cual se encontraba cerca de mi casa; ahí tuve la oportunidad de iniciar un nuevo reto, un sueño que de chico quise alcanzar, pero mi accidente y la ceguera,, me lo impidieron; soñaba con ser cinta negra en algún arte marcial. En ese momento se me presentaba la maravillosa oportunidad de entrenar Tae Kwon Do, una disciplina muy completa y con bastante futuro.
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El primer reto era saber si un ciego podía entrenar; lo cual fue fácil porque yo tenía toda la disposición. Tan solo cinco días de entrenamiento, fueron suficientes, para presentar mi primer examen, gracias a mi buena memoria y agilidad corporal, el instructor me animó a hacer este examen; fue algo extraordinario, nunca había sentido tantas emociones; la gente fue lindísima conmigo y a través de sus aplausos reconocieron mi esfuerzo. Lo que agradezco en gran manera, porque en ese instante descubrí mi amor por el Tae Kwon Do.
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El siguiente reto era saber si un ciego podía hacer combate; al no haber otro ciego con quien realizar los encuentros, tuve que enfrentarme a compañeros que si podían ver; sin embargo, el proceso fue un poco tardado, inicié haciendo simulaciones contra un escudo de pateo, guiado por unas llaves, que al agitarlas el entrenador, lograban ubicarme para saber en donde estaba el rival; desarrollé una serie de claves que al escucharlas me indicaban con que patada haría mi ataque; después descubrí que los contrincantes deberían usar cascabeles, y con el pivoteo inmediatamente sonarían.
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Inicialmente se colocaban en la parte inferior del peto, pero se perdía mucho el sonido, entonces me decidí a solicitar que fuera un collar de cascabeles, lo que portaran mis contrincantes en el cuello; realmente con esta técnica he observado mejores resultados para ubicar bien a mi oponente.
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Fue el domingo 15 de mayo de 2005, cuando se dio, mi primer participación en un torneo de combate; una nueva página se escribiría; ostentaba el grado de cinta verde avanzada y me enfrentaría a un chico del mismo grado. Fue una pelea de exhibición, que dejó ver mis habilidades dentro del área de combate; el nerviosismo me invadía, no obstante, mis ganas de triunfar y demostrar que los ciegos sí podemos entrenar Tae Kwon Do y competir.
Después de aquella brillante demostración, tomé la suficiente confianza para continuar participando en competencias.
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He viajado a diversas partes de la república mexicana, ganando primeros lugares en casi todas mi justas; además de contribuir con un mensaje de aliento, superación, entrega y sobre todo, de demostrar que los sueños se pueden volver realidad, no importa que tan distantes se perciban, lo único es querer realmente alcanzarlos.
Nunca imaginé, que el deporte me daría tantas satisfacciones, que podría ver cristalizados muchos de mis sueños y que tendría el privilegio de compartir con miles y miles de personas mi vida; y cada una de las bendiciones que Dios ha puesto en mi andar. Gracias Dios mío por todas tus maravillas y por siempre tenerme entre tus brazos.
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En marzo de 2007, obtuve mi certificado de cinta negra y a su ves quedé inscrito en el registro nacional de cintas negras; listado en donde únicamente se encuentran los cintas negras reconocidos y afiliados por la Federación Mexicana de Tae Kwon Do. Gracias a la Asociación Pumas Tae Kwon Do de Chihuahua y al Prof. Jorge Alvarado Medina, que me han dado todo su apoyo a lo largo de mi carrera deportiva y han confiado plenamente en mi y en la labor social que desarrollo.
En los meses de enero y febrero de 2007, inauguré dos escuelas de Tae Kwon Do, una en Ciudad Nezahualcóyotl y la otra en Chimalhuacán, en el Estado de México; cerramos el año con un ambiente espectacular entre nuestros alumnos, debido a que hacemos de la motivación una de nuestras mejores herramientas de trabajo; no solo nos interesa, el ganar torneos o graduar cintas negras, otra misión es contribuir a la formación de auténticos campeones de la vida; el valor, la inteligencia, el respeto y la humildad, son nuestras metas a lograr día a día; tratamos de enseñarles que la felicidad está a la mano de cualquiera y en cada cosa que hagamos.
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Con gran orgullo puedo decir que para ser el primer año de actividades; cerrar con 27 alumnos es fantástico y tengo la certeza que cada año será mejor, porque todo lo que hacemos, lo hacemos poniendo Mente Y Corazón.
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Uno de los sueños más grandes que pude realizar durante el 2007; fue el ganar medalla de oro en el Sexto Abierto Internacional Championship, de Buenos Aires, Argentina; una participación histórica igual que el resultado; ya que nunca en la historia mundial del Tae Kwon Do, se había dado la participación de un atleta ciego, más que este compitiera en una categoría convencional. Dicha noticia sonó en todo el mundo y ello nos ayudó a poner el nombre de México muy en alto.
Este resultado no hubiera sido posible, sin el apoyo de mi familia, amigos y algunas empresas que contribuyeron para dar un gran paso. Mil gracias a todos por su gran calidad humana y colaboración.
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Quiero que sepan; solo no hubiera logrado tantas y tantas cosas en ningún ámbito; primeramente mi mamá, Dolores Aguayo, quien ha sido mi soporte durante toda mi existencia; mi tía Margarita Aguayo, que ha estado junto a mí en los momentos más alegres y en los más tristes, dándome consuelo y felicidad, a ella la quiero igual que se quiere a una hermana; Enrique Bravo, mi cuñado, al que considero y quiero como mi hermano, él me ha dado mucha confianza y calidez para caminar firme hacia mis metas; Sara Bravo, que simple y sencillamente es la mujer que más me ha amado, desde 1998 está a mi lado y dentro de mí, en 2006 me dio el privilegio de convertirme en su esposo; en todas y cada una de mis actividades ella está presente de una u otra forma; es mi brazo derecho o mejor dicho, mis ojos en las escuelas de Tae Kwon Do.
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Esta es mi familia en primer instancia; claro que tengo muchísima más a la que le debo mucho y le tengo demasiado cariño.
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Gracias querida familia por todo su amor, siempre los llevo en mi Mente Y Corazón.
Hoy día tengo el honor de contar con una serie de actividades que me satisfacen demasiado; continúo dando clases con miras a abrir la tercer escuela; imparto conferencias motivacionales a escuelas, empresas y grupos sociales; sigo entrenando muy fuerte, con miras a participar en algunos torneos dentro y fuera de México, ya que una de mis metas y sueños más anhelados, es llegar a participar en unos Juegos Olímpicos, sé de ante mano que no será fácil, sin embargo, lo he de intentar hasta lograrlo; gracias a una persona maravillosa, llamada Jannet Arceo, estoy haciendo realidad otro de mis sueños, participar en un programa de televisión y radio, en este comparto con el auditorio todas aquellas técnicas y actitudes, que me ayudan día con día a ser feliz y triunfador, en verdad mil gracias al programa La Mujer Actual; también prosigo con mi carrera como músico, la cual pronto dará de que hablar, y podré transmitir mis sentimientos a todos de una manera hermosa, tal y como es la música misma.
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Tengo muchos sueños por lograr y por compartir con todos ustedes, pero no pretendo aburrirles, para mi siempre serán mejor los hechos y no las palabras, porque a estas se las lleva el viento.
Por último quiero que sepan; mi felicidad la tengo basada en Dios, en mí, mi familia, amigos y en poder transmitirles las maravillas que Dios a hecho en mi vida; dándome un regalo de navidad en 1987, que aunque fuerte y doloroso, gracias a el, hoy sé, el auténtico valor de la vida; otro maravilloso regalo, lo recibí tres días antes de cumplir quince años, en 1992, tal ves les sea imposible entender como mi ceguera puede ser uno de mis mejores obsequios, pero es verdad y no cambiaría ninguno de estos regalos, porque sin duda, he ganado mucho, pero mucho más; de lo que quizá perdí.
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Quizá tu no tengas que pasar por lo mismo que pasamos mi madre y yo, para darte cuenta de que la felicidad es algo espectacular y que el éxito está al alcance de tu mano; no esperes a reaccionar, cuando sea demasiado tarde, tal ves tu no tengas la oportunidad de quedarte ciego para poder ver que la vida es bella; o de tener un accidente que te enseñe que lo más importante, son los sentimientos; no quieras darte cuenta cuando estés en una cama o en una silla de ruedas; no intento chantajear a nadie, simplemente, quiero hacerte ver que tienes una maravillosa oportunidad de ser feliz y hacer felices a todos los que te rodean; no te encierres en la amargura, no hagas de la tristeza tu compañera, ni permitas que la derrota sea parte de tu vida; sacúdete y date cuenta de que aún en el cuarto más oscuro, se puede encontrar luz; que así fueras al lugar más recóndito de la tierra, ahí está Dios, y que aún en la peor de las derrotas, se puede ganar; todo es cuestión de querer ver, sentir, subir, amar, ganar y ser feliz.
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Ciertamente la felicidad, no es permanente, es más bien como el flash de una cámara fotográfica, que dilata poco, pero su efecto deslumbrante perdura; la felicidad no es una utopía como muchos dicen, sucede que la buscamos en los lugares y en las formas más erróneas y por ello creemos que eso de ser feliz son puras patrañas.
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Búscala en los pequeños detalles, trata todos los días de hacerte sentir momentos felices, para que tu cerebro y todo tu cuerpo se acostumbre a esa extraordinaria sensación que solo la podrás experimentar si eres feliz verdaderamente.
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Te pediré un favor enorme; cuando sientas que ya no puedes más con todo aquello que te causa un dolor y una sensación de profunda tristeza; acuérdate de mí; si yo pude salir adelante de todas estas pruebas; tu también saldrás; si yo puedo ser feliz; pese a todas mis limitaciones; tú porque no has de serlo; si yo he logrado el éxito en áreas, donde se creía imposible; tú porqué no has de poder.
Dios, no nos da más de lo que podamos resistir.
Busca primero el reino de Dios y su justicia, y todas las cosas te vendrán por añadidura.
Al final del día siempre tendremos un amigo en quien confiar; si me dejas, yo puedo ser ese amigo.
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Profesor Sué Aguayo
Cinturón Negro 1º Dan.