Digamos desde ya que no había absolutamente ninguna razón para sospechar que sería en Italia donde el mundo antiguo alcanzaría su apogeo. Alrededor del 1000 antes de Cristo, Italia era una tierra atrasada, escasamente poblada por tribus incivilizadas. 

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En otras partes hacía tiempo que existía la civilización. Las pirámides de Egipto habían sido construidas más de quince siglos antes. En el Cercano Oriente, durante esos siglos, habían florecido muchas ciudades, y en la isla de Creta había existido una avanzada civilización, que tenía una armada e instalaciones de cañerías.
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En otras partes hacía tiempo que existía la civilización. Las pirámides de Egipto habían sido construidas más de quince siglos antes. En el Cercano Oriente, durante esos siglos, habían florecido muchas ciudades, y en la isla de Creta había existido una avanzada civilización, que tenía una armada e instalaciones de cañerías.
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Más tarde, entre el 1200 y el 1000 a. C., se produjo una gran conmoción. Hubo desplazamientos de pueblos y las viejas civilizaciones se tambalearon. Las tribus que descendieron del Norte tenían armas de hierro, duras y filosas espadas que podían atravesar los escudos de bronce, más blandos, de los ejércitos civilizados. Algunas de esas civilizaciones fueron destruidas; otras quedaron muy debilitadas y perturbadas.
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Las tribus con armas de hierro también se expandieron hacia el Sur y llegaron a Italia por el 1000 a. C. Pero aquí no había civilizaciones que destruir. En verdad, los recién llegados fueron un avance cultural. Sus restos han sido hallados por los arqueólogos modernos, y particularmente ricos fueron los descubiertos en Villanova, un suburbio de la ciudad de Bolonia, en el centro de la Italia Septentrional. Por ello, a los miembros de esas tribus que usaban el hierro se los llama los villanoveses.
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Poco tiempo después de la llegada de los villanoveses surgió en Italia la primera civilización verdadera. El pueblo que creó esta civilización se llamaba a sí mismo los «rasena», y los griegos los llamaban «Tyrrhenoi». La parte del mar Mediterráneo que está inmediatamente al sudoeste de Italia es llamada hasta el día de hoy «mar Tirreno».
Nosotros conocemos a ese pueblo como los «etruscos», y la tierra que habitaron fue llamada «Etruria».
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Nosotros conocemos a ese pueblo como los «etruscos», y la tierra que habitaron fue llamada «Etruria».
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Etruria se extendió por la costa occidental de Italia desde el centro —desde el río Tíber— hasta el río Arno, a unos 360 kilómetros al Noroeste. En tiempos modernos, buena parte de esa región constituye la parte de la Italia moderna llamada Toscana, nombre que, obviamente, hace recordar a los etruscos.
¿Quiénes eran los etruscos? ¿Eran los villanoveses que se civilizaron lentamente? ¿O eran nuevas tribus que llegaron a Italia desde regiones que ya estaban civilizadas? Es difícil saberlo. La lengua etrusca no ha sido descifrada, de modo que sus inscripciones son todavía un misterio para nosotros. Además, en los siglos siguientes, su cultura y modo de vida fueron tan bien absorbidas por las civilizaciones posteriores que poco es lo que queda de ellos para informarnos sobre su historia primitiva. Los etruscos todavía son un interrogante.
¿Quiénes eran los etruscos? ¿Eran los villanoveses que se civilizaron lentamente? ¿O eran nuevas tribus que llegaron a Italia desde regiones que ya estaban civilizadas? Es difícil saberlo. La lengua etrusca no ha sido descifrada, de modo que sus inscripciones son todavía un misterio para nosotros. Además, en los siglos siguientes, su cultura y modo de vida fueron tan bien absorbidas por las civilizaciones posteriores que poco es lo que queda de ellos para informarnos sobre su historia primitiva. Los etruscos todavía son un interrogante.
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Los antiguos, sin embargo, creían —y quizá tuviesen razón— que los etruscos llegaron a Italia desde Asia Menor, poco después del 1000 a. C. Tal vez los etruscos fueron expulsados de Asia Menor por la misma serie de invasiones y migraciones de bárbaros que llevaron a los villanoveses a Italia.
Las ciudades etruscas tenían una floja unión unas con otras, y entre 700 y 500 a. C. llegaron al apogeo de su poder. Por entonces dominaban casi toda la Italia Central, habían penetrado en el valle del Po, en el Norte, y llegado hasta el mar Adriático.
Puesto que es tan poco lo que se sabe de los etruscos, es fácil subestimarlos y subestimar su contribución a la historia de la Humanidad. La Roma primitiva era casi una ciudad etrusca y buena parte de su cultura y sus tradiciones básicas estaban tomadas de los etruscos. La religión romana tenía un fuerte tinte etrusco, y lo mismo el ritual que rodeaba al gobierno de la ciudad, sus juegos, sus ritos «triunfales» y hasta parte de su vocabulario.
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Los antiguos, sin embargo, creían —y quizá tuviesen razón— que los etruscos llegaron a Italia desde Asia Menor, poco después del 1000 a. C. Tal vez los etruscos fueron expulsados de Asia Menor por la misma serie de invasiones y migraciones de bárbaros que llevaron a los villanoveses a Italia.
Las ciudades etruscas tenían una floja unión unas con otras, y entre 700 y 500 a. C. llegaron al apogeo de su poder. Por entonces dominaban casi toda la Italia Central, habían penetrado en el valle del Po, en el Norte, y llegado hasta el mar Adriático.
Puesto que es tan poco lo que se sabe de los etruscos, es fácil subestimarlos y subestimar su contribución a la historia de la Humanidad. La Roma primitiva era casi una ciudad etrusca y buena parte de su cultura y sus tradiciones básicas estaban tomadas de los etruscos. La religión romana tenía un fuerte tinte etrusco, y lo mismo el ritual que rodeaba al gobierno de la ciudad, sus juegos, sus ritos «triunfales» y hasta parte de su vocabulario.
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En siglos posteriores, el arte etrusco recibió una gran influencia de los griegos, pero hubo siempre mucho que era puramente etrusco y tenía su atractivo propio. En las estatuas etruscas, los labios se curvan fuertemente hacia arriba y forman lo que se llama la «sonrisa arcaica», que les da un extraño matiz cómico.
El arte etrusco muestra una vigorosa influencia oriental. Esto puede indicar el origen asiático del pueblo o sencillamente la extensión de su comercio con Oriente; pero este último caso puede ser también un testimonio de su origen asiático.
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El arte etrusco muestra una vigorosa influencia oriental. Esto puede indicar el origen asiático del pueblo o sencillamente la extensión de su comercio con Oriente; pero este último caso puede ser también un testimonio de su origen asiático.
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Aunque no descifrada, su lengua ha sido sondeada incansablemente para buscar cualquier indicio concerniente a su origen. Los testimonios de ella consisten principalmente en breves inscripciones de las tumbas, y la labor de los expertos no ha hecho más que aumentar la confusión. Algunos hallan indicios de que la lengua es indoeuropea; otros, de que es semítica. A veces se ha sostenido que pueden hallarse presentes ambas influencias y que la lengua es el resultado de una fusión de un campesinado indoeuropeo dominado por una aristocracia proveniente de Asia y de lengua semítica. Otra tesis es que la lengua etrusca no se relaciona con ninguna otra, sino que, como el vasco, es una reliquia de los tiempos anteriores a la invasión y ocupación de Europa por pueblos indoeuropeos.