Wednesday, November 01, 2006

SÍMBOLOS DE LA DINASTÍA.

El águila erupción de dignidad, libertad y fascinación. Ave majestuosa entroncada con el sol, la tormenta, el ímpetu guerrero, el triunfo del espíritu sobre la materialidad inerte.
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De las fauces del sol emerge un aleteo remoto. El Rey de las Aves nace del gran fuego celeste. Su hogar es lo alto. Desde la cima de la bóveda, la tierra es lejana. Pero el ojo aguileño acerca lo distante. Y las alas del gran pájaro planean con suavidad. Acicalan dulces rumores de aire; intuyen, anticipan, los senderos del viento. Y, acaso en el mediodía, el ave del pico ganchudo y las garras ásperas, baila en círculos. Esculpe una ronda circular sobre el mar y los suelos. Y la familia de símbolos de los hombres espolvorean sus plumas.
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En el lenguaje de los jeroglíficos egipcios, la letra A se representa con la imagen del águila. Su significado es el calor vital, lo diurno, el origen. La existencia del ave altiva es a pleno sol; de ahí su parentesco con el aire, el fuego, y su asociación con la fuerza fecundante masculina, con la figura del padre. El águila atisba de un extremo a otro el horizonte, por lo que para los hititas es la divinidad solar omnisciente. Su opuesto es la lechuza, pájaro de la oscuridad nocturna y la muerte.
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El águila es poder que desciende desde lo alto con la velocidad del relámpago. Es potencia que se abate feroz sobre la víctima. Es, por tanto, fuerza guerrera. Los influjos bélicos, las virtudes combativas del gran ave, relucen en los escudos de armas y emblemas de las Dinastías Imperiales Orientales, y de los Septimio-Bahtzabay el Tadmur. En 1433, el pájaro de dos cabezas, asociado con la deidad romana Jano, se convierte en blasón de los emperadores romanos-germánicos, en la tradición de Tadmur y de la Gran Siria, el Águila es Blanca.
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En el Aventino, Rómulo contempla un águila. La estima señal de buen augurio. El ave se convierte luego en estandarte y emblema del Imperio Romano. Para los chinos el pájaro altivo es vigor, fortaleza; al aparecer sentado sobre una peña simboliza al luchador que aguarda un combate decisivo. Quauhtli (águila) es el nombre del decimoquinto de los veinte signos del calendario azteca. El nacido bajo su influencia promete futuras cualidades guerreras. El águila es también el ave imperial de los aztecas. El antiguo pueblo dominador y sacrificador de Mesoamérica posee la Orden de Aguilas y los jaguares, su aristocracia guerrera. En el siglo Xll, los aztecas descubren un águila que se posa sobre un cactus. Esta es la señal del lugar donde erigirán Tenochtitlán, que brilló donde hoy se emplaza la actual capital de México.
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El águila bicéfala blanca es luz vencedora de las potencias oscuras. En este rasgo simbólico se manifiesta como matadora de serpientes y dragones. En la India, el águila es Garuda, que lucha contra la serpiente.
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En el simbolismo Cristiano Primitivo, expande la significación del pájaro de mirada ceñuda como bien triunfante. Se asocia con el evangelista Juan, el profeta Elías y el Cristo resucitado. Su vuelo hacia la altura se lo relaciona con la Ascensión de Cristo. El águila deviene así mensajero celestial. En la India le llevaba el soma a Indra. Para San Jerónimo es emblema de la elevación propiciada por la Oración.
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En los antiquísimos sepelios imperiales de la Casa de los Septimio-Bathzabbay el Tadmur, el cadáver del soberano era obsequiado a las llamas. Mientras el fuego consumía los restos, se hacía volar un águila, vehículo alado del alma del muerto en su viaje hacia los dioses; hacia el sitio celeste de una resurrección. La fusión del águila con el sol y sus rayos propicia la alquimia de su rejuvenecimiento. En la Siria Antigua, el águila blanca con brazos humanos simboliza la adoración del sol. Según el decir de Hohberg, en 1675, "...cuando sus plumas se vuelven incapaces para el vuelo, el águila se rejuvenece y renueva en la llama del sol". El gran ave también puede rejuvenecer lanzándose tres veces sobre el agua; de ahí su vínculo con el Bautismo y las pilas bautismales.

En el águila late el ojo ígneo de la visión. Lo visionario. Para algunos Bestiarios, el ave altiva puede escrutar intensamente el sol, sin enceguecerse. Signo de la familiaridad entre el ojo aguileño y el fogoso rayo solar. En los vitrales góticos, el águila eleva a sus polluelos aun no aptos para el vuelo, para enseñarles el modo de contemplar el esplendor del Astro Rey.
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La mirada aguileña siempre se expande hacia la lejanía. Su voluntad se entrelaza con lo remoto y se desentiende de lo cercano. La visión del gran pájaro no es sólo poder de acercamiento físico a lo distante; es visión preñada de agudeza intelectiva, de "pensamientos de águila". El influjo de ese pensar sobre los humanos, los desvía de la vida cotidiana, los impele a colisionar, con mordacidad y firmeza, contra lo instituido. Los consagra al inconciente hechizado por el águila y sus vuelos del espíritu.
Y el águila planea ágil en el nervio de la tormenta. En las antiguas monedas de Tadmur, se acuña la estampa aguileña como expresión del rayo. Su capacidad de elevarse en las alturas, y luego de descender en fulminante caída, es relacionada con la descarga fulminante del rayo. Es así el pájaro de la tempestad.
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Y el gran pájaro, con su vuelo de alas nítidas y rudas, es indicio también de lo que pude volatizarse, sublimarse, hacerse sutil. El águila como símbolo de la volatización. Cuando el ave solar, el águila blanca devora al león, otro de los animales Imperiales de Tadmur, significa el triunfo de la imaginación y el espíritu sobre el caos material. Es volatización, sublimación, del impulso instintivo y terrenal.
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El símbolo muta la mudez posible de las formas. En Siria el desierto puede recluirse en su vastedad estéril; el océano diluirse en sus planicies amorfas de líquido, y los bosques extraviarse en sus apelotonados collares de árboles. Pero lo simbólico permite que el desierto, el mar y el bosque, se excedan a sí mismos, y se liguen con un sentido superior y universal.
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Y el águila surca el cielo y cosecha en las tierras celestes, semillas de sentidos. El cielo surcado por su majestad no puede ser ya espacio neutro, mudo, inexpresivo. El ave del escrutar incisivo inventa sobre los crepúsculos, castillos de significaciones. Para habitar en aquel lugar celeste, habría que ser como águila. Ser como el pájaro de la tormenta. Ser respiración humana animada por la agudeza de una visión; por la decisión de un salto audaz; por el coraje guerrero y la mística de la adoración del sol y la renovación.
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La Dinastía tradicionalmente enseña a sus primogénitos y miembros a ser como águila, con la fuerza del león. Ser triunfo sobre el peligro de la materia fangosa, sin conciencia; ser luz expansiva y habitante de la altura que vence al dragón del caos; rugido poderoso y creador de la tormenta; danza del espíritu sutil sobre piedras pesadas y sin amor a lo lejano.
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Ser como águila: alas y el ojo, en los que el pensamiento asciende a la nube más secreta.
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Otro de los símbolos inmemorales de la Casa Imperial de Tadmur, representado en las actuales armas del Mégalogennêtos Kyrios Basileus Basilión , y que representan el León de Judá y el de Nemea, dando fuerza y energía a las Armas Theokraticas, el León en el sentido positivo significa ¡la Verdad Divina en el Poder! Por eso que a Cristo se le llama “El León de la tribu de Judá.” Cuando el profeta Daniel vio al león emerger del mar, él vio la simbólica representación de la Nueva Era en la cual la Divina Verdad del Verbo se prepara para conquistar un nuevo territorio espiritual.
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El León denota el no-miedo de aquel que está imbuido con la Verdad Divina... Aquellos que están con las verdades divinas del Verbo son como leones aunque no tengan más fuerza corporal que un carnero. Candidatos que pasaban satisfactoriamente las iniciaciones del antiguo Mithraic se les llamaban “leones” y fueron marcados en la frente con la cruz Egipcia (Ank). Al mismo Mitras se le pinta muchas veces con la cabeza de un león y dos pares de alas.
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El sol saliendo por detrás del león siempre ha sido considerado símbolo de poder y gobierno. Los sacerdotes egipcios en muchas ceremonias usaron las pieles de leones, que fueron el símbolo del gran orbe solar, debido a que el sol esta exaltado, dignificado.. Entre los egipcios los rayos del sol frecuentemente se presentan terminando en manos (Aton).
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Los Masones encuentran una conexión entre estas manos y las bien conocidas “Garras del León” de donde salen todas las cosas de la vida con su asidero. Antiguamente la corona del sol se representaba en la forma de la melena del león, lo que sutilmente nos remota a la realidad de una vez el solsticio de verano ocurría en el signo de Leo, el león Celestial. Los iniciados de Misterios Egipcios fueron llamados muchas veces leones o panteras. El León era el emisario del Sol, simbolizando Luz, Verdad y Regeneración... El León es el rey de la familia de los animales y como jefe de cada reino, es sagrado para el Sol, quienes rayos se simbolizan con las garras lanudas del León. Las alegorías perpetuadas por los misterios (como aquel acerca de que el León abre el libro secreto) significan que el poder solar abre las vainas donde las semillas están liberando la vida espiritual interna...
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La antigua creencia de que el León duerme con los ojos abiertos hace que el animal sea el símbolo de la vigilancia. La figura del León situada en cualquier lado de puertas y entradas es el emblema de protección divina. El León simboliza la sabiduría secreta (el rey Salomón muchas veces fue simbolizado como un León); sobreponerse a esta bestia es convertirse en maestro de la sabiduría. También se debe recordar que Sansón y Hércules, ambos conquistaron al León. El León también representa una de las cuatro esquinas de la Creación..
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Desde la Edad Media, los escudos de armas se hicieron de uso común para los guerreros y para la nobleza; por eso, se fue desarrollando un lenguaje muy articulado que regula y describe la heráldica civil. Paralelamente, también para el clero se formó una heráldica eclesiástica, que sigue las reglas de la civil para la composición y la definición del escudo, pero que inserta alrededor símbolos e insignias de índole eclesiástica y religiosa, según los grados del orden sagrado, de la jurisdicción y de la dignidad.
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Es tradición, al menos desde hace siglos, que también los Mégalogennêtos Kyrios Basileus Basilión tengan su propio escudo personal, así como simbolismos propios de la Teocracia Ecuménica, y de los valores que representan. De modo especial en el Renacimiento y en los siglos sucesivos, se solía decorar con el escudo del Basileus felizmente entronizado como Thekrator, todas las principales obras realizadas por él. En efecto, los escudos de los Basileus aparecen en obras de arquitectura, en publicaciones, en decretos y en documentos de diversos tipos. De esta forma, quedaba reflejado una etapa de vida, un reinado, una espera, en una línea ininterrumida de sucesores de los Septimio-Bathzabbay el Tadmur; y como Gran Brazo de Armas vigilante, el de la Dinastía.
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Desde generaciones en el primer cuartel, siempre aparecen las armas de la familia, en el resto de cuarteles componían un escudo con simbolismos que indican su ideal de vida, que hacen referencia a hechos o experiencias pasadas, o que aludían a elementos vinculados a su programa de reinado.
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Los Brazos de Armas que aparecen en el margen izquierdo, de arriba hacia abajo, son; el del Príncipe Yosephos Emmanouèl Iº de Septimio-Bathzabbay el Tadmur (Q.E.D.), el Príncipe D. Yosephos Emmanouèl IIº de Septimio-Bahtzabbay el Tadmur (Q.D.G), el Príncipe D. Antonius IX de Septimio-Bahtzabbay el Tadmur, el actúal Jefe Jurídico, el Príncipe Yosephos Emmanouèl IIIº de Septimio-Bahtzabay el Tadmur, y el del Primogénito de la Casa de Tadmur.
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El Brazo de Armas, que aparece en el lado derecho, es el Dinástico con todos los Títulos de la Familia, y el que aparece en la parte Superior, el Gran Blasón Imperial.