Idioma original: inglés
Título original: All the Time in the World
Año de publicación: 2012
Valoración: muy recomendable
E. L. Doctorow es uno de los autores estadounidenses más respetados del momento. Y no es para menos. Ha trabajado la novela (Ragtime, El lago, La ciudad de Dios...) y el relato, y ha recibido numerosos y prestigiosos premios (entre ellos, el Pulitzer y el Faulkner) que certifican que estamos ante un autor más que interesante.
Pero, independientemente de los premios que haya ganado o del apoyo casi incodicional de la crítica que suelen recibir sus obras, he de decir que a mí me gustan los libros de este autor porque los personajes que nos presenta en ellos y sus vivencias se alejan de lo común. Nunca veremos en sus novelas o en sus relatos personajes anodinos que llevan una vida "normal". Ni mucho menos. Como él mismo se encarga de explicar en el prefacio de Todo el tiempo del mundo, los protagonistas de sus historias son siempre seres que no siguen las normas establecidas. Y aún más interesante: son los perdedores, los apartados de la sociedad, los que cargan con una pena tan pesada que no pueden vivir como el resto de los mortales, aquellos con los que no queremos mezclarnos, los "raros".
Así, en esta compilación de relatos podemos leer la historia de un hombre que abandona a su familia pero se esconde en el desván, para poder observar lo que hacen en su ausencia, la de una joven que se pasa la vida saltando de una relación desastrosa a otra, la de un joven que acompaña a su madre (una viuda negra experta en hacerse con el dinero de sus fugaces maridos) en un viaje hacia la perdición, la de un matrimonio que descubre que hay un hombre que les observa cada día desde su coche...
Y, como no podía ser menos, en esta constelación de personajes, épocas y lugares (que van de una punta a otra de los Estados Unidos), Doctorow decide vestir cada cuento (y a cada personaje) de una voz particular. De esta manera, nos encontramos en este volumen con relatos narrados al uso (es decir, con un narrador omnisciente), a base de diálogos, como si fueran el testimonio de alguno de los protagonistas... todo un ejercicio narrativo que, unido a la crítica (sutil pero omnipresente) que realiza de la sociedad en la vivimos, hace que éste sea un libro de los que no hay que dejar pasar.
Título original: All the Time in the World
Año de publicación: 2012
Valoración: muy recomendable
E. L. Doctorow es uno de los autores estadounidenses más respetados del momento. Y no es para menos. Ha trabajado la novela (Ragtime, El lago, La ciudad de Dios...) y el relato, y ha recibido numerosos y prestigiosos premios (entre ellos, el Pulitzer y el Faulkner) que certifican que estamos ante un autor más que interesante.
Pero, independientemente de los premios que haya ganado o del apoyo casi incodicional de la crítica que suelen recibir sus obras, he de decir que a mí me gustan los libros de este autor porque los personajes que nos presenta en ellos y sus vivencias se alejan de lo común. Nunca veremos en sus novelas o en sus relatos personajes anodinos que llevan una vida "normal". Ni mucho menos. Como él mismo se encarga de explicar en el prefacio de Todo el tiempo del mundo, los protagonistas de sus historias son siempre seres que no siguen las normas establecidas. Y aún más interesante: son los perdedores, los apartados de la sociedad, los que cargan con una pena tan pesada que no pueden vivir como el resto de los mortales, aquellos con los que no queremos mezclarnos, los "raros".
Así, en esta compilación de relatos podemos leer la historia de un hombre que abandona a su familia pero se esconde en el desván, para poder observar lo que hacen en su ausencia, la de una joven que se pasa la vida saltando de una relación desastrosa a otra, la de un joven que acompaña a su madre (una viuda negra experta en hacerse con el dinero de sus fugaces maridos) en un viaje hacia la perdición, la de un matrimonio que descubre que hay un hombre que les observa cada día desde su coche...
Y, como no podía ser menos, en esta constelación de personajes, épocas y lugares (que van de una punta a otra de los Estados Unidos), Doctorow decide vestir cada cuento (y a cada personaje) de una voz particular. De esta manera, nos encontramos en este volumen con relatos narrados al uso (es decir, con un narrador omnisciente), a base de diálogos, como si fueran el testimonio de alguno de los protagonistas... todo un ejercicio narrativo que, unido a la crítica (sutil pero omnipresente) que realiza de la sociedad en la vivimos, hace que éste sea un libro de los que no hay que dejar pasar.