Sunday, December 18, 2011

LIBRO DEL DIA.- William Faulkner: El ruido y la furia.-

Idioma original: inglés
Título original: The Sound and the Fury
Año de publicación: 1929
Valoración: Imprescindible

En caso de duda, a veces es bueno recurrir a los clásicos. Andaba yo algo decaído (lecturalmente hablando) porque hace tiempo que no acertaba con una lectura de esas que aquí en ULAD catalogamos de "Imprescindibles", así que decidí ir a lo seguro y releerme El ruido y la furia, una novela que si en su tiempo no me impresionó tanto como ¡Absalón, Absalón!, fue solo porque habiendo leído ya antes ¡Absalón, Absalón! ya tenía una idea más precisa de lo que me esperaba.

El ruido y la furia (el título, por supuesto, viene de Macbeth, "la vida es un cuento contado por un idiota lleno de ruido y furia y que nada significa") y se relaciona especialmente (aunque no únicamente) con la primera sección de la novela, narrada por un personaje autista: Benjy, el hermano más joven de la familia Compson. Los otros hermanos, alrededor de los cuales gira a acción, son Quentin -quien también aparecía en ¡Absalón, Absalón!-, hermano sensible, intelectual y enfermizo; Caddy (el único personaje que se preocupa verdaderamente por Benjy, y cuya promiscuidad producirá conflictos familiares y acelerará la decadencia de la familia), y Jason, el más duro, materialista y desapasionado de los hermanos.

Pero la historia en sí no es lo esencial -aunque, ojo, los confictos, pecados y perdiciones de la familia Compson tampoco son moco de pavo como material-: lo que es fundamental y magnífico en esta novela (como en otras de Faulkner) es el modo en el que la historia es presentada, empleando diversas técnicas narrativas y estilísticas que se adaptan a la voz de los personajes-narradores (Benjy en la primera sección; Quentin en la segunda; Jason en la tercera; un narrador en tercera persona en la cuarta y última). La libertad y maestría con la que Faulkner emplea el stream of consciousness en varios apartados de la novela, el desorden cronológico en que está contada la historia o el juego de perspectivas que se construye (un mismo hecho puede aparecer contado varias veces desde varios puntos de vista distintos) si bien pueden oscurecer y dificultar la comprensión de la historia (lo que puede hacer que muchos lectores decidan abandonarla), crea al mismo tiempo un universo lingüístico-narrativo único, y subyugante para quien aprecie este tipo de técnicas.

La conclusión es necesariamente semejante a la que ya puse al final de ¡Absalón, Absalón!: no es una novela fácil; no es una novela para todos los gustos; no es una novela para leer mientras se ve el partido del Athletic. Pero si se coge con calma, con ganas y con tiempo, y sobre todo si se disfruta como un enano con las maravillas de la técnica narrativa en estado puro, es uno de los mayores placeres lectores que uno puede llevarse a los ojos.

Ah, qué a gusto se queda uno...