•Un doble atentado suicida mata a 88 personas en Pakistán, la mayoría reclutas de la guardia fronteriza
•Un grupo talibán local reivindica las acciones y amenaza con derramar más sangre
Islamabad. Once días después del asesinato de Osama Bin Laden en una operación de las fuerzas especiales de Estados Unidos, un doble atentado suicida causó ayer la muerte de al menos 88 personas en el norte de Pakistán. El ataque fue inmediatamente reivindicado por los talibanes paquistaníes, que lo atribuyeron a un acto de venganza por la muerte del líder de Al Qaeda. El atentado tuvo lugar frente a una academia de la guardia de fronteras (Frontier Corps o FC) en la localidad de Charsada, a dos horas de Islamabad y cerca de Afganistán. Según fuentes policiales, las víctimas son 79 reclutas y 9 civiles.
Asimismo, indicaron que quince de los cadáveres quedaron calcinados por la intensidad de las explosiones y que otras 105 personas resultaron heridas, 25 de ellas graves. El doble atentado suicida tuvo lugar cuando reclutas de este cuerpo de seguridad se disponían a volver en autobuses a sus domicilios tras varios días de entrenamiento en el centro de formación. "El primer atacante suicida llegó en una moto y detonó su chaleco entre los hombres de la Policía de Fronteras", explicó el jefe de Policía del distrito de Charsada, Nisar Kahn Marwat. "Cuando otros policías fronterizos llegaron para ayudar a las víctimas, un segundo atacante, también en motocicleta, se inmoló", agregó Marwat. "Yo estaba sentado en una camioneta esperando a mis compañeros. Estábamos vestidos de civil y muy felices porque íbamos a ver a nuestras familias", señaló a la agencia AFP Ahmad Ali, uno de los reclutas herido.
El atentado fue reivindicado por un portavoz del movimiento talibán Tehrik-e-Taliban Pakistán (TTP), Ehsanulá Ehsan, quien en un mensaje de texto remitido a la prensa aseguró que "la venganza por Osama continuará". "No enviéis a vuestros hijos a las fuerzas de seguridad paquistaníes", advirtió el portavoz en el mensaje, redactado en urdu. Los FC, vestigio del Imperio británico, están pensados para proteger el flanco occidental del país y están integrados forma preeminente por pastunes, la misma etnia que habita las zonas tribales y de la que proceden también los talibanes. Las fuerzas de seguridad paquistaníes han sido blanco de este tipo de ataques desde 2007.
Talibanes paquistaníes Tras la muerte de Bin Laden, varios analistas señalaron que la respuesta violenta más inmediata se daría dentro de Pakistán y que provendría de islamistas radicales opuestos al Estado paquistaní y con nexos cercanos a Al Qaeda. El grupo terrorista internacional no tiene capacidad, por sí mismo, en esta zona y depende del apoyo de los militantes talibanes locales.
Según indica el experto en temas de seguridad global Paul Rogers a la BBC, "hay mucho enfado en este grupo por la forma en que murió Bin Laden y por la manera en que intervinieron las fuerzas especiales estadounidenses en el corazón de Pakistán". Sin embargo, la capacidad de este grupo se concentra en Pakistán, por lo que sería más que improbable que pudieran cometer un atentado en Estados Unidos. "El Talibán paquistaní se ve a sí mismo como parte de un movimiento global aunque fijado en Pakistán, donde busca instaurar un Estado islámico", explica Rogers.
Este es el primer gran ataque desde el asesinato de Bin Laden en la norteña ciudad paquistaní de Abbottabad, el pasado 2 de mayo a manos de Estados Unidos; aunque, aquel mismo día, una bomba detonada por control remoto mató a nueve personas cerca de una mezquita, precisamente en Charsada.
Condena gubernamental En un comunicado de condena, el primer ministro, Yusuf Razá Guilani, criticó que los insurgentes no tengan "ningún respeto por la vida humana o por la religión" y que sigan "su propia y vil agenda". Guilani aprovechó para reiterar la voluntad de Pakistán de luchar contra el terrorismo, en un momento en el que la comunidad internacional ha puesto en duda la sinceridad de los esfuerzos del país y el papel de su Ejército y sus servicios secretos (ISI). La localidad en la que apareció Osama Bin Laden, Abbottabad, es una ciudad de tamaño mediano y no lejos de Islamabad, donde tiene su sede una importante academia de formación castrense, Kakaul, y donde viven numerosos militares retirados.
Estos días, y pese a las sospechas, Guilani se ha esforzado por recordar que son los paquistaníes quienes han pagado un coste mayor en el escenario posterior a los atentados del 11 de septiembre: 30.000 civiles, dijo, y otros 5.000 miembros de las fuerzas de seguridad han muerto desde entonces en ataques insurgentes u operaciones militares.
Este año los talibanes han atentado en varias ocasiones contra las fuerzas de seguridad paquistaníes, con especial intensidad en la provincia noroccidental de Khyber-Pakhtunkhwa (KPK), como el atentado contra otro centro de reclutamiento militar que dejó 31 cadetes muertos en Mardán el pasado febrero. El ataque de ayer es un duro golpe a las fuerzas de seguridad paquistaníes, y confirma que el país sigue estando entre los principales objetivos de los atentados talibanes, de la red terrorista Al Qaeda o de grupos relacionados.
Tanto el ISI como el Ejército han admitido desconocer que Estados Unidos planeaba la operación contra el líder de Al Qaeda. Su papel es complicado, si se desvinculan completamente de la operación, pesa sobre ellos la duda de si conocían la presencia de Bin Laden en el país y no lo dijeron; pero si admiten haber participado directamente, se echan encima a los grupos extremistas. Ahora, el Gobierno y lo servicios secretos están haciendo un esfuerzo para hacer ver que suministraron información relevante a la CIA que le sirvió para dar con el paradero de Bin Laden. Una de las versiones más difundidas entre el aparato de seguridad es que la CIA pudo actuar a partir de llamadas en árabe interceptadas y compartidas por el ISI que sirvieron para tirar del hilo, un extremo que todavía no ha sido corroborado.
•Un grupo talibán local reivindica las acciones y amenaza con derramar más sangre
Islamabad. Once días después del asesinato de Osama Bin Laden en una operación de las fuerzas especiales de Estados Unidos, un doble atentado suicida causó ayer la muerte de al menos 88 personas en el norte de Pakistán. El ataque fue inmediatamente reivindicado por los talibanes paquistaníes, que lo atribuyeron a un acto de venganza por la muerte del líder de Al Qaeda. El atentado tuvo lugar frente a una academia de la guardia de fronteras (Frontier Corps o FC) en la localidad de Charsada, a dos horas de Islamabad y cerca de Afganistán. Según fuentes policiales, las víctimas son 79 reclutas y 9 civiles.
Asimismo, indicaron que quince de los cadáveres quedaron calcinados por la intensidad de las explosiones y que otras 105 personas resultaron heridas, 25 de ellas graves. El doble atentado suicida tuvo lugar cuando reclutas de este cuerpo de seguridad se disponían a volver en autobuses a sus domicilios tras varios días de entrenamiento en el centro de formación. "El primer atacante suicida llegó en una moto y detonó su chaleco entre los hombres de la Policía de Fronteras", explicó el jefe de Policía del distrito de Charsada, Nisar Kahn Marwat. "Cuando otros policías fronterizos llegaron para ayudar a las víctimas, un segundo atacante, también en motocicleta, se inmoló", agregó Marwat. "Yo estaba sentado en una camioneta esperando a mis compañeros. Estábamos vestidos de civil y muy felices porque íbamos a ver a nuestras familias", señaló a la agencia AFP Ahmad Ali, uno de los reclutas herido.
El atentado fue reivindicado por un portavoz del movimiento talibán Tehrik-e-Taliban Pakistán (TTP), Ehsanulá Ehsan, quien en un mensaje de texto remitido a la prensa aseguró que "la venganza por Osama continuará". "No enviéis a vuestros hijos a las fuerzas de seguridad paquistaníes", advirtió el portavoz en el mensaje, redactado en urdu. Los FC, vestigio del Imperio británico, están pensados para proteger el flanco occidental del país y están integrados forma preeminente por pastunes, la misma etnia que habita las zonas tribales y de la que proceden también los talibanes. Las fuerzas de seguridad paquistaníes han sido blanco de este tipo de ataques desde 2007.
Talibanes paquistaníes Tras la muerte de Bin Laden, varios analistas señalaron que la respuesta violenta más inmediata se daría dentro de Pakistán y que provendría de islamistas radicales opuestos al Estado paquistaní y con nexos cercanos a Al Qaeda. El grupo terrorista internacional no tiene capacidad, por sí mismo, en esta zona y depende del apoyo de los militantes talibanes locales.
Según indica el experto en temas de seguridad global Paul Rogers a la BBC, "hay mucho enfado en este grupo por la forma en que murió Bin Laden y por la manera en que intervinieron las fuerzas especiales estadounidenses en el corazón de Pakistán". Sin embargo, la capacidad de este grupo se concentra en Pakistán, por lo que sería más que improbable que pudieran cometer un atentado en Estados Unidos. "El Talibán paquistaní se ve a sí mismo como parte de un movimiento global aunque fijado en Pakistán, donde busca instaurar un Estado islámico", explica Rogers.
Este es el primer gran ataque desde el asesinato de Bin Laden en la norteña ciudad paquistaní de Abbottabad, el pasado 2 de mayo a manos de Estados Unidos; aunque, aquel mismo día, una bomba detonada por control remoto mató a nueve personas cerca de una mezquita, precisamente en Charsada.
Condena gubernamental En un comunicado de condena, el primer ministro, Yusuf Razá Guilani, criticó que los insurgentes no tengan "ningún respeto por la vida humana o por la religión" y que sigan "su propia y vil agenda". Guilani aprovechó para reiterar la voluntad de Pakistán de luchar contra el terrorismo, en un momento en el que la comunidad internacional ha puesto en duda la sinceridad de los esfuerzos del país y el papel de su Ejército y sus servicios secretos (ISI). La localidad en la que apareció Osama Bin Laden, Abbottabad, es una ciudad de tamaño mediano y no lejos de Islamabad, donde tiene su sede una importante academia de formación castrense, Kakaul, y donde viven numerosos militares retirados.
Estos días, y pese a las sospechas, Guilani se ha esforzado por recordar que son los paquistaníes quienes han pagado un coste mayor en el escenario posterior a los atentados del 11 de septiembre: 30.000 civiles, dijo, y otros 5.000 miembros de las fuerzas de seguridad han muerto desde entonces en ataques insurgentes u operaciones militares.
Este año los talibanes han atentado en varias ocasiones contra las fuerzas de seguridad paquistaníes, con especial intensidad en la provincia noroccidental de Khyber-Pakhtunkhwa (KPK), como el atentado contra otro centro de reclutamiento militar que dejó 31 cadetes muertos en Mardán el pasado febrero. El ataque de ayer es un duro golpe a las fuerzas de seguridad paquistaníes, y confirma que el país sigue estando entre los principales objetivos de los atentados talibanes, de la red terrorista Al Qaeda o de grupos relacionados.
Tanto el ISI como el Ejército han admitido desconocer que Estados Unidos planeaba la operación contra el líder de Al Qaeda. Su papel es complicado, si se desvinculan completamente de la operación, pesa sobre ellos la duda de si conocían la presencia de Bin Laden en el país y no lo dijeron; pero si admiten haber participado directamente, se echan encima a los grupos extremistas. Ahora, el Gobierno y lo servicios secretos están haciendo un esfuerzo para hacer ver que suministraron información relevante a la CIA que le sirvió para dar con el paradero de Bin Laden. Una de las versiones más difundidas entre el aparato de seguridad es que la CIA pudo actuar a partir de llamadas en árabe interceptadas y compartidas por el ISI que sirvieron para tirar del hilo, un extremo que todavía no ha sido corroborado.