El Vaticano vio abrirse ayer un frente en uno de sus flancos más temidos e intocables, el del dinero. Se suele olvidar porque no habla de ello, pero la Santa Sede tiene una banca, el IOR (Instituto para Obras de Religión), una entidad opaca ajena a las reglas de transparencia internacionales, y bien que le costó a su imagen en los ochenta en el escándalo de la Banca Ambrosiana, donde se demostró que lavaba dinero sucio para la mafia y los políticos italianos.
Ayer regresó esa pesadilla con la noticia de que la Fiscalía de Roma ha secuestrado 23 millones de euros del IOR por violación de las leyes europeas contra el blanqueo de dinero. No porque haya pruebas de que se ha producido, que se investiga, sino porque de entrada en la operación hay omisiones de información que son obligatorias. Por eso son investigados el presidente de la entidad, Ettore Gotti Tedeschi, que lleva sólo un año en el cargo, y el director general, Paolo Cipriani.
Gotti Tedeschi sólo dijo ayer que se siente «profundamente humillado» y alegó que precisamente se dedica desde que ha llegado «a afrontar los problemas por los que ahora soy investigado». Se refiere a los actuales esfuerzos de la Santa Sede para poner fin a la mala fama del banco y que entre en la 'lista blanca' internacional. De hecho antes del 31 de diciembre se dispone a adoptar las leyes de la UE contra el blanqueo de dinero.
La Secretaría de Estado de la Santa Sede difundió una nota en la que mostraba su «perplejidad y maravilla» por la intervención judicial, pues considera que las operaciones son claras y las autoridades disponen de toda la información necesaria. Por ello reafirmaba su «máxima confianza» en el presidente del IOR. Dentro del clima de sospecha conspirativa que es habitual en Italia, pero que a veces se corresponde con la realidad, en el Vaticano se teme alguna maniobra de descrédito contra la Iglesia, del estilo a la que se veía en un principio en la cascada de denuncias de pederastia.
Estas cosas en Italia no pasan así como así y habrá que ver en qué se queda la iniciativa judicial. Pero ayer fue la noticia del día. El IOR es un tema serio y resbaladizo, porque nadie sabe lo que puede haber ahí, y da mucho morbo.
De momento, hay 23 millones de euros congelados en una cuenta de la sede romana de Credito Artigiano, correspondientes a dos órdenes de transferencia, según recoge la prensa italiana.
Una es de 20 millones de euros a la firma JP Morgan de Fráncfort (Alemania) y la otra, de tres millones a la Banca del Fucino, propiedad de los Torlonia, familia noble históricamente ligada al Vaticano.
El Banco de Italia consideró las operaciones del Vaticano como sospechosas y las suspendió durante cinco días, lo que ha dado pie a la Guardia di Finanza a abrir una investigación.
Exigencia de controles
El artículo vulnerado, de 2007, castiga a quien omite o falsea los datos del ordenante de una operación, sus objetivos o naturaleza. Las penas previstas son prisión de seis meses a tres años y multa de 500 a 50.000 euros. Se da la circunstancia de que tan sólo el pasado día 9 el Banco de Italia envió una circular a los institutos de crédito en la que señalaba al IOR como una entidad extracomunitaria, que requiere controles añadidos.
La Santa Sede ha replicado que «los datos informativos necesarios están ya disponibles en el Banco de Italia, y operaciones análogas tienen lugar corrientemente con otros institutos de crédito italianos». En cuanto a los 23 millones de euros, la Secretaría de Estado vaticana precisa que «se trata de operaciones de transferencia por tesorería a institutos de crédito no italianos cuyo destinatario es el mismo IOR».
Aunque sea todo cierto, que el Vaticano se vea obligado a hablar de sus cuentas y usar un lenguaje tan alejado de lo evangélico puede minar su credibilidad. Por eso espera que se resuelva cuanto antes.
Y yo me pregunto, ¿ ha fallado aquí la infalibilidad Papal ?
Ayer regresó esa pesadilla con la noticia de que la Fiscalía de Roma ha secuestrado 23 millones de euros del IOR por violación de las leyes europeas contra el blanqueo de dinero. No porque haya pruebas de que se ha producido, que se investiga, sino porque de entrada en la operación hay omisiones de información que son obligatorias. Por eso son investigados el presidente de la entidad, Ettore Gotti Tedeschi, que lleva sólo un año en el cargo, y el director general, Paolo Cipriani.
Gotti Tedeschi sólo dijo ayer que se siente «profundamente humillado» y alegó que precisamente se dedica desde que ha llegado «a afrontar los problemas por los que ahora soy investigado». Se refiere a los actuales esfuerzos de la Santa Sede para poner fin a la mala fama del banco y que entre en la 'lista blanca' internacional. De hecho antes del 31 de diciembre se dispone a adoptar las leyes de la UE contra el blanqueo de dinero.
La Secretaría de Estado de la Santa Sede difundió una nota en la que mostraba su «perplejidad y maravilla» por la intervención judicial, pues considera que las operaciones son claras y las autoridades disponen de toda la información necesaria. Por ello reafirmaba su «máxima confianza» en el presidente del IOR. Dentro del clima de sospecha conspirativa que es habitual en Italia, pero que a veces se corresponde con la realidad, en el Vaticano se teme alguna maniobra de descrédito contra la Iglesia, del estilo a la que se veía en un principio en la cascada de denuncias de pederastia.
Estas cosas en Italia no pasan así como así y habrá que ver en qué se queda la iniciativa judicial. Pero ayer fue la noticia del día. El IOR es un tema serio y resbaladizo, porque nadie sabe lo que puede haber ahí, y da mucho morbo.
De momento, hay 23 millones de euros congelados en una cuenta de la sede romana de Credito Artigiano, correspondientes a dos órdenes de transferencia, según recoge la prensa italiana.
Una es de 20 millones de euros a la firma JP Morgan de Fráncfort (Alemania) y la otra, de tres millones a la Banca del Fucino, propiedad de los Torlonia, familia noble históricamente ligada al Vaticano.
El Banco de Italia consideró las operaciones del Vaticano como sospechosas y las suspendió durante cinco días, lo que ha dado pie a la Guardia di Finanza a abrir una investigación.
Exigencia de controles
El artículo vulnerado, de 2007, castiga a quien omite o falsea los datos del ordenante de una operación, sus objetivos o naturaleza. Las penas previstas son prisión de seis meses a tres años y multa de 500 a 50.000 euros. Se da la circunstancia de que tan sólo el pasado día 9 el Banco de Italia envió una circular a los institutos de crédito en la que señalaba al IOR como una entidad extracomunitaria, que requiere controles añadidos.
La Santa Sede ha replicado que «los datos informativos necesarios están ya disponibles en el Banco de Italia, y operaciones análogas tienen lugar corrientemente con otros institutos de crédito italianos». En cuanto a los 23 millones de euros, la Secretaría de Estado vaticana precisa que «se trata de operaciones de transferencia por tesorería a institutos de crédito no italianos cuyo destinatario es el mismo IOR».
Aunque sea todo cierto, que el Vaticano se vea obligado a hablar de sus cuentas y usar un lenguaje tan alejado de lo evangélico puede minar su credibilidad. Por eso espera que se resuelva cuanto antes.
Y yo me pregunto, ¿ ha fallado aquí la infalibilidad Papal ?