Título original: La pelle
Idioma original: italiano
Fecha de publicación: 1949
Valoración: Imprescindible
El libro que hoy reseñamos es una obra indispensable para comprender, desde nuestras cómodas butacas de anestesiados urbanitas europeos del nuevo siglo, cómo iba el mundo no hace demasiado por estos lares: cuando la Guerra (con toda la sangre, amoralidad, crueldad, inhumanidad, perversión, maldad, entrañas y abducciones mentales que conlleva) campaba a sus anchas por el Viejo Continente.
Curzio Malaparte (malévolo "homenaje" al bueno de Napoleón) se llamaba en realidad Kurt Erich Suckert. Era el hijo de un alemán protestante y una italiana católica criado por unos campesinos toscanos (sin vínculo familiar con el crío), cuyas tendencias políticas dieron más vueltas y tumbos que ni sé: sin despeinarse, Malaparte pasó de declararse fascista y apoyar a Mussolini, a criticar intensamente dicho ideario político y poner verde al caudillo italiano, y también vivió su época de "anarquista individualista" y tenaz anti-Hitleriano, para finalmente acabar sus días convirtiéndose en un fiel católico, ya en su lecho de muerte.
Para profundizar más en la apasionada vida de este hombre, les recomiendo consulten fuentes más extensas...No tiene desperdicio.
Antes de La piel, Malaparte ya revolvió los estómagos de los de su tiempo con Kaputt, un libro que en la línea marcada por un compendio de relatos, narraba fríamente las atrocidades cometidas por los alemanes durante la guerra.
Idioma original: italiano
Fecha de publicación: 1949
Valoración: Imprescindible
El libro que hoy reseñamos es una obra indispensable para comprender, desde nuestras cómodas butacas de anestesiados urbanitas europeos del nuevo siglo, cómo iba el mundo no hace demasiado por estos lares: cuando la Guerra (con toda la sangre, amoralidad, crueldad, inhumanidad, perversión, maldad, entrañas y abducciones mentales que conlleva) campaba a sus anchas por el Viejo Continente.
Curzio Malaparte (malévolo "homenaje" al bueno de Napoleón) se llamaba en realidad Kurt Erich Suckert. Era el hijo de un alemán protestante y una italiana católica criado por unos campesinos toscanos (sin vínculo familiar con el crío), cuyas tendencias políticas dieron más vueltas y tumbos que ni sé: sin despeinarse, Malaparte pasó de declararse fascista y apoyar a Mussolini, a criticar intensamente dicho ideario político y poner verde al caudillo italiano, y también vivió su época de "anarquista individualista" y tenaz anti-Hitleriano, para finalmente acabar sus días convirtiéndose en un fiel católico, ya en su lecho de muerte.
Para profundizar más en la apasionada vida de este hombre, les recomiendo consulten fuentes más extensas...No tiene desperdicio.
Antes de La piel, Malaparte ya revolvió los estómagos de los de su tiempo con Kaputt, un libro que en la línea marcada por un compendio de relatos, narraba fríamente las atrocidades cometidas por los alemanes durante la guerra.
.
En La piel, en cambio, el escritor no hace uso de su espíritu crítico sólo con los germanos, es más "generoso": a la hora de contar sus experiencias como contacto con los Aliados en el Nápoles de 1943, pone a parir a italianos, alemanes, ingleses y norteamericanos igualmente. Los personajes y los hechos que narra (mujeres vendiendo niños a los soldados, enanos desorientados, disquisiciones sobre la presunta supremacía estética de los cadáveres de hombres negros...) causan verdadera dentera, pero siempre lo hace con un lenguaje y un estilo tan pulcros y viscerales a un mismo tiempo, que no provoca, sino, desear leer más y más HORROR. El Horror, El Horror...
Sobre la novela existe una película de los ochenta firmada por Liliana Cavalli, directora que ya mostró al espectador miserias, morbos y aberraciones humanas varias con su Portero de Noche. Y una curiosidad: el Malaparte de la pantalla no es otro que el Bello Marcello...
En La piel, en cambio, el escritor no hace uso de su espíritu crítico sólo con los germanos, es más "generoso": a la hora de contar sus experiencias como contacto con los Aliados en el Nápoles de 1943, pone a parir a italianos, alemanes, ingleses y norteamericanos igualmente. Los personajes y los hechos que narra (mujeres vendiendo niños a los soldados, enanos desorientados, disquisiciones sobre la presunta supremacía estética de los cadáveres de hombres negros...) causan verdadera dentera, pero siempre lo hace con un lenguaje y un estilo tan pulcros y viscerales a un mismo tiempo, que no provoca, sino, desear leer más y más HORROR. El Horror, El Horror...
Sobre la novela existe una película de los ochenta firmada por Liliana Cavalli, directora que ya mostró al espectador miserias, morbos y aberraciones humanas varias con su Portero de Noche. Y una curiosidad: el Malaparte de la pantalla no es otro que el Bello Marcello...