Friday, June 18, 2010

INFORME VINICIUS: “Corren ríos de Sangre”.-

“Los Novios de la Muerte” trabajaban para Roberto Suárez en la protección de los cargamentos de droga que salían hacia el Norte y cuidaban que los colombianos no se fueran sin pagar. Muchos lugareños los conocían como Las Águilas Negras, pues las 30 avionetas de Suárez tenían dibujadas en sus alas imágenes de esas aves depredadoras.

Los mercenarios pasaban gran parte de su tiempo en el restaurante Bavaria, bebiendo en compañía de prostitutas llegadas de Alemania y de los países vecinos, mirando películas pornográficas y escuchando marchas nazis y franquistas que les recordaban pasadas épocas de esplendor. Todo ello pagado por los padrinos del narcotráfico.

En ese ambiente, se encontraba Alfredo Mingolla Montrezza, que hacía unos años que acababa de llegar de España de ser sacerdote del Palmar de Troya, y medio asistente del Papa Clemente, pero al llegar se había casado con Eugenia González Bonorino, y su suegro un importante militar del clan del “EL GORDO, Gonzalez-Bonorino,” le hizo ingresar en la academia Militar, y más tarde ingresar en inteligencia con el grado de teniente y en el MIN.

Della Chiae estuvo con ellos, pero se instaló finalmente en La Paz, requerido como asesor por el Servicio Especial de Seguridad (SES), que dirigía Barbie y que dependía del ministro Arce Gómez. Junto al italiano estaba otra pequeña jauría de “lobos grises”: el francés Jean Lecler, un torturador de la Legión Extranjera; los neofascistas Pierluigi Pagliani, Sandro Saccucci y Carmine Palladito; el mercenario africano Olivier Danet; los argentinos Alberto Vilanova, Carlos Martínez, Roberto Correa, y Alfredo Mingolla y el ex carabinero italiano Marco Marino Diodato, vinculado a la mafia.

En los meses que siguieron al golpe, García Meza y Arce Gómez convirtieron a Bolivia en el portaaviones de la cocaína. Miles de campesinos fueron obligados a extender sus cultivos de coca para abastecer las necesidades de La Corporación, y los que se negaron fueron diezmados sin piedad.

Cuando estas actividades escandalizaron a la DEA y al Congreso de Estados Unidos, los narcotraficantes entregaron a la CIA una fábrica clandestina de cocaína en la zona de Huanchaca, en la selva de Santa Cruz, cuya explotación le serviría para financiar sus operaciones encubiertas en América Central. En esa tarea, la CIA se vinculó estrechamente a un emprendedor traficante, Jorge Roca Suárez, más conocido como “Techo de Paja”, quien trataba de expandir la producción de pasta base, construir laboratorios propios y anular el poderío de su tío Roberto Suárez.

Una de las primeras medidas de Arce Gómez fue incluir a los paramilitares en las planillas de pago del ministerio del Interior. Después reunió a las cinco principales familias del narcotráfico y les ofreció completa libertad a cambio del pago quincenal de 75 mil dólares cada una.
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Paralelamente, estableció un “impuesto” de 40 dólares por cada tambor de hoja de coca vendido a los traficantes e implantó el control total de las transacciones desde el mismo Ministerio.

Los grupos de Fiebelkorn y della Chiae dirigieron a cerca de 800 paramilitares que se transformaron en la guardia pretoriana del “régimen de los cocadólares”. Recordaba delante de testigos, Alfredo, como las avionetas iban cargadas de dinero, y de coca, a veces tanto piloto como mercenarios, embriagados.

Diodato perteneció a “Los Novios de la Muerte”

A nombre de una pretendida “lucha contra el comunismo”, con apoyo de grupos paramilitares integrados por asesinos como Klaus Barbie y Marco Marino Diodato, las Fuerzas Armadas de Bolivia fueron inducidas por sus altos mandos a intervenir en un proyecto alentado y financiado por la mafia del narcotráfico que durante el septenio de Banzer, había penetrado en el sistema político y en los aparatos de represión. Eran tiempos en que los bolivianos debían andar "con el testamento bajo el brazo”, los asesinatos estaban a la Orden del día.


Los organismos de inteligencia norteamericanos ocultaron la verdad sobre la llegada a Bolivia del mafioso y narcotraficante italiano Marco Marino Diodato, que fue para apoyar el golpe de García Meza en 1980.

La CIA facilitó la infiltración de Diodato en las estructuras de la democracia bajo la cobertura de Banzer, que se emparentó con el mafioso a principios de los noventa, afirmando que llegó al país en septiembre de 1983. Pero lo cierto, es que este ex policía italiano ingresó al país junto con Stefano della Chiae y Pierluigi Pagliani, autores del atentado dinamitero contra un tren de Bolognia que ocasionó cientos de muertos y heridos, conformando ya en Bolivia, el grupo paramilitar "Los Novios de la Muerte" comandados por Klaus Altman Barbie, cuyo ayudante de campo era Christian, “Alfredo Mingolla” para respaldar el golpe del 17 de julio.

La prueba es una foto publicada por el Instituto de Estudios Políticos para América Latina y África (IEPALA) en 1982, un año antes de la fecha de ingreso falsificada por la Interpol, donde Diodato aparece junto a otros "Novios de la Muerte". El detalle de dicha foto es el siguiente: Parados, de izquierda a derecha: "Ike" Koplin, Jacques Leclerc, Hans Stellfeld, Joachim Fiebelkorn y Adolfo Ustarez. Agachados: Marino Diodato, el hermano del "Mosca" Monroy, Wolfgang Walterkirche y el "Mosca" Monroy”.*

El italiano llegó a Bolivia como instructor de paracaidistas militares; luego, con la venia de autoridades nacionales fundó una red de casinos, pese a que estaban prohibidos por la ley boliviana.

Los por entonces, Guillermo Fortún, Tito Hoz de Vila y Fernando Kieffer, ministros de Gobierno, Educación y Defensa Nacional, del entorno de Banzer, respectivamente, fueron huéspedes de Marino Diodato en un festivo viaje a los casinos de Las Vegas.

Los bolivianos recuerdan el escandaloso hecho protagonizado por estos relevantes ex miembros del partido del extinto Presidente Banzer, quienes se ausentaron del país en un viaje oficial a China, haciendo una escala en Las Vegas para conocer y participar “todo pago” de los casinos de la capital mundial del juego.

Tras imponerse el imperio de la Ley, las casas de juego instaladas en el país fueron finalmente clausuradas en 1993.

Marco Marino Diodato era uno de los más destacados oficiales de policía en su país. Sin embargo, fue dado de baja por insubordinación, arribando luego a Santa Cruz, actualmente una de las ciudades autónomas más prósperas de Bolivia, región sudamericana donde se destacó como instructor de paracaidismo, cuyas clases se impartían en el Aeropuerto “El Trompillo” de esa capital.

Años más tarde, fue detenido bajo la acusación de manejo de casas de juego clandestinas, espionaje telefónico al Palacio Presidencial, a la Embajada de los EEUU y a la Drug Enforcement Agency del país del Norte, conocida por sus siglas en inglés como DEA; además, por cargos de tráfico de armas, juicio del cual salió absuelto por falta de pruebas, quién filtró toda la información a la DEA, fue Mingolla, a efectos de pactar una negociación con ellos; desde ese momento trabajaría como agente de la DEA, más tarde de la CIA, y hoy en día del MOSAD.

Un año más, tarde fue sentenciado a diez años de prisión por el delito de narcotráfico.

Un breve repaso al golpe de García Meza y Luis Arce Gómez
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La lectura de este breve repaso al golpe militar perpetrado por Luis García Meza y Luis Arce Gómez en 1980 escrito por Michael Levine, un ex agente de la DEA norteamericana en su libro “La guerra falsa: fraude mortífero de la CIA en la guerra contra las drogas”, permitirá atar cabos y entender mejor la figura, al relacionar ambas historias.

Si bien no se cita el nombre de Marco Marino Diodato, tanto en la anterior como en esta, sí se menciona al terrorista internacional italiano Stefano della Chiae, quien fue como decíamos, junto con Alfredo Mingolla uno de los principales integrantes de “Los Novios de la Muerte”, reclutado por Klaus Barbie, conjuntamente a Diodato.

Se menciona este pasaje, porque corrobora eficazmente en el armado del rompecabezas, si lo relacionamos con lo anteriormente expuesto por García Mérida, en sentido de que Diodato aparece junto a otros "Novios de la Muerte" en aquella foto publicada por el Instituto de Estudios Políticos para América Latina y África (IEPALA) en 1982.

En la historia que sigue, relatada por Levine, quien no es nada más ni nada menos que un ex agente de la DEA, se deja claramente establecida la participación de terroristas italianos en el golpe de la cocaína en Bolivia.

“Poco antes del amanecer del 17 de julio de 1980, un viejo encorvado pasaba lentamente en su bicicleta por el centro de Trinidad, Bolivia. El largo y polvoriento camino estaba en silencio con excepción del crujido que producían las ruedas de la bicicleta y la respiración trabajosa del viejo tratando de pedalear cuesta arriba, al mismo tiempo que masticaba la hoja de coca.

La quietud fue súbitamente interrumpida por el sonido de automóviles aproximándose. Sonó una bocina, luego otra. El ruido retumbó en las colinas distantes, rompiendo la calma.

Una camioneta pasó al lado del viejo, salpicando grava. Una piedrecilla hirió levemente su rostro. Seis hombres uniformados y con máscaras miraron al viejo desde la carrocería de la camioneta. Se escucharon risotadas y algunas palabras en un idioma desconocido.

Pasó otra camioneta cargada de enmascarados, ésta vez más cerca. El viejo sintió que algo lo rozaba y trató de no perder el equilibrio. Se escucharon más gritos y risas y el viejo pudo reconocer el idioma. Había trabajado varios años para un patrón alemán. Levantó la vista, y se dio cuenta de que le apuntaban desde la camioneta. Oyó un disparo y vio el polvo levantarse cerca de él. Detuvo su pedaleo y vio alejarse la camioneta.

Un camión con más hombres enmascarados pasó a mayor distancia. Se escucharon disparos a lo lejos. Uno de los hombres que iban en el camión miró al viejo y se puso en posición. Tenía un rifle con mira telescópica. Se levantó la máscara y apuntó.

El viejo volvió a pedalear. Apenas podía distinguir al hombre del rifle. Lo último que vio fue un fogonazo en la parte trasera del camión, después un proyectil le hizo explotar la cabeza como un melón. Los hombres del camión aplaudieron.

¡El golpe de la cocaína había comenzado!, y el que más tarde sería obispo ortodoxo, y espía de servicios secretos, estaba feliz, por fin, ¡ los lobos pueden comerse a los corderos !

Explosiones y disparos empezaron a llenar el aire y las colinas. Más hombres uniformados y enmascarados entraron a Trinidad, disparando a todo lo que se movía. Asaltaron tiendas y casas, saqueando y disparando. Los rufianes enmascarados no eran bolivianos; hablaban español con acento alemán, francés e italiano. Algunos, como Mario (Alfredo Mario Mingolla) y sus hombres, tenían acento argentino. Sus uniformes no tenían identificación de ningún país; aunque algunos tenían insignias nazis. Pronto el Ejército boliviano se unió a los extranjeros, haciendo un llamado para que el coronel Luis Arce Gómez fuera el líder del golpe.

Las noticias sobre la revuelta se esparcieron rápidamente por toda Bolivia, llegando a oídos del gobierno de Lidia Gueiler, el cual había colaborado con la DEA para el éxito de la operación Suárez. Se declaró estado de emergencia y se llamó a una reunión urgente en la sede de la COB (Central Obrera Boliviana) en La Paz.

Marcelo Quiroga Santa Cruz, diputado recientemente electo de la coalición socialista y quien había manifestado su oposición a las drogas, llamó a un paro nacional. Se adoptó la medida. Todo el país quedó paralizado.

Mientras tanto, en las afueras de La Paz, más hombres uniformados y enmascarados tomaron las ambulancias de la Caja Nacional de Seguridad Social y se dirigieron al centro de la ciudad, disparando indiscriminadamente a hombres, mujeres, niños y hasta a perros callejeros.

¡Comenzaron a correr ríos de sangre!

Los asesinos eran los comentados “Novios de la Muerte, reclutados por Klaus Altmann, en realidad Klaus Barbie, criminal de guerra nazi protegido por la CIA.

Como decíamos Barbie reclutó a los “Novios de la Muerte” inicialmente para el uso exclusivo de Roberto Suárez Gómez en la protección de su imperio de drogas. Pero a partir de ese día estarían al mando del Coronel Luis Arce Gómez, llamado Lucho, líder del golpe; un maleante barrigón de uniforme y gafas oscuras, prototipo del dictador latinoamericano. Arce Gómez, primo de Suárez Gómez, ordenó que los neonazis torturaran y asesinaran al pueblo boliviano llegando a extremos sin precedentes.

En las ambulancias, los hombres sabían exactamente a dónde se dirigían. La operación había sido planificada por el mismo Barbie junto con el terrorista internacional italiano Stefano Della Chiaie, bajo la autoridad de Arce Gómez. Los hombres llegaron al edificio de la COB y subieron de prisa por las escaleras, disparando a quien se interponía a su paso.

En la sala, donde se llevaba a cabo la reunión, se desencadenó el infierno. Noel Vásquez, miembro de la COB, fue testigo ocular:

“Todos nos lanzamos al piso... Momentos después entraron civiles encapuchados con armas automáticas... eran feroces. Nos ordenaron salir. Sacaron primero a los dirigentes. Cuando bajábamos las escaleras, uno de ellos le ordenó a Marcelo (Quiroga) que se quedara. El se negó y le dispararon. Yo me acerqué a él y levanté su cabeza; vi que aún estaba vivo, pero que sangraba profusamente. Después supimos que había muerto”.

Lastimosamente el heroico Quiroga, quien había dirigido el juicio por corrupción y droga contra el ex dictador Hugo Banzer, no murió instantáneamente. Herido en la cabeza, fue conducido al cuartel general de policía para ser torturado por los expertos importados desde la Escuela de Mecánica de la Fuerza Naval Argentina, institución donde varios de los 25.000 desaparecidos fueron usados como conejillos de indias para refinar técnicas de tortura. Estos expertos aplicaron sus “conocimientos” en Quiroga como lección para los bolivianos, quienes estaban un poco atrasados al respecto. Lo mantuvieron vivo y en agonía por varias horas. Su cuerpo torturado y castrado fue hallado días después en el Valle de la Luna, al sur de La Paz. Después, volvió a desaparecer.

Los sobrevivientes del asalto a la COB fueron llevados al cuartel general del Ejército donde fueron golpeados y torturados. Las mujeres recibieron tratamiento “especial”, siendo violadas además de torturadas y golpeadas.

“Pasamos varios días en una celda, sin alimento, viviendo entre nuestros excrementos”, dijo Vásquez. “Fuimos torturados por paramilitares encapuchados con acento italiano o argentino”.

En la tarde del 17 de julio, estaba claro que el objetivo principal del golpe era proteger y controlar la industria de la cocaína en Bolivia. Todos los traficantes presos fueron liberados, uniéndose a los neonazis. Los edificios gubernamentales fueron invadidos y los archivos de los narcotraficantes fueron robados o quemados. Los empleados del gobierno fueron torturados y asesinados, las mujeres atadas y violadas repetidas veces por los paramilitares y los narcotraficantes que habían sido liberados. Después, los golpistas se dedicaron a desarticular el paro nacional.

Un grupo paramilitar inició un ataque contra la estación de Radio Fides, y la acallaron. En las siguientes 24 horas, veinte sindicalistas fueron ejecutados o torturados hasta morir. El dirigente campesino Genaro Flores, fue torturado tan brutalmente que quedó inválido. El paro nacional tambaleaba. Sólo el sindicato minero resistió, pero con la muerte o captura de la mayoría de sus dirigentes, capitularon después de dos semanas.

El 18 de julio se cerraron las fronteras y el país fue declarado zona militar. En La Paz, el General García Meza y el Coronel Luis Arce Gómez fueron nombrados Presidente y Ministro del Interior, respectivamente. Argentina reconoció inmediatamente al nuevo gobierno. Aunque continuaba una cierta resistencia, el golpe fue casi un éxito total.

Un diplomático describió las calles de La Paz diciendo: “De la noche a mañana se convirtió en el lugar más extraño que uno pueda imaginarse, con tipos armados corriendo de un lugar a otro y el resto de la gente atemorizada escondiéndose en sus casas. Parecía como si la mafia se hubiera apoderado de Washington”.

Los golpistas utilizaron la técnica argentina de usar vehículos de aspecto inocente para hacer desaparecer gente. Según un estudiante boliviano “cada vez que aparecía una ambulancia había que escapar”. Esta técnica había sido desarrollada por Mingolla, y siguió utilizando, lo que definiría, “lobos con piel de cordero”.

Los principales enemigos del golpe eran los dirigentes de sindicatos, periodistas, clérigos progresistas, activistas políticos y los bolivianos que solían ponerse por casualidad al alcance de una mira. Miles fueron llevados a estadios, estilo del golpe de 1973 en Chile, donde se escogieron grupos para ser torturados y ejecutados.

A mediados de agosto, toda resistencia se había extinguido. Como Ministro del Interior, Arce Gómez tenía un virtual monopolio del poder dentro del aparato de represión y control total de la fabricación de cocaína del país. Barbie, a quien Arce alguna vez llamó “mi profesor”, fue nombrado coronel honorario del ejército boliviano y recibió funciones de comando del aparato de represión. Sus especialidades eran contrainteligencia y tráfico de drogas.

Bajo la protección de Arce Gómez, todo el tráfico de cocaína pasó a control de un pequeño grupo de barones de la droga, aquellos que habían financiado el golpe. Los miembros clave de este grupo eran Roberto Suárez Gómez (el rey de la cocaína), Alfredo “Cutuchi” Gutiérrez (aún en la cárcel en Miami, en espera de juicio por narcotráfico) y José Roberto Gasser, hijo de Edwin Gasser, este último un convencido anticomunista.

Un porcentaje de las ganancias de la droga pasaba a manos de Arce Gómez, y cada uno de los barones de la droga recibió un escuadrón de para su protección y para eliminar a sus competidores.

Arce Gómez hizo una lista de 140 pequeños traficantes que debían ser suprimidos (muertos o encarcelados), con el aparente propósito de mostrar a los Estados Unidos que el nuevo gobierno tendría mano dura con los narcotraficantes; pero en realidad era para eliminar la competencia y mejorar la producción de cocaína.

Como resultado de esta campaña que estuvo a cargo de los “Novios de la Muerte”, se realizaron grandes decomisos de droga. Se depositó en las bóvedas del Banco Nacional de Bolivia cocaína avaluada en billones de dólares. Los sicarios de Barbie recibieron una casa de tortura, ubicada al frente del hotel “Los Tajibos” en Santa Cruz, para sus actividades de represión. La casa pertenecía a una traficante de 30 años de edad, Sonia Atalá, amante de Mingolla.

Sonia, casada con Wálter “Pachi” Atalá, corredor de autos y ex Subsecretario de Hugo Banzer, recibió el comando de su propio escuadrón, por muy buenas razones, la primera podía estar al lado de su nuevo “novio”, después las conexiones de Sonia en Colombia y los Estados Unidos, donde la mayoría de los bolivianos tenía miedo de ir, eran las mejores. Arce Gómez pronto se dio cuenta de lo que valía para el gobierno y la puso a cargo de la venta de la cocaína que se había acumulado en las bóvedas del banco y que ya empezaba a descomponerse.

El Golpe de la Cocaína había convertido a Sonia Atalá en la principal vendedora del país que entonces producía el 80 por ciento de la cocaína del mundo; sin duda alguna la mayor narcotraficante del planeta”.*

Irónicamente, Sonia Atalá, su esposo “Pachi” y sus hijos, viven actualmente en los EEUU con otras identidades y protegidos bajo el “Programa de Protección de Testigos”, último favor de la traición que Alfredo, como doble Agente había realizado, traicionando a sus “camaradas”; eso sí salvo a la familia de su amante.

El gobierno norteamericano dio a Sonia esa prerrogativa que también alcanzó a su familia a cambio de información sobre sus contactos de los cárteles colombianos, de hacerlos caer uno por uno en negocios que en realidad eran una trampa, y de testificar contra ellos en los tribunales norteamericanos.

¿Quién era Luis García Meza?

“García Meza era amigo íntimo del principal productor de cocaína de Bolivia, el empresario Roberto Suárez Gómez, descendiente directo de Nicolás Suárez –uno de los pioneros de la industrialización de la goma– y quien encabezaba una entidad conocida como La Corporación, la que cobijaba a los principales capos del narcotráfico.

El militar fue convencido de dar un golpe en una reunión que se celebró en Santa Cruz, en casa de Sonia Atalá, donde los grandes traficantes ofrecieron un financiamiento de cuatro millones de dólares. En esa cita participaron José Paz, prominente figura de la mafia; Edwin Gasser, dirigente de la Liga Anticomunista Mundial (WALC), y Pedro Bleyer Presser, Presidente de la Cámara de Industria y Comercio de Santa Cruz (Gestión 1980-1981).

Una de las condiciones para financiar el golpe fue la designación del coronel Arce Gómez, primo hermano de Suárez, como ministro del Interior. Éste había propuesto proteger la impunidad de sus operaciones a cambio de un pago quincenal de 75 mil dólares por grupo, y un impuesto de 40 dólares por tambor de hoja de coca vendido a los traficantes por los campesinos de las zonas productoras.

Arce también prohibió la venta directa de coca a los traficantes, con lo que el Ministerio del Interior pasó a ser intermediario obligatorio. Por ese tiempo, la tonelada métrica de hoja de coca acondicionada en barriles se vendía a tres mil dólares. Años después se sabría que aquella asonada recibió el apoyo logístico de la CIA –pese a la oposición de la DEA– y de los militares argentinos, que deseaban completar el mapa de las fronteras ideológicas en América del Sur.

Un mes antes del golpe había llegado a Santa Cruz el neofascista italiano Stefano della Chiae, para coordinar junto a Barbie a los paramilitares que después del levantamiento de García Meza sumieron a Bolivia en un baño de sangre, persiguiendo, torturando y asesinando a cientos de opositores.

El italiano había estado radicado en Buenos Aires bajo la falsa identidad de Vincenzo Modugno, de esa época viene la amista con Alfredo Mingolla, y con los González Bonorino, luego de trabajar varios años para la policía secreta de Augusto Pinochet, la Dirección de Inteligencia Nacional (DINA). En la capital transandina había establecido relaciones con militares argentinos y bolivianos que lo convencieron para viajar a la nación altiplánica, desde donde, le aseguraron, impedirían la extensión del comunismo hacia el resto del continente.

En Santa Cruz, mientras tanto, ya estaba instalada una organización semi secreta que se hacía llamar “Los Novios de la Muerte” y que dirigía, entre otros, Joachim Fiebelkorn, un alemán ex miembro de la Legión Extranjera española y que procedía de Paraguay, donde había dado muerte a un ex oficial de la SS nazi. El grupo lo componía una variopinta muestra de la ultraderecha internacional: Herbert Kopplin, ex SS, experto en armas cortas; Hans Jurgen, perito en explosivos; Manfred Kuhlman, mercenario procedente de Rhodesia; Kay Gevinaer, chileno alemán, técnico en electrónica, y Hans Stellfeld, instructor militar, veterano de la Gestapo, entre otros “especialistas” en guerra sucia.

En febrero de 1981, dos semanas después de la asunción de Ronald Reagan a la Presidencia de Estados Unidos, el Departamento de Estado puso tres condiciones para restablecer relaciones diplomáticas con Bolivia: un programa de democratización del país, el recambio de los ministros vinculados al narcotráfico y el control efectivo de la mafia de la droga. En agosto, García Meza fue reemplazado por una junta militar que integraron los generales Celso Torrelio, Waldo Bernal y Óscar Pammo. Pese al aparente arreglo diplomático, en Estados Unidos, Europa y algunos países latinoamericanos se inició una activa campaña de prensa para revelar lo que estaba ocurriendo en Bolivia.

“Traficando personalmente o proporcionando protección a los traficantes, algunos oficiales han recibido millones de dólares”, informó “The New York Times” el 31 de agosto de ese año. Según el diario, los datos habían sido proporcionados por fuentes diplomáticas y agentes antinarcóticos, pero más tarde se supo que las fuentes tenían domicilio en la Casa Blanca.

Los principales acusados eran Hugo Banzer Suárez, ex Presidente de la República; Luis García Meza; Waldo Bernal, comandante en jefe de la Aviación; Óscar Pammo, comandante de la Armada; Hugo Echeverría, delegado ante la Junta Interamericana de Defensa, y media docena de coroneles.

La elaboración y embarque de la cocaína en Bolivia estaba a cargo de cuatro grandes grupos concentrados en Santa Cruz de la Sierra, en la frontera con Brasil. El grupo más antiguo era dirigido por Banzer y su zona de operaciones estaba en las pequeñas poblaciones de San Javier y Río Grande. Sólo en 1980 había facturado 480 millones de dólares por la venta de 20 mil kilos de clorhidrato de cocaína, con una pureza del 99%.

El segundo grupo era dirigido por Arce Gómez y operaba en Okinawa, Monte Verde y Perseverancia. Su producción de 1980 alcanzó a los 30 mil kilos de cocaína y sus ingresos llegaron a los 640 millones de dólares.

Otro de los grandes traficantes de droga era el comandante en jefe de la Aviación, general Waldo Bernal, que había recibido pagos de hasta 100 mil dólares por cada avión cargado de coca que salía hacia el exterior desde los aeropuertos bolivianos. Sólo en el aeropuerto de San Cruz, ciudad de 300 mil habitantes, operaban 25 compañías aéreas con un total de más de 160 aviones de distinto tipo.

Pero la organización más poderosa era la de García Meza, el único que no tenía producción propia. Su método consistía en confiscar la droga a los pequeños traficantes independientes y proteger a las otras organizaciones, asegurándoles impunidad a cambio de elevadas cantidades de dólares.

En 1985, los observadores internacionales coincidían en que el problema de la droga en Bolivia se resumía en tres razones principales: el poder de los narcotraficantes y sus aliados, entre ellos importantes empresarios bolivianos; el carácter altamente organizado de los campesinos y su determinación de defender el derecho a cultivar coca, y la necesidad de obtener “cocadólares” para mantener a flote la economía boliviana”.

Diodato y su rol en las Fuerzas Armadas

Marco Marino Diodato formó unidades especiales en el Ejército de Bolivia, entre las que se destacan comandos de acción inmediata, unidades de francotiradores, inteligencia, antiterrorismo y comandos de "neutralización silenciosa", entre otras, para lo cual, y a solicitud expresa de su persona, se le autorizó el ingreso de armamento especial de su propiedad, proveniente del extranjero.

Diodato llegó a tener grado en el ejército boliviano por su vinculación con el ex Presidente Hugo Banzer Suárez (1997-2000), ya que, como se ha dicho anteriormente, una de las sobrinas del extinto mandatario estuvo casada con él.

Su influencia en las Fuerzas Armadas (FFAA) fue tal que le abrió las puertas por muchos años como instructor de paracaidismo en la internacionalmente famosa Escuela de Cóndores de Bolivia (ESCONBOL), con asiento en la región de Sanandita, departamento de Tarija.

Diodato estuvo también en unidades policiales y militares como el CITE y Ranger, entre otras.

Ministro de Defensa pide el ascenso de Diodato en las FFAA
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El ex ministro de Defensa Nacional Gonzalo Arredondo, pidió en 1997 al comandante general del Ejército, Jorge Rodríguez Roca, el ascenso de Diodato al grado honorífico de capitán, "por sus servicios prestados a las Fuerzas Armadas".

En la oportunidad, inclusive, se mostró públicamente la carta en la que el 4 de marzo de 1997, Arredondo pide al comandante general del Ejército el ascenso del subteniente honorario, Marino Diodato al grado de capitán honorario, por haber colaborado a las Fuerzas Armadas y haber asesorado a las fuerzas de reacción inmediata.

Textualmente, el tenor de la carta decía "...En virtud al trabajo realizado por el señor subteniente honorario Marino Diodato en beneficio del Ejército Nacional en gestiones pasadas y la cooperación que actualmente viene prestando a la fuerza de reacción inmediata, solicito a su autoridad tenga a bien considerar el ascenso al grado de capitán honorario como justo reconocimiento a su desinteresada y valiosa colaboración..."

Este pedido causó revuelo en el país y muchos sectores consideraron que el ex ministro debía renunciar.

Como dice el periodista boliviano Hernán Maldonado, en esto se sigue una tradición en el país.

“Los extranjeros son recibidos con los brazos abiertos por nuestros militares, aun en casos de inteligencia al más alto nivel o del más riguroso secreto.

Nadie creo que ha dejado de ver la foto de nuestro compatriota Freddy Alborta que recorre el mundo desde aquél 9 de octubre de 1967 en la que el Ché Guevara aparece expuesto en la lavandería de la escuelita de la Higuera. Uno de los hombres allí presentes con el uniforme de capitán del ejército boliviano, es el agente de la CIA, el cubano Félix Rodríguez.

Su compañero. Julio Gabriel García, también cubano, fue el primero en fotocopiar el diario del guerrillero y arrancarle cinco hojas, sin el conocimiento de nuestros expertos de la Sección II.

Ambos, junto con el enterrador del Che, el también cubano Gustavo Villoldo Sampera, circulaban por todo el territorio nacional enfundados en ropas de nuestro Ejército, con credenciales del alto mando militar y con las respectivas autorizaciones para portar armas. Es más, a García, el Presidente René Barrientos le obsequió tres fusiles Mausers y el general Joaquín Zenteno Anaya regaló a Rodríguez la pistola del Che.

Así que no tiene nada de raro que Diodato haya llegado al grado de capitán por enseñarle a nuestros soldaditos a tirarse en paracaídas, sin tener siquiera el grado de instructor del ejército italiano para esos menesteres, contrariamente a decenas de nuestros militares diplomados en Panamá en esa especialidad”.

Los novios de la Muerte, recibían una instrucción militar, pero Klaus Altman, les hacía realizar un viaje iniciático, a fin de crear un nuevo ejército con supuestos principios espirituales.

El propio Alfredo Mingolla, publicó un artículo en clave en donde hablaba de esa iniciación, y nombra a Klaus Barbie : “que solía encontrar amparo y amistad en la estancia de Don Nicolás, aquel alemán afincado en Bolivia en los 50 y autor de gran parte de los postulados de la revolución de 1952…”

ARTICULO COMPLETO:



Parecía según testigos oculares, que la mafia hubiera invadido una Washington


Arce, en la segunda fotografía al ser detenido por criminal de Guerra.-















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