“Mas si hubiere muerte, entonces pagarás vida por vida, ojo por ojo, diente por diente, mano por mano, pie por pie, quemadura por quemadura, herida por herida, golpe por golpe” (Éxodo 21: 23-25).
La semilla de donde germina toda esta escalada de violencia no son los cohetes que pudo haber lanzado Hamás al territorio israelí. Proponer esta explicación extremadamente simplista verdaderamente insulta el intelecto, pues con ella se pretende manipular nuestro juicio tomándonos por ignorantes y carentes de memoria histórica. Algunos medios tradicionales que se prestan a hacerles relaciones públicas a carreristas políticos entretienen a las masas con voces artificiales de “seguridad nacional” y de “terrorismo” para justificar lo injustificable y para tornar en víctima al victimario.
Es una realidad histórica que Israel no ha cesado su política expansionista territorial y así lo confirma el incesante establecimiento de asentamientos a través del territorio palestino. Un reconocido profesor judío de política internacional en la Universidad de Oxford, Avi Shlaim, expuso recientemente que la ocupación de Gaza y de la Margen Occidental por parte de Israel ha tenido muy poco que ver con sus reclamos de seguridad. Afirma que más bien tiene que ver con la idea de establecer un Gran Israel (“Greater Israel”) a través del control militar, político y económico sobre los territorios palestinos. El resultado de ello ha sido la ocupación militar contemporánea más brutal y prolongada.
Shlaim piensa que Israel no puede pretender su seguridad negando esas mismas garantías de seguridad a la otra parte y sabiamente recomienda, además, negociaciones con Hamás, de quienes asegura que estaban dispuestos a negociar un cese al fuego extenso si Israel regresaba a las fronteras de 1967 reconocidas internacionalmente.
El profesor concluye que para Israel esta propuesta resulta inaceptable pues envuelve concesiones y compromisos.
Hoy los que más sufren las escalofriantes cifras de mil palestinos muertos, 4,000 heridos y otras decenas de miles que han abandonado sus hogares que son niños, que componen cerca del 56 de la población en Gaza.
Pero a mi entender la falla mayor no es de Israel ni de Hamás, sino de la Humanidad como un todo. Sí, de una comunidad internacional que ha arrastrado los pies para condenar enérgicamente o aplicar sanciones a los ofensores a raíz de sus reiteradas violaciones a derechos humanos y potenciales crímenes de guerra.
La Humanidad falla cuando se hace de la vista larga ante el bombardeo indiscriminado no sólo a innumerables objetivos civiles manejados por los palestinos, sino a los dirigidos a escuelas y caravanas de ayuda humanitaria de las Naciones Unidas. Nos falla la Humanidad que prácticamente ha ignorado el evento reciente que le pone los pelos de punta a cualquiera: alrededor de 100 civiles palestinos entraron a un edificio siguiendo instrucciones del ejército israelí y, al poco rato de entrar, la fuerza aérea lo bombardeó matando a más de 30 personas.
Si esta inacción nos exaspera, ¡cuánto más nos indigna y deshonra a los seguidores del Islam los brazos cruzados de los países musulmanes del mundo!
Uri Avneri, judío ex-miembro del Knesset (parlamento israelí) y líder del movimiento pacifista Gush Shalom, opina no sólo que Israel es incapaz de ganar esta guerra, sino que Hamás es también incapaz de perderla, porque si matasen a cada miembro de Hamás, el movimiento seguiría siendo un hito para ser emulado por otros.
Y si luego del conflicto Hamás quedase malherido pero en pie, se proyectaría como aquéllos que pudieron aguantar la impresionante maquinaria bélica israelí. Avneri piensa que lo que permanecerá en la memoria colectiva mundial será un Israel como un monstruo bañado en sangre presto a cometer crímenes de guerra y a no someterse a constricciones morales. Predice que todo esto tendrá consecuencias nefastas para el futuro de Israel a largo plazo, para su posición en el resto del mundo y para su deseo de paz y tranquilidad.
A pesar que la misma ley divina faculta al pueblo hebreo al “ojo por ojo”, en Gaza resulta evidente la desproporción e injusticia en términos mayores. Se ha tomado un banco de ojos por cada ojo y toda una boca por cada diente y cientos de vidas por cada vida. Ni conmigo ni con ningún ser humano se ajusta este tipo de cuentas, sino con el mismísimo Creador, a Su tiempo. Y él es el Justo Juez, el es Al Salam, la Paz.
La semilla de donde germina toda esta escalada de violencia no son los cohetes que pudo haber lanzado Hamás al territorio israelí. Proponer esta explicación extremadamente simplista verdaderamente insulta el intelecto, pues con ella se pretende manipular nuestro juicio tomándonos por ignorantes y carentes de memoria histórica. Algunos medios tradicionales que se prestan a hacerles relaciones públicas a carreristas políticos entretienen a las masas con voces artificiales de “seguridad nacional” y de “terrorismo” para justificar lo injustificable y para tornar en víctima al victimario.
Es una realidad histórica que Israel no ha cesado su política expansionista territorial y así lo confirma el incesante establecimiento de asentamientos a través del territorio palestino. Un reconocido profesor judío de política internacional en la Universidad de Oxford, Avi Shlaim, expuso recientemente que la ocupación de Gaza y de la Margen Occidental por parte de Israel ha tenido muy poco que ver con sus reclamos de seguridad. Afirma que más bien tiene que ver con la idea de establecer un Gran Israel (“Greater Israel”) a través del control militar, político y económico sobre los territorios palestinos. El resultado de ello ha sido la ocupación militar contemporánea más brutal y prolongada.
Shlaim piensa que Israel no puede pretender su seguridad negando esas mismas garantías de seguridad a la otra parte y sabiamente recomienda, además, negociaciones con Hamás, de quienes asegura que estaban dispuestos a negociar un cese al fuego extenso si Israel regresaba a las fronteras de 1967 reconocidas internacionalmente.
El profesor concluye que para Israel esta propuesta resulta inaceptable pues envuelve concesiones y compromisos.
Hoy los que más sufren las escalofriantes cifras de mil palestinos muertos, 4,000 heridos y otras decenas de miles que han abandonado sus hogares que son niños, que componen cerca del 56 de la población en Gaza.
Pero a mi entender la falla mayor no es de Israel ni de Hamás, sino de la Humanidad como un todo. Sí, de una comunidad internacional que ha arrastrado los pies para condenar enérgicamente o aplicar sanciones a los ofensores a raíz de sus reiteradas violaciones a derechos humanos y potenciales crímenes de guerra.
La Humanidad falla cuando se hace de la vista larga ante el bombardeo indiscriminado no sólo a innumerables objetivos civiles manejados por los palestinos, sino a los dirigidos a escuelas y caravanas de ayuda humanitaria de las Naciones Unidas. Nos falla la Humanidad que prácticamente ha ignorado el evento reciente que le pone los pelos de punta a cualquiera: alrededor de 100 civiles palestinos entraron a un edificio siguiendo instrucciones del ejército israelí y, al poco rato de entrar, la fuerza aérea lo bombardeó matando a más de 30 personas.
Si esta inacción nos exaspera, ¡cuánto más nos indigna y deshonra a los seguidores del Islam los brazos cruzados de los países musulmanes del mundo!
Uri Avneri, judío ex-miembro del Knesset (parlamento israelí) y líder del movimiento pacifista Gush Shalom, opina no sólo que Israel es incapaz de ganar esta guerra, sino que Hamás es también incapaz de perderla, porque si matasen a cada miembro de Hamás, el movimiento seguiría siendo un hito para ser emulado por otros.
Y si luego del conflicto Hamás quedase malherido pero en pie, se proyectaría como aquéllos que pudieron aguantar la impresionante maquinaria bélica israelí. Avneri piensa que lo que permanecerá en la memoria colectiva mundial será un Israel como un monstruo bañado en sangre presto a cometer crímenes de guerra y a no someterse a constricciones morales. Predice que todo esto tendrá consecuencias nefastas para el futuro de Israel a largo plazo, para su posición en el resto del mundo y para su deseo de paz y tranquilidad.
A pesar que la misma ley divina faculta al pueblo hebreo al “ojo por ojo”, en Gaza resulta evidente la desproporción e injusticia en términos mayores. Se ha tomado un banco de ojos por cada ojo y toda una boca por cada diente y cientos de vidas por cada vida. Ni conmigo ni con ningún ser humano se ajusta este tipo de cuentas, sino con el mismísimo Creador, a Su tiempo. Y él es el Justo Juez, el es Al Salam, la Paz.