Sunday, March 04, 2012

LIBRO DEL DIA.- José Donoso: Coronación.-

Idioma original: español
Año de publicación: 1957
Valoración: Recomendable

José Donoso, escritor chileno de quien reseñamos su biografía hace unos pocos meses, se inició en el mundo de las letras con esta novela, más literal y menos alegórica que otras suyas ( por ejemplo Casa de Campo) y por tanto menos experimental en el sentido que le es propio: el de indagar en las posibilidades simbólicas de sus argumentos. Es, por tanto, menos original e inquietante, más fácil de entender y, consecuentemente, quizá su mérito sea algo menor. En compensación, eso da lugar a que, a pesar de reducirse al sofocante espacio que con tanta pericia maneja, probablemente sea, de todas las suyas, la más aceptada por el público.

En ella empiezan a intuirse los rasgos que tan presentes estarán más adelante. Las obsesiones, las preguntas trascendentales aparecen ya desde el principio : “Eran todos ciegos… pero ciegos juntos e iguales en medio del desconcierto, un desconcierto que podía transformarse en orden si uno se conformaba con ser incapaz por naturaleza de llegar a la verdad, y no se martirizaba con responsabilidades y preguntas carentes de respuestas. (…) La materia, atrapada en el fenómeno de la vida, aguardaba agotarse. Nada más (…) Lo único que no era misterio era saberse existiendo…, después de la muerte, y entonces ya nada tenía importancia porque todo caía más allá de la experiencia.”

De los dos personajes masculinos centrales, Andrés, el solterón desocupado, y Mario, joven, de extracción popular, el primero está mucho mejor perfilado que el segundo. Es indudable que su mente está mucho más cercana a la del autor, que en este terreno sabe desenvolverse con más seguridad, pudiendo permitirse una introspección y una profundidad de pensamiento y sentimiento que no es capaz de conseguir con el segundo. Lo que contemplamos de éste – indecisiones, dilemas, torturas – se hace siempre a través de manifestaciones externas. Conocemos sus actos, también sus motivaciones, pero no se nos muestra su alma porque Donoso no es capaz de comprenderle tan intensamente ni de ahondar en sus procesos mentales como le ocurre con Andrés.

Aparte de las reflexiones del protagonista, Donoso muestra con seguridad y acierto los rasgos característicos de la disolución de un familia. Para ello sigue varios caminos: describir el caserón donde residen, desvelar que la competencia y la capacidad de decisión recaen en realidad en el servicio y no en los verdaderos propietarios y, sobre todo, analizar – con un dramatismo algo trasnochado que recuerda algo a la narrativa del XIX – el deseo obsesivo del dueño de la casa por una criadita joven que se ocupa de cuidar a su abuela.

Pero donde esta decadencia alcanza toda su plenitud revelándonos además al Donoso posterior en todo su esplendor es en las últimas y magníficas escenas. Sobre todo la surrealista ceremonia de la coronación – pantomima repleta de significado que desarrolla magistralmente – pero también en esa especie de danza a cámara lenta en la que se escenifican un robo y una seducción doble, ambos simultaneos y frustrados, que exhibe todo el patetismo en que se hayan inmersos los personajes y logra conmover al lector y ponerse en su piel con una intensidad que sólo suele conseguirse en el teatro.