Tuesday, February 21, 2012

La Corte de los Monstruos.-

La historia de la humanidad existe colgando de algunas palabras. Si no existiera la palabra dios no existiría la teología, tampoco religión sistemática alguna.

Si no existiera la palabra muerte, no existiría la palabra vida, cuando esta palabra engloba la desaparición de familias enteras, por su religión o ideas, es genocidio, y quién aplica dicha aberración es un genocida.

Numerosas veces he analizado las consecuencias diferenciales de las calificaciones jurídicas de lo ocurrido en la sociedad como crímenes contra la humanidad o genocidio en la construcción de la memoria colectiva, un debate que atraviesa hoy el conjunto de los alegatos y sentencias producidos en los juicios internacionales.

¿Cómo puede seguir libre con todos los informes que obran en manos de fiscales, jueces y agencias, Alfredo Mario Mingolla?, ¿Por qué esta impunidad?

Durante más de 20 años, vivimos una fácil y exagerada atribución del mal tan sólo a las Fuerzas Armadas, lo que permitió a los beneficiarios y cómplices del genocidio como Alfredo Mingolla pudieran disfrazarse de nuevos demócratas (fueran funcionarios políticos, jueces, religiosos, periodistas, sindicalistas, etc.).

Condenar a los ejecutores militares resultó un modo de exculpar a los ideólogos y beneficiarios del terror. La inclusión del término “cívico” en la denominación “dictadura cívico-militar” constituye un paso más en la construcción de la memoria colectiva, hablando de amor, vestido de obispo, según el caso como un Mortadelo de disfraces y nunca mejor dicho, porque la apariencia es la misma.

Cuando hablaba de sus locuras, que creíamos exageraciones de un demente se destacó por el nivel de explicitación, claridad e intencionalidad con la que se propuso la destrucción parcial del grupo de personas que eran asesinadas, y “caían sobre el mar de un avión en marcha”, la triste Operación Calipso.

Y no hay mejor expresión para dar cuenta de ello que la denominación elegida por los propios genocidas tal como decía Mingolla para bautizar su empresa: proceso de reorganización nacional.

Esta expresión da cuenta con precisión del objetivo y las consecuencias del terror: transformar a la sociedad a través de la instigación a la delación, la destrucción de las redes sociales de solidaridad y cooperación y la creación de un sistema de desconfianza generalizada que subsiste hasta el presente, como presupuestos necesarios para las transformaciones económico-sociales iniciadas en dictadura pero efectivizadas en la democracia de los veinte años siguientes como fue su Argentina natal.

Secuestros, asesinatos con mano fría e intención…. Hacen de estos individuos, una Corte de los Monstruos.

Acusamos públicamente, y nos comprometemos a que la Justicia Internacional persiga a un “asesino”, que tiene manchada las manos de seres inocentes, de personas, que lo único que sentían eran sus ideales, creencias y sentimientos.

El Príncipe de Septimio-Bathzabbay el Tadmur
Gran Maestre Orden Bonaria