Título original: Song of Myself
Idioma original: inglés
Fecha de publicación: 1855-
Valoración: imprescindible
Hoy, 12 de octubre, me dedico esta reseña a mí misma, por mi cumple. Que si el Nobel a no sé quién, que si metaentrada a no sé cuánto...pues nada, hoy es para mí, y para Whitman, un IMPRESCINDIBLE así, con mayúsculas.
El gran poeta nos transporta, a través de una única obra que fue creciendo con el tiempo, hacia un viaje de autoconocimiento y exaltación positiva de la existencia. Es un poeta básicamente transcendental, que abre una puerta hacia una nueva forma de concebir la poesía. Pionero del verso libre, este pequeño poemario ni siquiera tenía título cuando comenzó su andadura. Y no le hace falta, pues el tema central, el gran título de su obra, es el ser humano.
La capacidad se este ser humano como parte activa de la vida es uno de los ejes que llevan a Whitman a guiarnos hacia la fluidez de una hoja de hierba que se deja mecer por el viento. Libertad, tanto creadora como espiritual, que nos lleva a adentrarnos en los versos y leer a ritmo vertiginoso poema tras poema. Positivo, colectivo, invita a alzar el espíritu y ver las cosas en toda su amplitud, no somos únicos en el universo, no estamos solos, formamos parte de una existencia común que no ha de ser dolorosa, sino vivificante.
Es un poeta que despierta, aviva y apuesta por el aprendizaje. No en vano creía en el valor de la literatura como motor de un cambio que propiciase un destino humano más libre, solidario y placentero. En fin, se nota que me gusta, no? Ay, es que hoy cumplo un año más, y ante ciertas crisis de edad un poco de verso positivo y profundo nunca viene mal. Nos despedimos con uno de los poemas de este genial humanista.
1
Me celebro y me canto a mí mismo.
Y lo que yo diga ahora de mí, lo digo de ti,
porque lo que yo tengo lo tienes tú
y cada átomo de mi cuerpo es tuyo también.
Vago... e invito a vagar a mi alma.
Vago y me tumbo a mi antojo sobre la tierra
para ver cómo crece la hierba del estío.
Mi lengua y cada molécula de mi sangre nacieron aquí,
de esta tierra y de estos vientos.
Me engendraron padres que nacieron aquí,
de padres que engendraron otros padres que nacieron aquí,
de padres hijos de esta tierra y de estos vientos también.
Tengo treinta y siete años. Mi salud es perfecta.
Y con mi aliento puro
comienzo a cantar hoy
y no terminaré mi canto hasta que muera.
Que se callen ahora las escuelas y los credos.
Atrás. A su sitio.
Sé cuál es su misión y no la olvidaré;
que nadie la olvide.
Pero ahora yo ofrezco mi pecho lo mismo al bien que al mal,
dejo hablar a todos sin restricción,
y abro de para en par las puertas a la energía original de la naturaleza
desenfrenada.
Idioma original: inglés
Fecha de publicación: 1855-
Valoración: imprescindible
Hoy, 12 de octubre, me dedico esta reseña a mí misma, por mi cumple. Que si el Nobel a no sé quién, que si metaentrada a no sé cuánto...pues nada, hoy es para mí, y para Whitman, un IMPRESCINDIBLE así, con mayúsculas.
El gran poeta nos transporta, a través de una única obra que fue creciendo con el tiempo, hacia un viaje de autoconocimiento y exaltación positiva de la existencia. Es un poeta básicamente transcendental, que abre una puerta hacia una nueva forma de concebir la poesía. Pionero del verso libre, este pequeño poemario ni siquiera tenía título cuando comenzó su andadura. Y no le hace falta, pues el tema central, el gran título de su obra, es el ser humano.
La capacidad se este ser humano como parte activa de la vida es uno de los ejes que llevan a Whitman a guiarnos hacia la fluidez de una hoja de hierba que se deja mecer por el viento. Libertad, tanto creadora como espiritual, que nos lleva a adentrarnos en los versos y leer a ritmo vertiginoso poema tras poema. Positivo, colectivo, invita a alzar el espíritu y ver las cosas en toda su amplitud, no somos únicos en el universo, no estamos solos, formamos parte de una existencia común que no ha de ser dolorosa, sino vivificante.
Es un poeta que despierta, aviva y apuesta por el aprendizaje. No en vano creía en el valor de la literatura como motor de un cambio que propiciase un destino humano más libre, solidario y placentero. En fin, se nota que me gusta, no? Ay, es que hoy cumplo un año más, y ante ciertas crisis de edad un poco de verso positivo y profundo nunca viene mal. Nos despedimos con uno de los poemas de este genial humanista.
1
Me celebro y me canto a mí mismo.
Y lo que yo diga ahora de mí, lo digo de ti,
porque lo que yo tengo lo tienes tú
y cada átomo de mi cuerpo es tuyo también.
Vago... e invito a vagar a mi alma.
Vago y me tumbo a mi antojo sobre la tierra
para ver cómo crece la hierba del estío.
Mi lengua y cada molécula de mi sangre nacieron aquí,
de esta tierra y de estos vientos.
Me engendraron padres que nacieron aquí,
de padres que engendraron otros padres que nacieron aquí,
de padres hijos de esta tierra y de estos vientos también.
Tengo treinta y siete años. Mi salud es perfecta.
Y con mi aliento puro
comienzo a cantar hoy
y no terminaré mi canto hasta que muera.
Que se callen ahora las escuelas y los credos.
Atrás. A su sitio.
Sé cuál es su misión y no la olvidaré;
que nadie la olvide.
Pero ahora yo ofrezco mi pecho lo mismo al bien que al mal,
dejo hablar a todos sin restricción,
y abro de para en par las puertas a la energía original de la naturaleza
desenfrenada.