Vives feliz, haces obras humanitarias, sonríes en compañía de familia, amigos, caballeros, damas, nobles, la Orden fructifica, está en su apogeo…
Llaman a tu puerta, el estado te secuestra, y también te roba, todo con fundamento legal, lo dijo un hombre, o una mujer, con el beneplácito del mismo Estado.
Tras días de incomunicación se llena de palabras, fuentes judiciales, el fiscal de turno, quién sabe y micrófonos pueblan su mesa. Mil cámaras le enfocan. Habla el profeta y sus palabras son dogmas, que se repiten en radios, periódicos, televisiones y embajadas, siempre la misma noticia, la misma mentira, repetida hasta la saciedad. Luego los jueces certifican y firman el anatema.
Ya estás manchado, ya ciertas curias católicas frotan sus manos, sus can cerberos han trabajado rápido; felicidad, JAQUE MATE, se dicen… Opus…, Opus Dei, Milagro del Santo José Escrivá..
La misma historia que la de Giordano Bruno y la de tantos otros “cobardes” del mundo –como estos bonarios- en manos de sutiles gobernantes.
Una lección clara, vieja y actual, que nos enseña la historia: la tortura institucional contra el rebelde, contra el crítico, contra quien trae mensajes de igualdad y ciudadanía. La tortura contra la libertad de los pueblos. Da igual el continente. Sumisión o tortura. Mentiras, engaños, manipulación… sobre todo, mucha manipulación.
Los campos de concentración, las cárceles de saca y muerte, los fusilamientos en los muros del cementerio, los entierros en campos silvestres. No olvidemos entre nosotros el largo silencio de la posguerra, el miedo reinante todavía en gentes y pueblos, regidos aún por los matones de entonces y jornaleros de saqueos y capitales robados, como son estos tecnócratas y algunos sacerdotes del Opus, que con bendición franquista, hacían lo que querían…
Ellos y sus descendientes siguen dictando pactos de silencio, esparciendo el miedo, ejerciendo el terror.
La tortura está ahí, en el frío abismal, de las noches de diciembre a 10 grados bajo cero, con una simple manta, sin poder orinar ni beber, cada diez horas, en las risas y gritos; y la cárcel como mensaje de sumisión, como adoctrinamiento del adversario político, como criminalización de su ideal. En definitiva, tratan de desposeer de la condición humana al enemigo.
La tortura hoy, en sus manos, practicada las más de las veces en sus oficinas, en la soledad, en el trato inhumano de carceleros, en la agresión física, la agresión moral, el INSULTO A LA CONDICIÓN DE HOMBRE DEL SER HUMANO. La tortura moderna de los socialistas, de los jueces, fiscales, guardia civiles, policías, y como no de cierta prensa. La tortura del poder, como siempre.
Una tortura, que se viste de silencio, en una España, ¡ ay qué España !, una vez fuiste grande y poderosa, en tus imperios no se ponía el Sol, y hoy no salimos de la oscuridad…
Y qué decir, del trato descrito por Juan Carlos Besance (uno de los últimos detenidos por el juez Eloy Velasco y la guardia civil), y aunque se le acuse de terrorismo, lo sucedido en los interrogatorios resulta tétrico.
Dice que se prolongaban durante unas dos horas, en las que «lo desnudaban de cintura para abajo y le obligaban a realizar flexiones, mientras le pegaban patadas en la tripa. Lo envolvían con una manta, lo ataban con una cinta y le envolvían las manos con gomaespuma, le ponían una bolsa en la cabeza dejándole sin respiración y le daban patadas en los testículos. Le golpeaban en el cuerpo, dejándolo empapado de sudor. En ese estado lo llevaban a una habitación que llamaban `el frigorífico', donde hacía mucho frío. Comenzaba a tiritar, no podía ver nada, pero sintió mucho frío».
Añade que en los interrogatorios escuchaba muchas voces, gritos y amenazas, y que su hermano fue detenido con el objeto de presionarle: «Tenían claro desde el principio que no tenía nada».
No es buen paso para un diálogo, porque la venganza, genera venganza, y es la aniquilación y destrucción de un Todo, porque lo que sucede encoge el alma, y duele el espíritu, de las familias, de los amigos, y hasta de los enemigos con conciencia…
Es la tortura hoy entre nosotros, tortura que no encuentra eco en periódicos, ni en una sociedad que da más importancia a las infidelidades del novio de Belén Esteban, que a seres humanos que sufren; ¡ Despertar !, siento pena por vosotros, robotizados individuos, que solo despertáis cuando algo os sucede, y clamáis por ello al cielo.
Yo no quiero callar ni guardar silencio. Me duele vuestra inhumanidad y vuestra cobardía. De momento me sumo a los versos de Erich Fried a la muerte del fiscal Buback:
Mejor hubiera sido
que hombres como vosotros
no hubieran nacido.
Ahí queda….
Llaman a tu puerta, el estado te secuestra, y también te roba, todo con fundamento legal, lo dijo un hombre, o una mujer, con el beneplácito del mismo Estado.
Tras días de incomunicación se llena de palabras, fuentes judiciales, el fiscal de turno, quién sabe y micrófonos pueblan su mesa. Mil cámaras le enfocan. Habla el profeta y sus palabras son dogmas, que se repiten en radios, periódicos, televisiones y embajadas, siempre la misma noticia, la misma mentira, repetida hasta la saciedad. Luego los jueces certifican y firman el anatema.
Ya estás manchado, ya ciertas curias católicas frotan sus manos, sus can cerberos han trabajado rápido; felicidad, JAQUE MATE, se dicen… Opus…, Opus Dei, Milagro del Santo José Escrivá..
La misma historia que la de Giordano Bruno y la de tantos otros “cobardes” del mundo –como estos bonarios- en manos de sutiles gobernantes.
Una lección clara, vieja y actual, que nos enseña la historia: la tortura institucional contra el rebelde, contra el crítico, contra quien trae mensajes de igualdad y ciudadanía. La tortura contra la libertad de los pueblos. Da igual el continente. Sumisión o tortura. Mentiras, engaños, manipulación… sobre todo, mucha manipulación.
Los campos de concentración, las cárceles de saca y muerte, los fusilamientos en los muros del cementerio, los entierros en campos silvestres. No olvidemos entre nosotros el largo silencio de la posguerra, el miedo reinante todavía en gentes y pueblos, regidos aún por los matones de entonces y jornaleros de saqueos y capitales robados, como son estos tecnócratas y algunos sacerdotes del Opus, que con bendición franquista, hacían lo que querían…
Ellos y sus descendientes siguen dictando pactos de silencio, esparciendo el miedo, ejerciendo el terror.
La tortura está ahí, en el frío abismal, de las noches de diciembre a 10 grados bajo cero, con una simple manta, sin poder orinar ni beber, cada diez horas, en las risas y gritos; y la cárcel como mensaje de sumisión, como adoctrinamiento del adversario político, como criminalización de su ideal. En definitiva, tratan de desposeer de la condición humana al enemigo.
La tortura hoy, en sus manos, practicada las más de las veces en sus oficinas, en la soledad, en el trato inhumano de carceleros, en la agresión física, la agresión moral, el INSULTO A LA CONDICIÓN DE HOMBRE DEL SER HUMANO. La tortura moderna de los socialistas, de los jueces, fiscales, guardia civiles, policías, y como no de cierta prensa. La tortura del poder, como siempre.
Una tortura, que se viste de silencio, en una España, ¡ ay qué España !, una vez fuiste grande y poderosa, en tus imperios no se ponía el Sol, y hoy no salimos de la oscuridad…
Y qué decir, del trato descrito por Juan Carlos Besance (uno de los últimos detenidos por el juez Eloy Velasco y la guardia civil), y aunque se le acuse de terrorismo, lo sucedido en los interrogatorios resulta tétrico.
Dice que se prolongaban durante unas dos horas, en las que «lo desnudaban de cintura para abajo y le obligaban a realizar flexiones, mientras le pegaban patadas en la tripa. Lo envolvían con una manta, lo ataban con una cinta y le envolvían las manos con gomaespuma, le ponían una bolsa en la cabeza dejándole sin respiración y le daban patadas en los testículos. Le golpeaban en el cuerpo, dejándolo empapado de sudor. En ese estado lo llevaban a una habitación que llamaban `el frigorífico', donde hacía mucho frío. Comenzaba a tiritar, no podía ver nada, pero sintió mucho frío».
Añade que en los interrogatorios escuchaba muchas voces, gritos y amenazas, y que su hermano fue detenido con el objeto de presionarle: «Tenían claro desde el principio que no tenía nada».
No es buen paso para un diálogo, porque la venganza, genera venganza, y es la aniquilación y destrucción de un Todo, porque lo que sucede encoge el alma, y duele el espíritu, de las familias, de los amigos, y hasta de los enemigos con conciencia…
Es la tortura hoy entre nosotros, tortura que no encuentra eco en periódicos, ni en una sociedad que da más importancia a las infidelidades del novio de Belén Esteban, que a seres humanos que sufren; ¡ Despertar !, siento pena por vosotros, robotizados individuos, que solo despertáis cuando algo os sucede, y clamáis por ello al cielo.
Yo no quiero callar ni guardar silencio. Me duele vuestra inhumanidad y vuestra cobardía. De momento me sumo a los versos de Erich Fried a la muerte del fiscal Buback:
Mejor hubiera sido
que hombres como vosotros
no hubieran nacido.
Ahí queda….