Tuesday, June 01, 2010

Por: Nelson Manrique (Historiador).-

El asesinato de Luis Banchero Rossi en su casa de campo en Chaclacayo, el 1/1/1970, provocó muchas especulaciones. La policía insistía en que este era un caso resuelto, pues Juan Vilca Carranza, el hijo del jardinero –un muchacho esmirriado de 19 años y 1.50 m. de estatura detenido en la misma casa del crimen se declaró el único culpable del homicidio de un hombre de 1.80 m. que practicaba karate. Según Vilca, mató a Banchero por la envidia que le tenía y por su entusiasmo por la compañera romántica de éste, María Eugenia Sessarego. A lo largo del juicio Vilca se dedicó a confundir deliberadamente las cosas, señalando sucesivamente a M.E. Sessarego como instigadora, cómplice y víctima del crimen.

Caretas consignó que unos creían que Banchero había sido asesinado por la junta militar de Velasco porque se oponía a la estatización de la pesca, versión que la revista rechazó con una muy buena razón: Banchero acababa de recibir un importante crédito del gobierno; no parecía pues que estuviera enfrentado con él sino al contrario.
Por otra parte los militares estatizaron virtualmente todo y nunca necesitaron utilizar la violencia; no había razones para que la pesca representara un escenario diferente. Mayores sospechas levantaba en cambio el apoyo que miembros del gobierno militar peruano dieron a Barbie para fugar y refugiarse en Bolivia. Volveré sobre este tema.

Caretas incluyó la versión que se señalaba a Klaus Altmann –quien radicaba en la casa de Friedrich Schwend, cerca de la residencia de Banchero– como el asesino, pero, con la información entonces existente, juzgó que esta era una versión “novelesca”. Las cosas adquirieron, sin embargo, otro cariz una década después, cuando Gustavo Sánchez Salazar –el viceministro boliviano que detuvo a Altmann/Barbie y lo entregó a la justicia francesa en enero de 1983– afirmó que los documentos que le incautaron mostraban su participación en el asesinato del empresario peruano.

¿Qué razones podría tener Altmann/Barbie para asesinar a Banchero Rossi? ¿Hubo alguna relación entre ambos personajes? La investigación judicial entonces realizada no aporta nada sobre el tema. Sin embargo, pueden formularse algunas hipótesis cruzando retazos de información que permanecen dispersos.

Un dato clave es aportado por el cazador de nazis Serge Klarsfeld, quien declaró, en una entrevista concedida a Marcel Ophuls, que entre noviembre y diciembre de 1971 recibió una carta firmada por Luis Banchero y Herbert John, confirmándole que Altmann y Barbie eran la misma persona. Esta carta permitió desenmascarar al nazi y Banchero fue asesinado pocos días después de que estos hechos se hicieran públicos. Serge y su esposa Beate Klarsfeld (quien vino al Perú y fue hasta Bolivia para desenmascarar al nazi) creyeron desde un principio que Barbie era el asesino.

La cadena de sucesos que desembocó en la tragedia comenzó cuando el fiscal alemán Manfred Ludolph –quien estaba por declarar la prescripción de los crímenes de Barbie en Alemania cuando intervinieron los Klarsfeld– entregó a Beate dos fotografías: una de Barbie con su uniforme de comandante SS, tomada en 1943, y otra de un grupo de hombres de negocios fotografiados en La Paz en 1968, uno de los cuales parecía un Barbie avejentado. Barbie era clave para los Klarsfeld, pues permanecía fugitivo después de haber sido condenado en ausencia a la pena de muerte en Francia, dos veces. La prescripción de sus crímenes podría representar la impunidad para otros nazis.

Beate logró publicar las dos fotografías en periódicos franceses y alemanes, pidiendo información a sus lectores. Hojeando el Suddeutsche Zeitung de Munich, Herbert John, un hombre de negocios alemán instalado en el Perú, que trabajaba en una empresa de Banchero, reconoció a Barbie escondido bajo la identidad de Klaus Altmann, a quien había conocido en la casa de Chaclacayo de Friedrich Schwend, el socio del “Carnicero de Lyon”. Su descubrimiento fue clave para desencadenar los acontecimientos que concluyeron con Luis Banchero salvajemente apuñalado y con el cráneo destrozado. ¿Por qué firmó Luis Banchero Rossi la carta en la que Herbert John informó a los Klarsfeld que Altmann y Barbie eran la misma persona? Seguiré con el tema.

A fines del año 1971 el empresario alemán Herbert John identificó al SS-Obersturmführer Klaus Barbie, que se escondía en Lima bajo el nombre falso de Klaus Altmann. El cazador de nazis Serge Klarsfeld afirma que la carta que le entregó este dato precioso estaba firmada por Herbert John y Luis Banchero Rossi.

¿Por qué firmó Banchero esa carta, que aparentemente se convirtió en su sentencia de muerte? No parece verosímil que lo hiciera por razones políticas: Banchero era un empresario pragmático y no le convenía enajenarse el respaldo de quienes mantenían relaciones con miembros de la comunidad alemana en el Perú, aunque algunos tuvieran antecedentes nazis, como Friedrich Schwend (Albert Brun, el legendario director de la agencia France Presse, se refería a él como “el nazi que todo el mundo conocía”), en cuya casa de Chaclacayo residía Barbie. Una versión apunta a que Banchero estaba siendo extorsionado por la red nazi; pudo haber creído que denunciando a Altmann/Barbie podría obligarlo a abandonar el país, sin medir la peligrosidad del personaje. La red nazi de AL no se detenía ante nada: a Beate Klarsfeld, a su retorno de Bolivia, le enviaron una bomba en Francia (afortunadamente fue descubierta) y luego le volaron su automóvil. Según Caretas (Nº 451, 31/1/1972) Friedrich Schwend, el socio y anfitrión de Barbie, trabajaba como asesor del gobierno peruano en “inteligencia tributaria” y montaba operaciones de extorsión contra empresarios a los cuales denunciaba, para a continuación “salvarlos”, previo el pago de onerosos rescates.

Es muy sospechosa la protección que el entonces ministro del Interior del gobierno militar, Pedro Richter Prada, brindó al fugitivo nazi para que éste pudiera abandonar el país luego de ser desenmascarado. Para Barbie era de vida o muerte refugiarse en Bolivia, donde tenía el respaldo del presidente Banzer y estaba protegido por la ausencia de un tratado de extradición con Francia. De hecho el embajador francés en Lima, M. Chambon –un sobreviviente de Auschwitz–, solicitó al gobierno la detención de Barbie, pero le informaron que en ese momento el criminal nazi había cruzado la frontera. También quedó burlado José Santos Chichizola, el juez ad-hoc del caso Banchero, quien había dictado orden de detención contra el nazi. El respaldo oficial a Barbie fue ostentoso: para cruzar la frontera se le embarcó en un auto al que le habían colocado la placa del automóvil del embajador de Hungría en el Perú (Caretas, ya citado). Serge Klarsfeld, Albert Brun y el juez Santos Chichizola han señalado unánimemente a Richter Prada como el facilitador de la fuga de Barbie.

Aparte de las razones empresariales, otra clave que ayuda a entender el apoyo a Barbie puede encontrarse en las fuertes relaciones que este y la red nazi tenían con la CIA y los gobiernos represivos de AL. La CIA –y su antecesor, el CIC– ayudó a varios nazis como Barbie a huir de Europa luego de la II GM, y recurrió a ellos durante el periodo del terror instaurado por las juntas militares en el Cono Sur en los años 70. Barbie participó en la represión como torturador en Bolivia y otros nazis prestaron servicios similares en otros países. Walter Rauff, el inventor de la cámara de gas portátil, colaboró con Augusto Pinochet y diseñó campos de concentración, como el de la isla Dawson. Paul Schaeffer, fundador del bastión nazi en Chile llamado “Colonia Dignidad”, prestó sus instalaciones para torturar y desaparecer a militantes izquierdistas (recientemente fue condenado a cárcel, por abusar sexualmente de 26 niños). Cuando Barbie montó el golpe de Estado que llevó al poder a Luis García Meza contó con el apoyo de connotados torturadores argentinos de la Triple A, comprometidos en la Operación Cóndor, como Alfredo Mario Mingolla, González Bonorino y otros.

Actualmente Pedro Richter Prada y Francisco Morales Bermúdez están solicitados por la justicia italiana por el secuestro de un grupo de militantes montoneros perpetrado en Lima por agentes argentinos, que los torturaron en las instalaciones de la marina de guerra del Perú de Playa Hondable y luego los desaparecieron, dentro del marco de la Operación Cóndor. Es una tarea pendiente estudiar la relación entre este proyecto criminal y la red nazi latinoamericana.

Fuente: Diario La República. Mar, 06/04/2010.
Vemos la reciente publicación del Diario, que está haciéndose eco de la investigación INFORME VINICIUS, CRÍMENES DE GUERRA CONTRA LA HUMANIDAD.-