En la práctica Sufí, de la Darkawhia, una Tariqha que visitábamos en 1979, en aquellos años de sudor y pólvora de la Argentina desangrada y el Moqhanden “ Mahamud “, Ricardo Hussein enseñaba a un reducido grupo de frailes dominicanos y mercedarios de Buenos Aires, que allí, estudiábamos lengua árabe, que los cristianos debíamos hacer El Ahj, la peregrinación a Turín, así como los islamizados de oriente debían ir a La Meca; Bien, pasaron solo 30 años y finalmente me encuentro frente a frente con “ La Sindone “, mi amigo el Príncipe Septimio, Gran Maestre de la Orden, esta callado, creo que sujeto a esas profundas emociones que nos embargan ante lo inconmensurable.
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Allí esta, “ Ecce “, ESE HOMBRE, escribiría Stankiewicz en “ Quo Vadis “, el hombre de Pilato, Galileo hijo de David, Rey de Reyes, Sangre Preciosa de la Abeja de Oro, que los Visigodos trajeron a Tartesus,nos acompañan un Swamy de Valencia y su discípula, los cuatro miramos el lienzo de más de cuatro metros de largo y uno de ancho, realmente es un sudario, no está pintado, es una impresión en negativo, cosa imposible de realizar por mano humana, esta allí desde el año 544 , en que los monjes de San Efren, Ortodoxos Monofisitas, la entregaron al Porfirogeneto de Constantinopla, en lo personal me conmueven los remiendos cosidos por la monjitas de Chambery, que en 1534, para restaurar las quemaduras sufridas dos años antes, en el incendio de la Capilla, ya que veo en ese temerario gesto femenino, la prueba irrefutable de autenticidad, hoy, 450 años después, las puntadas de Sor Angélica, Profesa Claretiana marcan la alianza entre lo Humano y lo Divino.

El Príncipe Don José Manuel, ya al regresar, vía rápida a nuestro Congreso Inter Religioso en Gugliasco, en el Parco Lesserre , comenta que estar frente al rostro de Cristo, es verse a uno mismo, y cita el libro de Gironella, donde comentando a Giovanni Pappini, otro “ Loco, o secreto miembro de los- Fedeles da Amore “,en que al final de su vida, el hombre anciano al morir, ve un largo túnel iluminado, y al fondo esta otro anciano igual a él, que le pregunta quién es, y dice que su nombre es Cristo, igualmente el Maestro Mohidi Ibn Arabi, escribía lo mismo que Al Gazali, ver el rostro de Dios, es verse a uno mismo.

El regreso al Congreso fue una carga pesada, en la Catedral habíamos visto en un segundo toda nuestra vida y también nuestro futuro, ahora el tiempo apremia, marchamos en pos de un destino, somos los bonarios, blade runers, vigías del cumplimiento enfático de algo que ya ocurrió ciertamente va a acontecer, precisamente por eso, porque ya aconteció, es exactamente como San Juan, el Dulce Evangelista, que en Patmos, vio descender la Ciudad Celestial de la Nueva Jerusalén, y si la vio es porque ya existía, el tiempo para nosotros es una inversión, marchamos hacia un futuro que ya existió, y en los ojos claros del gigante caucásico de la Sindone, juramos bonariamente cumplir el cometido histórico, una Orden, una Iglesia, un Dios, un Principio ,todo eso ya estaba “ Visto “, cumplido en los cielos y predeterminado a que nosotros lo substancialicemos ,ya que San Pablo dice que la Fe, es traer al plano real lo que no se ve, pero de donde lo traemos ?, y evidentemente San Pablo es mayor que estos modernos autores de doctrinas de la positividad, no necesitábamos que un oscuro hijo de Abraham, radicado en Estados Unidos, escribiera el libro “ El Secreto “, porque en la Orden, precisamente por ese secreto y por otros, cargamos la infamia del madero, pero allí esta, ese rostro divino del Señor Cristo, mirándonos desde la Sindone de Turín, “ Seréis como dioses, haréis mayores cosas aun……………………..”
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Monseñor Alfredo M. Montrezza