Después del viaje apostólico a Nápoles por Monseñor Monstrezza, Proto Eparca de Iberia, y Gran Senescal de la Royal and Imperial House of Orient, y después de visitar a la Casa de los Principes de Corace, y sus Miembros. Estos quisieron donar a la Royal and Imperial House of Orient, como testimonio de Amistad, y de trabajo conjunto por la fe de Cristo,, la reliquia de Santa Juana Antida Thouret, que a partir de la fecha es la patrona de las Obras de Caridad de la Orden, y la Casa de Tadmur. su persecución fue símbolo de triunfo
Nace el 27 de noviembre de 1765, en la aldea francesa de Sancey-le-Long, diócesis de Besançon. En 1787 ingresa en la Compañía de las Hijas de la Caridad y , en la que permanece hasta 1793, año en que se disuelve la comunidad a consecuencia de la tormentosa Revolución Francesa. Juana Antida guardará para siempre una gran simpatía y admiración por el espíritu y obras de las Hijas de la Caridad. Vuelve entonces a su pueblo natal, donde desarrolla una fecunda labor de caridad con los pobres, supliendo la ausencia de sacerdote, en medio de muchos peligros. Amainada la Revolución, funda la Congregación de las Hermanas de la Caridad bajo la protección de San Vicente, en 1799. Ello le trajo nuevas pruebas y persecuciones, de las cuales salió victoriosa gracias a la fe y el amor de Jesucristo, a quien constantemente decía: “En ti sólo, Señor, he puesto toda mi confianza y mi fe, pues el que espera en ti, no será confundido”. Muere en Nápoles el 24 de agosto de 1826. Su memoria nos hace pedir al Padre que infunda en nuestros corazones al ardor de su caridad, para que participemos siempre con nuestro humilde servicio en la extensión del fuego abrasador que Jesucristo vino a traer a la tierra.
Reflexión:
Es santo mostrarse modesto acerca de nuestros logros, pero un exceso de modestia puede ser un fallo tan grande como muy poca. Cuando Santa Juana Antida Thouret fue preguntada por la encargada de las novicias del convento al que se unía lo que podía hacer, Santa Juana dijo: «Nada.» La encargada de las novicias replicó: «Siempre estás diciendo que no puedes hacer nada; debes decir que puedes hacerlo todo, pues haces bien todo lo que se te encomienda. » Como se trata de un santa, es probable que Juana Antida Thouret estuviera siendo honesta al no alegar ningún talento especial, pero a veces puede suceder que si no nos damos crédito a nosotros mismos no sea porque creamos que no merecemos alabanza alguna, sino porque estemos secretamente anhelando elogios. Aunque no haya nada de malo en querer oír que hemos hecho un buen trabajo, presentarnos de tal manera que podamos parecer humildes al tiempo que somos alabados resulta engañoso. Es mucho mejor aceptar sinceramente la alabanza original con un «gracias» simple y sincero, que practicar la falsa modestia bajo el disfraz del autodesprecio. Aunque necesitemos concedernos crédito por nuestras capacidades, necesitamos también reconocer nuestros fallos. Cuando adoptamos un punto de vista negativo de nuestros talentos y capacidades, destruimos nuestro sentido de autoestima. Podemos también ser culpables de una sobrestima. Si constantemente estamos alardeando, corremos el riesgo de volvernos egocéntricos y egoístas. Los santos nos recuerdan hacer nuestras tareas lo mejor que sepamos y dejar que los cumplidos y las críticas sigan su camino.