Mensaje del Arzobispo Valerian .
La Pascua, no solo es una repetición litúrgica de un hecho mistagógico, sino un punto de inflexion en la hora de Oriente Medio, lugar sagrado para las tres religiones monoteístas, y enclave bélico de permanente insurgencia entre el Estado Hebreo y las diferentes organizaciones pro palestinas.
Desde mi modesta óptica palaciega, en tanto paso mis días en una ensolerada villa de Madrid, gozando de paz y seguridad, me atrevo a pontificar, que negar el derecho de la existencia de Israelí, es algo miope, e infantil, tal como negar el Holocausto o discutir su magnitud, hoy la historia ha dado su veredicto, y resulta inútil oponerse a esas verdades pre santificadas, y por lo contrario deberíamos apoyarnos en la realidad existencial del Estado Hebreo, para ofrecer contra propuestas a la crisis, o mas aun, desde el Holocausto, preguntar a los Judíos cual fue la capitalización moral de tanto sufrimiento, porque si las acciones militares del ejercito Hebreo reflejaran la terrible lección del Guetto, o de los Lager alemanes y polacos, triste es la lección, y nula la moraleja.
Debemos exigir a los árabes el reconocimiento de Israelí y hacer callar los negacionistas del holocausto, mas, en contra partida los Judíos en general y el Estado Hebreo en particular deben demostrarnos su redención moral, su marcada superioridad ética, tan publicitada por sus filósofos y rabinos del siglo IX y renunciar a las ideas filetistas de una teocracia de papel, sustentada por las orugas de los tanques Mercaba.
El mundo no podría vivir sin sus millones de Judíos, derrochando ingenio burgués y el difícil arte de aprovecharlo todo, transformándolo en útil y hasta agradable, mas esos pocos millones de Judíos, deben ser cada vez mas humanos y tal vez menos Judíos.
En esta Pascua debemos recordar el valor estratégico de un Estado Occidental en medio del piélago arábigo, que como otrora San Juan de Aco, esta amenazado a ser destruido por otro Solimán, o acaso un Mehmet del planalto solar irani.
No olvidemos a nuestros Judíos en esta hora difícil, pero exigamos de ellos una radical conversión a la religión del Dios que nos cedieron, vuelvan ellos a su fe en el Dios de las escrituras, y demuestren al mundo, su mejor lado del rostro, así nosotros podremos también defender su causa, tan ligada a la nuestra.
Mons. Valerian
La ciudad portuaria de Aco, conocida también como Acre, se encuentra situada sobre un promontorio en el extremo norte de la bahía de Haifa. La ciudad antigua fue fundada durante la Edad de Bronce en Tel Aco (en árabe, Tel el-Fukhar, el monte de los tiestos), al este de la ciudad actual. Aco es mencionada en textos antiguos como una ciudad importante en la costa norte de la Tierra de Israel. La variedad de hallazgos, incluidos los restos de fortalezas descubiertas en las excavaciones de Tel Aco, brindan testimonio de la prolongada e ininterrumpida ocupación del lugar en los tiempos bíblicos.
El antiguo lugar de Aco fue abandonado durante el período helenístico. Una nueva ciudad, llamada Ptolomeia y rodeada por una muralla fortificada, fue construida en el sitio actual de Aco. Los romanos mejoraron y agrandaron el puerto natural en la parte sur de la ciudad y construyeron un rompeolas, lo que lo convirtió en uno de los principales puertos de la costa este del Mediterráneo.
La importancia de Aco, una ciudad bien protegida, fortificada y con un puerto de aguas profundas, se refleja en su historia rica en acontecimientos durante el dominio cruzado en Tierra Santa.
Relieve en piedra del emblema real cruzado, encontrado en Aco Los cruzados, que fundaron el Reino Latino de Jerusalem en 1099, no lograron en un principio doblegar las fortificaciones de Aco. El 26 de mayo de 1104, después de meses de duro asedio y con la ayuda de la flota genovesa, la ciudad se rindió y se entregó al rey Balduino I. Consciente del significado de la ciudad y de su puerto para la seguridad del reino, los cruzados comenzaron de inmediato a construir un sofisticado sistema de fortificaciones compuesto por murallas y torres, a diferencia de cualquier construcción anterior. Estas fortificaciones se levantaban a lo largo del mar hacia el sur y el oeste de la ciudad, mientras que en el este y el norte una poderosa muralla (probablemente doble) con un ancho y hondo foso separaba la ciudad de la tierra firme. También el puerto fue reconstruido, y de acuerdo con los mapas y las fuentes literarias, incluía un puerto externo y otro interno (este último actualmente obstruido). Se construyó un nuevo rompeolas, protegido en su extremo más alejado por una torre, actualmente conocida como la Torre de las Moscas.
Las fortificaciones de Aco, en las cuales los cruzados habían depositado su confianza, cayeron con relativa facilidad en poder de los musulmanes. Poco después de su victoria en la batalla de Karnei Hittín, el 9 de julio de 1187, la ciudad se rindió a Salah-al-Din (Saladino) y sus habitantes cristianos fueron evacuados.
Los cruzados regresaron y pusieron sitio a Aco en 1188, si bien no lograron penetrar en las sólidas fortificaciones que ellos mismos habían construido. Pero los musulmanes se rindieron al rey de Inglaterra Ricardo Corazón de León y al rey de Francia Felipe Augusto (al mando de la III Cruzada). Durante los siguientes cien años, los cruzados gobernaron Aco. Jerusalem permaneció (si bien durante un breve período) bajo gobierno musulmán, lo que incrementó inconmensurablemente la importancia de la ciudad, que durante el siglo XIII fue la capital política y administrativa del Reino Latino. Aco fue el puesto de avanzada cruzado en Tierra Santa, una poderosa fortaleza que constantemente debía afrontar la amenaza musulmana. Su puerto fue el enlace del reino cruzado con la Europa cristiana y también punto de embarque hacia el oeste de los valiosos cargamentos originarios del este.
El palacio (castrum) de los reyes cruzados estaba ubicado en la parte norte del área urbana de Aco, encerrado entre sólidas fortificaciones. Cerca del puerto, las ciudades costeras italianas de Venecia, Pisa y Génova habían creado los barrios de mercaderes conocidos como comunas. Cada barrio tenía un mercado con bodegas y tiendas, y viviendas para las familias de los mercaderes. Había también centros para las diversas órdenes militares: los Hospitalarios, los Templarios y otros, que eran los responsables de la defensa del Reino Latino. En toda la ciudad se construyeron edificios públicos, como iglesias y hospicios.
A principios del siglo XIII se creó un nuevo barrio residencial llamado Montmusard, en la parte norte de la ciudad. Estaba rodeado por sus propias murallas (que probablemente también eran dobles). A mediados de siglo y con el auspicio del rey Luis IX de Francia, Aco se expandió y prosperó. Con una población de cerca de 40.000 habitantes, era la ciudad más grande del reino cruzado.
La última batalla por el control de Aco entre los cruzados y los musulmanes comenzó en 1290. Después de un largo sitio de los mamelucos comandados por al-Ashraf Khalil, se abrió una brecha en una parte de la muralla norte y la ciudad fue conquistada el 18 de mayo de 1291. Esta fecha marca el fin de la presencia cruzada en la Tierra Santa.
Las construcciones del período cruzado, incluidas las murallas de la ciudad, quedaron parcial o totalmente sepultadas bajo los edificios de los siglos XVIII y XIX, cuando la ciudad formaba parte del Imperio Otomano.
Restos del período cruzado
Céramicas cruzadas de Aco
Importantes restos del período cruzado fueron descubiertos por primera vez en Aco durante las décadas del '50 y '60, cuando se limpiaron de escombros partes de complejos edificios casi completamente preservados bajo tierra. Durante la década del '90, en el marco del desarrollo de Aco se emprendieron excavaciones tanto en extramuros como en intramuros de la actual Ciudad Vieja, sacando a la luz fascinantes restos de la ilustre historia medieval de la ciudad, antes conocida básicamente a través de los relatos de los peregrinos.
El complejo de los Hospitalarios
El más importante de los vestigios subterráneos de la Aco cruzada se encuentra en la parte norte de la actual Ciudad Vieja. En esta estructura se encontraba el comando central de la Orden de los Hospitalarios (los Caballeros de San Juan). Se trata de un extenso complejo (de aproximadamente 4.500 mts.2) con salas y muchas habitaciones construidas alrededor de un patio central amplio y abierto. Las macizas paredes fueron construidas con kurkar (piedra arenisca local) bien dispuesto y todo el complejo fue fortificado con piedras angulares. Cuando Ahmed al-Jazzar, el gobernante otomano de Aco, decidió construir una ciudadela y un palacio en ese lugar, rellenó el edificio de los Hospitalarios con piedras.
En años recientes fue removido el relleno de tierra de 3-4 mts. de alto que bloqueaba el atrio central del complejo de los Hospitalarios, dejando al descubierto el patio de 1.200 mts2. En sus muros hay amplias aberturas que conducen a las salas y habitaciones que lo rodean. Para sostener el piso superior se construyeron arcos ojivales que parten de anchas pilastras que sobresalen de las paredes. Una ancha escalera de 4,5 mts., sostenida por arcos, permitía el acceso al segundo piso desde el extremo este del patio. Una extensa red de canales de drenaje llevaba el agua de lluvia desde el atrio hasta la tubería principal. En el ángulo sudoeste del mismo había una cisterna de piedra que aseguraba el suministro de agua a los
residentes.
Al sur del atrio había una sala erróneamente denominada la Cripta de San Juan. Se trata de un recinto rectangular en estilo gótico, de 30 x 15 mts., con un cielo raso abovedado de 10 mts. de alto, sostenido por tres pilares centrales de forma circular de 3 mts. de diámetro. Las chimeneas en el lugar indican que servía de cocina y refectorio (comedor). En dos ángulos de la sala están grabadas en la piedra flores de lis, símbolo de la casa real francesa.
Al sur de esta sala se encuentra un complejo edificio conocido como al-Bosta. El mismo está compuesto por una gran sala con enormes pilares que sostienen un cielo raso abovedado. Este edificio subterráneo es en realidad la Cripta de San Juan, sobre la cual se construyó la iglesia. Partes de esta última y de sus decoraciones fueron descubiertas en las excavaciones.
Al norte del atrio central hay una hilera de salas abovedadas, largas y paralelas, de 10 mts. de alto, conocidas como las Salas de los Caballeros. En un lado hay portones que se abren hacia el atrio; en el otro, ventanas y un portón que da hacia una de las calles principales de la ciudad cruzada. Esos eran los cuarteles de los miembros de la Orden de los Hospitalarios.
Al este del patio se descubrió la Sala de los Pilares, de 45 x 30 mts., que funcionaba como hospital. Su cielo raso está a 8 mts. del suelo, sostenido por tres hileras de cinco pilares de piedra cada una. Es probable que por encima de esta sala con columnas se encontrara el palacio cruzado de cuatro pisos representado en dibujos de la época.
La mayor parte de los edificios de la parte occidental del atrio no han sido excavados aún. Se han encontrado algunos capiteles ornamentados que ilustran la elaborada arquitectura de este pabellón. En la parte norte había un baño público con 30 cubículos en cada uno de sus dos pisos. Una red de canales drenaba los baños hacia la alcantarilla central de la ciudad.
Debajo del grupo de edificios de los Hospitalarios se encontró un avanzado sistema de alcantarillado. Esta red drenaba el agua de lluvia y de desagüe al sistema central de la ciudad. Tenían un metro de diámetro y 1,8 m de alto, y corría de norte a sur.
Las calles
Se han puesto al descubierto algunos tramos de las calles del período cruzado: en el barrio genovés, en el centro de la actual Ciudad Vieja de Aco, se descubrió un trayecto de 40 mts. de largo de una calle techada que corre de este a oeste y tiene 5 mts. de ancho. A ambos lados había edificios con patios y habitaciones que daban a la calle y funcionaban como tiendas. En el barrio Templario, en la parte suroeste de la ciudad, se descubrió otro tramo de una calle principal que conducía al puerto. Se puso en descubierto cerca de 200 mts. de esta calle, que estaba bordeada por algunos edificios cruzados que quedaron sepultados debajo de las construcciones otomanas.
Los muros de la ciudad cruzada
La ubicación de los muros de la ciudad cruzada es bien conocida por los detallados mapas de aquella época que han sobrevivido, pero en las excavaciones se han encontrado pocos rastros de ellas. Partes de los muros yacen debajo de las fortificaciones otomanas; otros resultaron dañados por la construcción de nuevos barrios.
Cerca del extremo noreste de las fortificaciones otomanas se encontró un segmento de 60 mts. de largo del muro cruzado de la parte norte, que tiene unos 3 mts. de espesor y fue construido con piedra arenisca local.
A poca distancia hacia el este se han preservado partes del extremo de una torre, que tiene 6 metros de alto, construida con grandes piedras de kurkar. Frente a la torre había un profundo foso de 13 mts. de ancho y el lado contrario estaba protegido por un muro de contraescarpa. Esta sección de las murallas pertenece a las fortificaciones exteriores de la parte norte, que fueran construidas en el siglo XIII para proteger al barrio de Montmusard. Es probable que se trate de la torre veneciana descrita en los mapas del período cruzado. En la costa, a unos 750 mts. al norte de la Ciudad Vieja, se encuentran restos de los primeros fosos de una torre circular con un muro que se extiende hacia el este, hoy en día cubierto por el mar. En opinión de los investigadores, esta es la torre redonda que se erguía en el extremo oeste del muro que rodeaba el barrio de Montmusard.
Las excavaciones reanudadas en Aco fueron dirigidas por A. Druks, M. Avissar, E. Stern, M. Hartal y D. Syon en nombre de la Autoridad de Antigüedades de Israel. Las excavaciones en el complejo de los Hospitalarios fueron dirigidas por E. Stern en nombre de la Autoridad de Antigüedades de Israel.
La Pascua, no solo es una repetición litúrgica de un hecho mistagógico, sino un punto de inflexion en la hora de Oriente Medio, lugar sagrado para las tres religiones monoteístas, y enclave bélico de permanente insurgencia entre el Estado Hebreo y las diferentes organizaciones pro palestinas.
Desde mi modesta óptica palaciega, en tanto paso mis días en una ensolerada villa de Madrid, gozando de paz y seguridad, me atrevo a pontificar, que negar el derecho de la existencia de Israelí, es algo miope, e infantil, tal como negar el Holocausto o discutir su magnitud, hoy la historia ha dado su veredicto, y resulta inútil oponerse a esas verdades pre santificadas, y por lo contrario deberíamos apoyarnos en la realidad existencial del Estado Hebreo, para ofrecer contra propuestas a la crisis, o mas aun, desde el Holocausto, preguntar a los Judíos cual fue la capitalización moral de tanto sufrimiento, porque si las acciones militares del ejercito Hebreo reflejaran la terrible lección del Guetto, o de los Lager alemanes y polacos, triste es la lección, y nula la moraleja.
Debemos exigir a los árabes el reconocimiento de Israelí y hacer callar los negacionistas del holocausto, mas, en contra partida los Judíos en general y el Estado Hebreo en particular deben demostrarnos su redención moral, su marcada superioridad ética, tan publicitada por sus filósofos y rabinos del siglo IX y renunciar a las ideas filetistas de una teocracia de papel, sustentada por las orugas de los tanques Mercaba.
El mundo no podría vivir sin sus millones de Judíos, derrochando ingenio burgués y el difícil arte de aprovecharlo todo, transformándolo en útil y hasta agradable, mas esos pocos millones de Judíos, deben ser cada vez mas humanos y tal vez menos Judíos.
En esta Pascua debemos recordar el valor estratégico de un Estado Occidental en medio del piélago arábigo, que como otrora San Juan de Aco, esta amenazado a ser destruido por otro Solimán, o acaso un Mehmet del planalto solar irani.
No olvidemos a nuestros Judíos en esta hora difícil, pero exigamos de ellos una radical conversión a la religión del Dios que nos cedieron, vuelvan ellos a su fe en el Dios de las escrituras, y demuestren al mundo, su mejor lado del rostro, así nosotros podremos también defender su causa, tan ligada a la nuestra.
Mons. Valerian
La ciudad portuaria de Aco, conocida también como Acre, se encuentra situada sobre un promontorio en el extremo norte de la bahía de Haifa. La ciudad antigua fue fundada durante la Edad de Bronce en Tel Aco (en árabe, Tel el-Fukhar, el monte de los tiestos), al este de la ciudad actual. Aco es mencionada en textos antiguos como una ciudad importante en la costa norte de la Tierra de Israel. La variedad de hallazgos, incluidos los restos de fortalezas descubiertas en las excavaciones de Tel Aco, brindan testimonio de la prolongada e ininterrumpida ocupación del lugar en los tiempos bíblicos.
El antiguo lugar de Aco fue abandonado durante el período helenístico. Una nueva ciudad, llamada Ptolomeia y rodeada por una muralla fortificada, fue construida en el sitio actual de Aco. Los romanos mejoraron y agrandaron el puerto natural en la parte sur de la ciudad y construyeron un rompeolas, lo que lo convirtió en uno de los principales puertos de la costa este del Mediterráneo.
La importancia de Aco, una ciudad bien protegida, fortificada y con un puerto de aguas profundas, se refleja en su historia rica en acontecimientos durante el dominio cruzado en Tierra Santa.
Relieve en piedra del emblema real cruzado, encontrado en Aco Los cruzados, que fundaron el Reino Latino de Jerusalem en 1099, no lograron en un principio doblegar las fortificaciones de Aco. El 26 de mayo de 1104, después de meses de duro asedio y con la ayuda de la flota genovesa, la ciudad se rindió y se entregó al rey Balduino I. Consciente del significado de la ciudad y de su puerto para la seguridad del reino, los cruzados comenzaron de inmediato a construir un sofisticado sistema de fortificaciones compuesto por murallas y torres, a diferencia de cualquier construcción anterior. Estas fortificaciones se levantaban a lo largo del mar hacia el sur y el oeste de la ciudad, mientras que en el este y el norte una poderosa muralla (probablemente doble) con un ancho y hondo foso separaba la ciudad de la tierra firme. También el puerto fue reconstruido, y de acuerdo con los mapas y las fuentes literarias, incluía un puerto externo y otro interno (este último actualmente obstruido). Se construyó un nuevo rompeolas, protegido en su extremo más alejado por una torre, actualmente conocida como la Torre de las Moscas.
Las fortificaciones de Aco, en las cuales los cruzados habían depositado su confianza, cayeron con relativa facilidad en poder de los musulmanes. Poco después de su victoria en la batalla de Karnei Hittín, el 9 de julio de 1187, la ciudad se rindió a Salah-al-Din (Saladino) y sus habitantes cristianos fueron evacuados.
Los cruzados regresaron y pusieron sitio a Aco en 1188, si bien no lograron penetrar en las sólidas fortificaciones que ellos mismos habían construido. Pero los musulmanes se rindieron al rey de Inglaterra Ricardo Corazón de León y al rey de Francia Felipe Augusto (al mando de la III Cruzada). Durante los siguientes cien años, los cruzados gobernaron Aco. Jerusalem permaneció (si bien durante un breve período) bajo gobierno musulmán, lo que incrementó inconmensurablemente la importancia de la ciudad, que durante el siglo XIII fue la capital política y administrativa del Reino Latino. Aco fue el puesto de avanzada cruzado en Tierra Santa, una poderosa fortaleza que constantemente debía afrontar la amenaza musulmana. Su puerto fue el enlace del reino cruzado con la Europa cristiana y también punto de embarque hacia el oeste de los valiosos cargamentos originarios del este.
El palacio (castrum) de los reyes cruzados estaba ubicado en la parte norte del área urbana de Aco, encerrado entre sólidas fortificaciones. Cerca del puerto, las ciudades costeras italianas de Venecia, Pisa y Génova habían creado los barrios de mercaderes conocidos como comunas. Cada barrio tenía un mercado con bodegas y tiendas, y viviendas para las familias de los mercaderes. Había también centros para las diversas órdenes militares: los Hospitalarios, los Templarios y otros, que eran los responsables de la defensa del Reino Latino. En toda la ciudad se construyeron edificios públicos, como iglesias y hospicios.
A principios del siglo XIII se creó un nuevo barrio residencial llamado Montmusard, en la parte norte de la ciudad. Estaba rodeado por sus propias murallas (que probablemente también eran dobles). A mediados de siglo y con el auspicio del rey Luis IX de Francia, Aco se expandió y prosperó. Con una población de cerca de 40.000 habitantes, era la ciudad más grande del reino cruzado.
La última batalla por el control de Aco entre los cruzados y los musulmanes comenzó en 1290. Después de un largo sitio de los mamelucos comandados por al-Ashraf Khalil, se abrió una brecha en una parte de la muralla norte y la ciudad fue conquistada el 18 de mayo de 1291. Esta fecha marca el fin de la presencia cruzada en la Tierra Santa.
Las construcciones del período cruzado, incluidas las murallas de la ciudad, quedaron parcial o totalmente sepultadas bajo los edificios de los siglos XVIII y XIX, cuando la ciudad formaba parte del Imperio Otomano.
Restos del período cruzado
Céramicas cruzadas de Aco
Importantes restos del período cruzado fueron descubiertos por primera vez en Aco durante las décadas del '50 y '60, cuando se limpiaron de escombros partes de complejos edificios casi completamente preservados bajo tierra. Durante la década del '90, en el marco del desarrollo de Aco se emprendieron excavaciones tanto en extramuros como en intramuros de la actual Ciudad Vieja, sacando a la luz fascinantes restos de la ilustre historia medieval de la ciudad, antes conocida básicamente a través de los relatos de los peregrinos.
El complejo de los Hospitalarios
El más importante de los vestigios subterráneos de la Aco cruzada se encuentra en la parte norte de la actual Ciudad Vieja. En esta estructura se encontraba el comando central de la Orden de los Hospitalarios (los Caballeros de San Juan). Se trata de un extenso complejo (de aproximadamente 4.500 mts.2) con salas y muchas habitaciones construidas alrededor de un patio central amplio y abierto. Las macizas paredes fueron construidas con kurkar (piedra arenisca local) bien dispuesto y todo el complejo fue fortificado con piedras angulares. Cuando Ahmed al-Jazzar, el gobernante otomano de Aco, decidió construir una ciudadela y un palacio en ese lugar, rellenó el edificio de los Hospitalarios con piedras.
En años recientes fue removido el relleno de tierra de 3-4 mts. de alto que bloqueaba el atrio central del complejo de los Hospitalarios, dejando al descubierto el patio de 1.200 mts2. En sus muros hay amplias aberturas que conducen a las salas y habitaciones que lo rodean. Para sostener el piso superior se construyeron arcos ojivales que parten de anchas pilastras que sobresalen de las paredes. Una ancha escalera de 4,5 mts., sostenida por arcos, permitía el acceso al segundo piso desde el extremo este del patio. Una extensa red de canales de drenaje llevaba el agua de lluvia desde el atrio hasta la tubería principal. En el ángulo sudoeste del mismo había una cisterna de piedra que aseguraba el suministro de agua a los
residentes.
Al sur del atrio había una sala erróneamente denominada la Cripta de San Juan. Se trata de un recinto rectangular en estilo gótico, de 30 x 15 mts., con un cielo raso abovedado de 10 mts. de alto, sostenido por tres pilares centrales de forma circular de 3 mts. de diámetro. Las chimeneas en el lugar indican que servía de cocina y refectorio (comedor). En dos ángulos de la sala están grabadas en la piedra flores de lis, símbolo de la casa real francesa.
Al sur de esta sala se encuentra un complejo edificio conocido como al-Bosta. El mismo está compuesto por una gran sala con enormes pilares que sostienen un cielo raso abovedado. Este edificio subterráneo es en realidad la Cripta de San Juan, sobre la cual se construyó la iglesia. Partes de esta última y de sus decoraciones fueron descubiertas en las excavaciones.
Al norte del atrio central hay una hilera de salas abovedadas, largas y paralelas, de 10 mts. de alto, conocidas como las Salas de los Caballeros. En un lado hay portones que se abren hacia el atrio; en el otro, ventanas y un portón que da hacia una de las calles principales de la ciudad cruzada. Esos eran los cuarteles de los miembros de la Orden de los Hospitalarios.
Al este del patio se descubrió la Sala de los Pilares, de 45 x 30 mts., que funcionaba como hospital. Su cielo raso está a 8 mts. del suelo, sostenido por tres hileras de cinco pilares de piedra cada una. Es probable que por encima de esta sala con columnas se encontrara el palacio cruzado de cuatro pisos representado en dibujos de la época.
La mayor parte de los edificios de la parte occidental del atrio no han sido excavados aún. Se han encontrado algunos capiteles ornamentados que ilustran la elaborada arquitectura de este pabellón. En la parte norte había un baño público con 30 cubículos en cada uno de sus dos pisos. Una red de canales drenaba los baños hacia la alcantarilla central de la ciudad.
Debajo del grupo de edificios de los Hospitalarios se encontró un avanzado sistema de alcantarillado. Esta red drenaba el agua de lluvia y de desagüe al sistema central de la ciudad. Tenían un metro de diámetro y 1,8 m de alto, y corría de norte a sur.
Las calles
Se han puesto al descubierto algunos tramos de las calles del período cruzado: en el barrio genovés, en el centro de la actual Ciudad Vieja de Aco, se descubrió un trayecto de 40 mts. de largo de una calle techada que corre de este a oeste y tiene 5 mts. de ancho. A ambos lados había edificios con patios y habitaciones que daban a la calle y funcionaban como tiendas. En el barrio Templario, en la parte suroeste de la ciudad, se descubrió otro tramo de una calle principal que conducía al puerto. Se puso en descubierto cerca de 200 mts. de esta calle, que estaba bordeada por algunos edificios cruzados que quedaron sepultados debajo de las construcciones otomanas.
Los muros de la ciudad cruzada
La ubicación de los muros de la ciudad cruzada es bien conocida por los detallados mapas de aquella época que han sobrevivido, pero en las excavaciones se han encontrado pocos rastros de ellas. Partes de los muros yacen debajo de las fortificaciones otomanas; otros resultaron dañados por la construcción de nuevos barrios.
Cerca del extremo noreste de las fortificaciones otomanas se encontró un segmento de 60 mts. de largo del muro cruzado de la parte norte, que tiene unos 3 mts. de espesor y fue construido con piedra arenisca local.
A poca distancia hacia el este se han preservado partes del extremo de una torre, que tiene 6 metros de alto, construida con grandes piedras de kurkar. Frente a la torre había un profundo foso de 13 mts. de ancho y el lado contrario estaba protegido por un muro de contraescarpa. Esta sección de las murallas pertenece a las fortificaciones exteriores de la parte norte, que fueran construidas en el siglo XIII para proteger al barrio de Montmusard. Es probable que se trate de la torre veneciana descrita en los mapas del período cruzado. En la costa, a unos 750 mts. al norte de la Ciudad Vieja, se encuentran restos de los primeros fosos de una torre circular con un muro que se extiende hacia el este, hoy en día cubierto por el mar. En opinión de los investigadores, esta es la torre redonda que se erguía en el extremo oeste del muro que rodeaba el barrio de Montmusard.
Las excavaciones reanudadas en Aco fueron dirigidas por A. Druks, M. Avissar, E. Stern, M. Hartal y D. Syon en nombre de la Autoridad de Antigüedades de Israel. Las excavaciones en el complejo de los Hospitalarios fueron dirigidas por E. Stern en nombre de la Autoridad de Antigüedades de Israel.