Wednesday, April 08, 2009

Hacia una ortodoxia latinoamericana.-


Hispanoamérica es una región del mundo con una historia y costumbres muy específicas y por demás particulares. Desde la llegada de los primeros españoles a tierras americanas, se pregonó el Evangelio de nuestro señor Jesucristo, si bien de una manera distorsionada y errónea a fin de cuentas. Aunque existen muchas razones que nos hiciesen pensar que la conquista fue una acción bárbara y salvaje, también hay elementos y características de ésta coyuntura que si las analizásemos con más detenimiento, nos ayudarían a dibujar un panorama real en cuanto a las oportunidades que tendría la Ortodoxia en éste subcontinente.

Cómo es del conocimiento general, la conquista de América por parte de coronas europeas tenían un propósito en específico: el control y dominio del mundo, idea tan alimentada en la Europa de la Edad Media. El control y dominio del mundo así como de los mares y su comercio, supondría la "lotería" para aquél reino que lo lograse. Fue el caso de España, Portugal e Inglaterra, principalmente. Sin embargo, para el caso ibérico, ésta idea tendría un maridaje casi perfecto, una coartada excelente: la proclamación del Evangelio de manera errónea y herética por parte de la Iglesia Católica, así como la obtención de "fieles" nativos que realmente no serían más que súbditos de la misma corona. La iglesia católica sería tan sólo un medio espiritual de dominio. Dentro de éste marco, cabe destacar la valentía y valía de muchos misioneros comprometidos con la caridad humana como Cristóbal de las Casas, algunos jesuitas y muchas otras personas; siendo su manera de obrar completamente diferente al caso inglés: un método mucho más vil y sin menos propuestas espirituales para los recién subyugados.

Dentro éste merco es donde surgirá la cultura e historia propias de nuestra Hispanoamérica. Un proyecto que si quizás seguía propósitos humanísticos en su base, se ve doblemente desvirtuada por el factor humano. Primero, éste proyecto es desvirtuado por encabezarlo una iglesia apartada del verdadero Evangelio, y en segundo, desvirtuado también por la avaricia y codicia de sus ejecutores. Pero la gracia de Dios es más grande a todo lo anterior. Permitió se crease un territorio con una cultura muy particular: la hispanoamericana; que se creasen devociones a Cristo y la Santísima Deípara y que se crease un marco mucho más cercano a las bases divinas de nuestra Iglesia Ortodoxa. El romanismo como quiso con éste hermoso continente, pero se acerca el momento en que de todo lo ocurrido, se aproveche para mayor gracia de Dios, ocurrirá algo más precioso y hermoso todavía, algo que con el trabajo misionero actual de muchos y la bondad de nuestro Padre puede dejar de ser un sueño para hacerse realidad: la conversión del hispano a la Verdadera Fe.

La verdadera iglesia de Cristo es su mismo cuerpo místico capaz de acercarse a cualquier persona y cualquier grupo; trasciende cualquier situación particular y cualquier idea del hombre. Así mismo, es la única y verdadera católica y universal, capaz de retomar el rostro de cada uno de nosotros sin perder una pizca de su esencia, aquella del mismísimo Cristo.

Sólo Ella es capaz de desarrollar cualquier comunidad, desde indígenas rarámuris hasta comunidades urbanas, poniendo muy en alto y dignificando la cultura de cada una de éstas, levantándolas del polvo para que brillen con la luz de la Gracia Divina… y poder ser un pueblo excepcional y ejemplar, cada uno de ellos.

Porque la iglesia de Cristo es incapaz de pedir al hombre dejar de ser quien él es para salvar su alma y deificarse; incapaz de pretender desarticular todo el esquema socio-cultural y lingüístico de los pueblos para poder glorificar al Creador. Cada cultura, por muy difícil que parezca de unirla con el cuerpo místico de Cristo, es como el agua que le hemos ofrecido para que Él la transforme en vino. Cada costumbre, cada pedazo de historia de cada uno de los pueblos, es una ofrenda a Dios para que con su gloria la levante y se le alabe.

Hasta la práctica más salvaje y que tenga pinta de no ser civilizada, entendida en el seno de Cristo adquiere otro tono y se dignifica. Todo invento o artilugio cultural puede ser un medio para honrar a Cristo. Tomemos por ejemplo el canto, una característica tan particular y diferente de pueblo en pueblo. Cada uno de ellos, posee elementos tan especiales, que sólo se darían en esa cultura en específico. El canto desarrollado por ejemplo del flamenco, de la vosa nova, la trova cubana, las zambas y chacareras de argentina, la cumbia,vallenatos o de cánticos indígenas o pueblerinos como el Cardenche,Vidalitas y Carnavalitos, todo es una ofrenda que en todo momento puede presentarse ante el Creador: de allí el nacimiento de los himnos tan bellos a Cristo, la Theotokos y los Santos que cada una de las culturas ortodoxas posee; y es igual de rica y bella la himnografía de tradición bizantina, como la árabe así como también lo es la eslava, y cualquiera otra que se desarrolle en bases fértiles de la cultura de cada pueblo en su amor a Cristo. Cada pueblo en su canto, expresa su cultura tan particular y con historia específica, así como podrá ser conducto de expresar su Fe y Devoción.

La vida de la iglesia no ocurre en los grandes lugares, ni en aquellos lares llenos de lujo y por demás suntuosos; se da en lo local: en nuestras familias, en nuestros barrios, en nuestra vida cotidiana, en nuestra Hispanoamérica.

Empecemos entonces la labor de corregir la Fe de nuestro continente, seamos piedras vivas que conviertan a toda Hispanoamérica, que evolucione en la Fe hasta alcanzar la bendición de participar de la Verdadera Iglesia de nuestro Señor Jesucristo. Recuperemos la vocación misionera nuestra Hispanoamérica, pero utilicémosla para bien. Es hora de barrer la casa; conservemos los muros que aún sirvan, y con diligencia y mucho amor tumbemos los que ya no. Potenciemos el tesoro de nuestra cultura hispana a través de su unión con la Verdadera Fe en Cristo Jesús.