
La Casa Imperial de Tadmur, a través de la Muy Noble y Augusta Orden de Santa María de los Buenos Ayres, Orden Bonaria, es colaboradora de la Campaña de Naciones Unidas, Campaña del Milenio, Voces contra la Pobreza, sin excusas 2.015.
Cuando 189 jefes de Estado y de gobierno del Norte y el Sur, como representantes de sus ciudadanos, firmaron en el año 2000 la Declaración del Milenio en la Cumbre del Milenio de Naciones Unidas, existía una sensación palpable de urgencia. La urgencia de "liberar a nuestros semejantes, hombres, mujeres y niños, de las condiciones abyectas y deshumanizadoras de la pobreza extrema, a la que en la actualidad están sometidos más de mil millones de seres humanos".
Entonces, los líderes del mundo, de países ricos y pobres por igual, asumieron el compromiso -al más elevado nivel político- de fijar ocho objetivos delimitados en el tiempo que, al cumplirse, terminarán con la extrema pobreza de todo el mundo para 2015. Los Objetivos 1 al 7 les comprometieron a liberar a los pobres de la pobreza y el hambre, llevar la población infantil a la escuela, empoderar a la mujer, reducir la mortandad infantil y asegurar una sostenibilidad ambiental. El Objetivo 8 reconoce a título expreso que la erradicación de la pobreza en el mundo sólo podrá conquistarse mediante un pacto mundial para el desarrollo. Este acuerdo mundial deja en claro que la responsabilidad principal de los países pobres es asegurar una mayor rendición de cuentas ante sus ciudadanos y un uso más eficiente de sus recursos. Pero para que los países pobres puedan cumplir los siete primeros objetivos, es absolutamente fundamental que los países más ricos cumplan con su parte del acuerdo (más ayuda y más efectiva) mucho antes del 2015.
Dada la abundancia de conferencias y compromisos asumidos por la ONU, es importante comprender por qué los Objetivos del Milenio son únicos:
Representan un pacto entre los principales protagonistas económicos del mundo. Los países pobres prometieron mejorar sus políticas y gestión de gobierno y aumentar la rendición de cuentas ante sus propios ciudadanos; los países ricos prometieron proporcionar los recursos. Dado que el compromiso de alcanzar los objetivos se contrajo al más alto nivel político, por primera vez gobiernos enteros están comprometidos con su consecución, incluso los ministros de comercio y economía que tienen en su poder las cuentas del mundo. Y las principales instituciones financieras internacionales (el Banco Mundial, el FMI, los bancos regionales de desarrollo, y cada vez más, los miembros de la Organización Mundial del Comercio) declararon expresamente que ellas también serán responsables por la consecución de los Objetivos.
Nunca antes el mundo había visto tanta prosperidad. Los cientos de miles de millones de dólares que se están gastando en Irak pusieron las cosas en perspectiva. Posiblemente no hagan falta más que unos 50 mil millones de dólares en ayuda adicional por año para alcanzar los Objetivos. Los gobiernos invirtieron aproximadamente 900 mil millones de dólares en armas solamente en el 2003; y los países ricos otorgan un gran apoyo a sus productores agrícolas, por un total de 300 mil millones de dólares al año. En términos financieros, y en un panorama global, estamos hablando, relativamente, de unas pocas monedas.
El cumplimiento de los objetivos está siendo monitoreado. No se trata sólo de nobles declaraciones de intenciones; se han establecido mecanismos de monitoreo, a través de los informes de los Objetivos del Milenio y los informes que el Secretario General envía a la Asamblea General. Asimismo, organizaciones de la sociedad civil del mundo entero están elaborando sus propios informes, para asegurar que los gobiernos respondan ante normas de cumplimiento lo más rigurosas posibles. En el ámbito nacional ya se realizaron más de 60 informes de países.
Es evidente que los Objetivos pueden alcanzarse . Incluso, se ha argumentado que, de hecho, más que objetivos de desarrollo del milenio serían objetivos "mínimos". Opinamos que sería moralmente inaceptable exigir menos. Muchos países ya conquistaron algunos Objetivos individuales en un lapso de tan solo 10 a 15 años.
Los Objetivos abarcan una variedad de problemas clave del desarrollo y están enraizados en un marco de derechos humanos. La libertad, la igualdad, la solidaridad, la tolerancia, el respeto por la naturaleza y la responsabilidad compartida son la base de la Declaración del Milenio.
Los ocho Objetivos están interrelacionados por naturaleza. El éxito o el fracaso de un Objetivo individual afectará los esfuerzos para alcanzar los demás. En esencia, los Objetivos se refieren a la vida de la gente. Con frecuencia se tiende a medir el éxito por la cantidad: por ejemplo, ¿cuántos niños más ingresaron a la escuela este año o cuántas mujeres más sobrevivieron al parto en 2003? Eso nos puede dar la idea de cómo nos está yendo, pero el asunto más importante a tener en cuenta es el siguiente: ¿cómo nuestros esfuerzos para alcanzar los Objetivos han afectado la vida real de la gente? Es importante señalar de qué manera la situación de cada persona, cada región y cada subregión se verá mejorada a medida que nos esforzamos por conquistar los Objetivos para el 2015.
Hoy no sólo contamos con los recursos financieros para acabar con la pobreza extrema de una vez por todas, sino que tenemos el conocimiento tecnológico y práctico para llevar los Objetivos a cabo. No obstante, también queda claro que si seguimos funcionando como hasta el presente, los Objetivos no se cumplirán para el 2015. El camino hacia adelante está marcado, sólo la voluntad política para alcanzar los Objetivos está en cuestión.
1. Erradicar la pobreza extrema y el hambre
2. Lograr la enseñanza primaria universal
3. Promover la igualdad de género y el empoderamiento de la mujer
4. Reducir la mortalidad infantil
5. Mejorar la salud materna
6. Combatir el VIH/SIDA, la malaria y otras enfermedades
7. Garantizar la sostenibilidad del medio ambiente
8. Establecer una alianza mundial para el desarrollo