A la gloria del que nos ha enseñado a ordenar la naturaleza por el Arte”.
“La creación refleja al hombre y el artista tiene el arte que merece, ya que la obra no es más que el espejo de su nada, de su mediocridad o de su ser magnificado”.
El Museo de la Casa de Tadmur, y sus diferentes Instituciones, buscan potenciar entre otras, LA CULTURA Y EL ARTE.
La cultura aumenta el don inicial y permite su desarrollo completo.
La cultura nunca debe de ahogar la sensibilidad y el verdadero saber debe permanecer subyacente y discreto, como esas capas de aguas subterráneas que alimentan inagotablemente los pozos artesianos.
La cultura debe ser un ornamento y no una coraza, una riqueza y no un peso muerto. Ha de ayudar a conocer lo que está arriba a fin de unirlo con lo que está abajo para hacer la obra.
En el arte como en la vida, preferimos siempre una persona simple pero provista de sensibilidad a un genio ausente del amor.
Los Museos de la Casa de Tadmur poseen el don innato para que realicen su obra, y está hecho para ilustrar a quienes se obstinan en creer que se puede penetrar el arte por la astucia, por la fuerza o por la mediocridad.
Los llamados tendrán que soportar, por amor a su Dios, la pobreza y la soledad, sin buscar otro consuelo que su arte, a fin de probar su vocación y para mantenerse íntegros hasta el día incierto del triunfo electivo.
Cuando (el artista) haya renunciado a todo, lo poseerá todo.
Aquí no basta con la paciencia para tener éxito en semejante ensamblaje, se necesita una profunda meditación, se precisa un genio particular que está en función de la potencia de la vida interior. Con falta de propiedad, Buffon dijo: “El genio va acompañado de una gran paciencia”; pues la paciencia sólo es pasiva, mientras que la meditación es un estado activo y tiende al acto creador.
El genio es como la iluminación, que aparece después del desenmarañamiento del caos interior y que se realiza en la meditación solitaria. Es como el despertar del ser secreto y todopoderoso que dormita en cada uno de nosotros. Normalmente se dice que el genio es sublime, nosotros precisamos cuando decimos que es “sublimado”.
Cuando el artista e cualquiera de sus facetas alcanza el trance creador, se vuelve como un hombre ebrio que habla consigo mismo y que ya no le preocupa ser oído o no serlo, pues su mensaje expresa el esclarecimiento de las tinieblas interiores y sirve ante todo a su propia naturaleza […]. El final de la meditación es la creación. Así, el artista vive su sueño interior hasta la alucinación del acto divino.
La anarquía es el fraccionamiento hasta el infinito del conocimiento y de la simplicidad primera.
Para los pintores supone la dispersión y la pérdida de las tradiciones artesanas y de las fuentes de inspiración, lo que hace que se confunda la parte con el todo.
La personalidad sólo puede aparecer en la obra de arte por el equilibrio de todos sus componentes, lo que exige universalidad de espíritu y perfección técnica.
Dicho de otra manera, la originalidad es la exageración de una particularidad del ser, mientras que la personalidad es la exaltación de todos sus poderes. La originalidad es una carencia, la personalidad es una realización.
Hace ya mucho tiempo que la tapicería francesa murió por querer imitar la pintura. Ahora, la pintura francesa se está muriendo por querer imitar el tapiz.
En las sociedades modernas los estímulos sólo se dirigen a los que matan y a los forjadores de muerte. Las artes sólo subsisten por el efecto mismo de la especulación que busca tanto en lo hermoso como en lo feo, en lo verdadero y en lo falso, en el bien y en el mal.
El conocimiento y el estudio de las grandes obras del pasado es indispensable para la formación cultural y técnica del artista, sin embargo, más vale estudiar y trabajar solo, que sufrir la castración de una enseñanza mediocre.